Las constructoras cántabras renuncian a las primeras obras por la subida de las materias primas

«Hemos dicho que no a una obra privada. La oferta era de finales del año pasado y la adjudicación fue en mayo, pero el encarecimiento se ha producido ahora. Partíamos de base con una pérdida de 400.000 euros. Era imposible», explica José Domingo San Emeterio, presidente de Copsesa. Ante la imposibilidad de hacer un restablecimiento financiero, la constructora cántabra no vio más opción que retirarse del proyecto. «No nos ha quedado más remedio que decir que no podíamos acudir a la obra. Es muy triste, es a lo que nos dedicamos y de lo que vivimos». San Emeterio añade que la subida está repercutiendo en las obras entre el 30% y el 40% de la licitación, y especifica que trabajar así «es imposible», ya que en la construcción se funciona con márgenes «pequeñísimos».

El incremento de precios está perjudicando tanto a la obra civil como a la edificación. Juan De Miguel, presidente de la empresa de construcción SIEC, explica que la subida de la materia prima va a damnificar a la vivienda hasta un 16%, pues intervienen muchos de los productos afectados: acero, aluminio, cobre... Las obras públicas, por su parte, no se someten a revisión de precios, lo que «es objeto de reclamación», afirma De Miguel. Y es que la Asociación de Constructores y Promotores de Cantabria (ACP) ya ha solicitado medidas urgentes para solventar la situación. «Las administraciones públicas tienen que hacer una reflexión, hacerse cargo del incremento, no es una revisión de precios, es un incremento puntual, muy agudo e intenso», añade el presidente de SIEC. Los presupuestos ya han cambiado para futuros proyectos y, en los ya asignados, los promotores tienen que solicitar nuevos precios que serán ajustados a los incrementos y transmitidos a los compradores. «Es una cadena que va a afectar a todo el mundo».

Javier Palomera, gerente de Palomera Obras y Proyectos, afirma que, a escala global, en obras ofertadas el pasado año está habiendo diferencias de entre el 20% y el 30% del volumen global de la obra. Aún no se han tenido que retirar de ningún proyecto pero sí se han visto obligados a retrasar obras. «Sabemos por la Asociación (ACP) que hay trabajos en los que se están dilatando los proyectos porque se están reestudiando antes de empezar para buscar otros materiales o técnicas de reducción de costes, ya que, tal y como estaban planteados, no se podían realizar por motivos económicos».

La ACP ha dado a conocer que la media total del precio de los materiales ha subido en 2021 cerca del 100% respecto a 2020. El aumento es generalizado porque se da en la mayor parte de las materias primas básicas necesarias para la construcción. El petróleo ha aumentado un 106%, el cobre más del 102%, las mezclas bituminosas más del 85%. Y estos son solo algunos ejemplos.

Las constructoras explican que el Gobierno no da respuestas a pesar de las reclamaciones de la ACP. «No sabemos nada. Ni nos han citado ni nos han dicho qué piensan hacer», lamenta Juan de Miguel. «Si no hay respuesta, la solución será paralizar las obras». Javier Palomera añade que entiende que la situación es complicada e inesperada, pero que tendría que haber un mecanismo de protección porque «carece de sentido llevar a cabo un proyecto en marcha desde hace un año con unos precios que sabes a ciencia cierta que son inviables».

La ACP propone varias medidas, como la derogación de la Ley Reguladora de Desindexación en Materia de Contratación Pública y el restablecimiento del sistema de cláusulas de revisión de precios en los contratos públicos. Pide además actuar con urgencia en las obras que ya están en marcha, habilitando normas especiales que resuelvan la situación.

La patronal del sector plantea incorporar mecanismos de revisión de precios recogidos en la regulación en todos los pliegos de contratación, lo que requeriría modificar la Ley de Contratos del Sector Público.

La construcción no es la única industria afectada por el encarecimiento de las materias. Muchas otras compañías han abandonando ya la expectativa de beneficio en 2021 y están echando números para perder lo mínimo posible. Algunas, sin capacidad para repercutir tan rápido el coste sobrevenido al cliente, admiten que, si la situación continúa en 2022, las cuentas tampoco les saldrán.