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Cantabria perderá una de sus empresas más longevas. La constructora familiar Arruti, fundada en 1905, ha solicitado la liquidación al Juzgado de lo Mercantil nº ... 1 de Santander, según han confirmando a El Diario desde la propia Dirección de la compañía aduciendo el impacto de la pandemia y la inviabilidad de empezar a cumplir con un convenio concursal que, precisamente, arrancaba en 2023. Las dificultades de acceso a líneas de financiación, así como las deudas que se acumulaban, han hecho el resto para llevar a los gestores a dar este paso.
Nacida inicialmente con la contratación de obra y la explotación de canteras como negocios principales, la organización fue evolucionando en paralelo a como lo ha hecho un sector que se convirtió en uno de los pilares de la economía nacional, y por extensión, cántabra.
En la historia más reciente la sociedad estaba conformada por tres familias -tres hermanos-: Javier Arruti; José Luis Arruti (fallecido) junto a sus hijos Paloma y José Luis, actuales propietarios; y Ángel Arruti (también fallecido), junto a sus descendientes Marina, Ángel y Arancha.
SUCESIÓN
José Luis, Ángel y Arancha llevan trabajando en la empresa más de 10 años, desde que sus respectivos padres murieran (en el año 2010), mientras que Paloma ha sido consejera y ha ocupado diferentes cargos en el organigrama de la compañía.
Arruti se vio afectada principalmente por la crisis de 2008, a lo que se sumó el fallecimiento de José Luis y Ángel, un duro revés para la empresa. A raíz de esos acontecimientos se produjo el relevo generacional, con los cuatro primos tomando el control junto con su tío Javier.
José Luis asumió entonces las funciones de director de desarrollo cooperativo y Paloma las de consejera y presidenta de Sercon, mientras que los otros dos primos se mantuvieron en una posición de menor visibilidad.
En 2013 la organización solicitó concurso de acreedores, situación de la que salió en 2015 y un proceso en el que se pactó con toda la masa reclamante una amplia carencia para empezar a cumplir con los pagos. En concreto estos arrancaban en 2023, aunque según la propiedad actualmente es «imposible» poder ejecutar aquella hoja de ruta.
La empresa ha vivido un nuevo cambio hace escasos meses cuando, tras la experiencia de más de una década, en octubre de 2021 Paloma y José Luis tomaron en solitario las riendas de Arruti al comprar a su tío Javier y a sus primos las acciones de la sociedad.
Según fuentes conocedoras del proceso, fue entonces cuando trasladaron a la plantilla que se habían encontrado la compañía en una situación muy crítica, a punto del cierre. Tanto que en diciembre se propuso a los trabajadores renunciar a las dos pagas extraordinarias dado el estado de las cuentas. Como argumento, que se estaba buscando una línea de financiación cercana a los 1,5 millones para poder recapitalizar no sólo Arruti, sino también otra de las sociedades del grupo, Sercon. Para obtener ese acceso al crédito se informó al personal de que era necesario renunciar a las mencionadas pagas, algo que finalmente aceptó la plantilla.
Sin embargo, en estos meses bajo la nueva gestión se ha ido produciendo una reducción progresiva de plantilla, según confirman fuentes sindicales. El pasado otoño Arruti contaba con cerca de 60 empleados y unos 45 en Sercon. En la actualidad la primera suma 32 efectivos y la segunda unos 26.
Fuentes sindicales critican que esta reestructuración no se ha producido a través de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE), sino con unas formas que han derivado en varias demandas en el Juzgado de lo Social.
En paralelo, se ha vendido maquinaria e inmovilizado. Internamente ha sorprendido la renuncia a algunos contratos de obra pública que aportaban ingresos recurrentes y que han pasado a otra sociedad.
La deuda aproximada desde octubre ronda el millón de euros. Arruti factura de media entre seis y ocho, aproximadamente.
En cuanto al personal, se adeuda la extra de verano, pero también hay empleados que no han cobrado ni mayo ni junio, confirman fuentes sindicales. Previamente, quedaba pendiente una extra de 2020.
Finaliza así la historia de una de las compañías más longevas de Cantabria. Los acreedores que apostaron por la continuidad tras el concurso de 2013 tampoco recuperarán sus créditos.
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Ana del Castillo
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