¿Cómo era posible que un ayuntamiento como el de Santander no tuviera un centro cultural público con libros para la instrucción o el recreo? Esa pregunta, con cierto tono de reivindicación, comenzó a responderse en 1877, cuando se habilitó en la casa consistorial un ... pequeño lugar donde se fueron recogiendo donaciones de libros de particulares. Pero el intento fracasó por falta de espacio. Cuando el ayuntamiento se trasladó al edificio actual, se habilitó en la segunda planta una biblioteca que se inauguraría en 1908 y que no estaría exenta de los problemas de acoger tantas y tantas publicaciones.
La idea de 1877 colapsó con más de 2.000 volúmenes que no cabían en la habitación que se había reservado, así que los libros, que aumentaban en número, se regalaron a la biblioteca del Casino Montañés. Fue el alcalde Luis Martínez en 1907 cuando comenzó a impulsar la idea de la biblioteca haciendo un llamamiento a la donación de ejemplares. La misma se instalaría en el segundo piso del nuevo edificio del palacio municipal y se inauguraría oficialmente el 6 de febrero de 1908 con 4.300 libros recopilados.
El director fue el archivero municipal y licenciado en Filosofía y Letras, Ramón Noval, aunque desde 1914 su alma fue Tomás Maza Solano. En el acto, además de invitar a los ciudadanos a frecuentar la biblioteca y a dejar de asistir a otros centros donde «se atrofia la inteligencia y se pervierten los sentimientos», se agradeció a varias personalidades su colaboración, como la de Marcelino Menéndez Pelayo -debido a sus gestiones llegaron importantes remesas de la Real Academia de la Historia- y varios donantes, como la viuda de Pereda, Adela Flórez Estrada, Gabriel Pombo Ibarra, Manuel González Trujada, Paulino García del Moral y Federico Vial.
A partir de entonces, el incremento de los fondos fue constante, así que el problema del espacio de los libros volvió a surgir en el interior del edificio municipal. Para resolverlo, el ayuntamiento adquirió en 1916 unos terrenos al lado de la Biblioteca de Menéndez Pelayo, que se había abierto al público un año antes.
La idea era ubicar allí la biblioteca que se inauguraría en julio de 1924, en un edificio proyectado por el arquitecto castreño Leonardo Rucabado, donde hoy está el Museo Municipal de Bellas Artes.
En los años veinte del pasado siglo, la biblioteca tenía más de 20.000 libros y un carácter plenamente práctico, marcado por el fomento de la cultura popular. Por eso los libros eran de utilidad profesional, publicaciones relacionadas con la electricidad o la mecánica orientadas al complemento de la formación de obreros. Posteriormente, a partir de los años cuarenta, se atendería más la formación humanística.
En 1944, a raíz de la jubilación del director, Ramón Noval, y por iniciativa de la Biblioteca de Menéndez Pelayo, se acordó la coordinación de ambas bibliotecas para que fueran sometidas a una dirección única. Si la Biblioteca Menéndez Pelayo adquirió la característica de ser hermética, es decir, de no admitir más libros que los que legó don Marcelino, el caso de la municipal fue completamente diferente. De nuevo, el aumento de volúmenes fue el motivo para que la municipal abandonara en 1956 el espacio del que hoy es museo y se instalara en otro edificio contiguo, separado del museo y ocupando varias plantas para continuar con su crecimiento.
A finales de 1960, con un acuerdo suscrito entre el Ayuntamiento de Santander y el Ministerio de Educación, la Biblioteca Pública se incorporó a la Biblioteca Municipal de Santander, trasladándose sus fondos y servicios a los locales de ésta.
En los años ochenta, los libros alcanzaban los 70.000 volúmenes y el aumento de donaciones se ha elevado hasta el extremo de que la instalación ha venido rechazando año tras año decenas de miles de ejemplares de los vecinos por falta de espacio.
Entre los valiosos fondos destaca la hemeroteca, que recoge un gran número de periódicos, casi la totalidad, de los que se han editado o se editan en Cantabria y que han ido digitalizándose para mayor facilidad en las consultas de los usuarios. La más antigua es la 'Gaceta de Santander', de 1809, y entre las últimas incorporaciones se encuentra la digitalización de números que faltaban de la colección de 'Hoja del Lunes', periódico editado por la Asociación de Periodistas de Cantabria entre 1937 y 1984 que esta asociación ha donado y que se ha incorporado, como otras, a la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica del Ministerio de Cultura. Además de la hemeroteca, la biblioteca municipal ha cuidado la sección de obras impresas y editadas en Cantabria y la de autores cántabros.
La Biblioteca Pública y la Municipal de Santander, que funcionaron juntas desde 1960 compartiendo dependencias, servicios y personal, dejaron de hacerlo en 2009, cuando la Biblioteca Central de Cantabria se trasladó al edificio del antiguo Depósito General de Tabacalera, en una zona próxima al puerto de Santander, e integró los fondos de la Biblioteca Pública.
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