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Conspur cerró ayer con los sindicatos el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) por el que la constructora cántabra despedirá a toda su plantilla ante la falta de liquidez de la organización, que le ha llevado a solicitar preconcurso de acreedores.
Tras varias jornadas de negociaciones, el ERE se firmó con acuerdo principalmente por la necesidad de agilizar los plazos en la medida de lo posible para que los afectados puedan recibir sus cartas de despido y proceder a cobrar las cantidades pendientes, en principio del Fondo de Garantía Salarial (Fogasa). No obstante, estas notificaciones, que liberarán a los empleados de su vínculo con Conspur, no llegarán hasta finales de mes.
La plantilla, cerca de 74 personas, deberá solicitar al Fogasa la liquidación de las indemnizaciones por despido. En cuanto a las nóminas pendientes, en principio julio, la extra de verano y presumiblemente la correspondiente a agosto, Conspur se ha comprometido a abonarlas si consigue liquidez. En caso contrario, de nuevo tendrán que ser sufragadas por el Estado. El acuerdo contempla unas salidas con 20 días por año trabajado, lo que contempla la legislación actual por este tipo de despidos colectivos.
7 millones
aproximadamente debe Conspur; tiene más de dos en trabajos por cobrar.
La constructora con sede en el Polígono de Morero (Guarnizo) se ha visto estrangulada financieramente por el inusitado incremento de costes vividos por el sector en los últimos tiempos, a lo que hay que añadir una suma considerable de impagos por parte de sus clientes. Según fuentes sindicales, la empresa tiene en trabajos facturados y pendientes de cobro más de dos millones.
La cuestión es que, por otra parte, las deudas superan con creces dicha cantidad. Según las mismas fuentes, el pasivo pendiente con una lista «considerable» de acreedores se aproxima a los siete millones.
Como origen de la problemática de la empresa, un crecimiento intenso en los últimos años que no se ha visto sostenido por una tesorería sólida. De hecho, Conspur batió su cifra de negocio en 2022, con cerca de 23 millones de facturación. Ese hito venía a completar cuatro ejercicios de mejora constante y progresiva. La propia organización recoge en su página web que pasó de 25 empleados a un centenar entre 2016 y 2020. De hecho, entre 2019 y el siguiente ejercicio, marcado por la pandemia, dobló su cifra de negocio.
Sin embargo, el resultado de explotación ya resultó negativo el pasado año, lastrado por unos costes operativos muy elevados. Esta tendencia se ha extremado todavía más en la primera mitad de 2023, cuando con unos parámetros de negocio similares los costes operativos habían crecido todavía más hasta presentar casi seis millones negativos como resultado.
Conspur había tenido en los últimos tiempos diferentes adjudicaciones, en solitario o en alianza con otras empresas, de obras públicas, contratos a los que, aduce la compañía, no había podido repercutir los incrementos de costes, especialmente de materiales o suministros.
En cuanto al futuro, Conspur ha trasladado durante la negociación del ERE su voluntad de negociar con los acreedores para lograr un acuerdo que evite su desaparición.
Por parte de los trabajadores, la mayoría aguarda con anhelo que le llegue la carta de despido para pasar página y poder explorar otras opciones. Varios de ellos, de hecho, ya tienen ofertas de otras compañías del sector, en un ámbito como el de la construcción donde escasea la mano de obra fiable y con experiencia contrastada.
El gerente de la empresa, Pablo Uberti Ruisoto, explicó días atrás a El Diario las causas de la problemática actual. «Unos extraordinarios incrementos de costes en los materiales de construcción añadidos a varias deudas que nos han dejado los clientes», subrayó. A partir de aquí, otros factores agregados. Como ejemplo, «el atasco en la justicia. Tenemos numerosos pleitos con reclamaciones de cantidades, pero no avanzan», lamentó.
En paralelo, el grifo de la liquidez bancaria parece haberse cerrado. «Hace dos meses nos decían que teníamos las puertas abiertas. Ahora se ha visto que no era así».
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Ana del Castillo
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