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Es un problema en cierto sentido paradójico. Las empresas constructoras llevan tiempo lamentando la falta de personal que les impide cubrir las vacantes. Las cifras, en cambio, apuntan al menos a una abundante bolsa de reclamantes. Los datos de paro de agosto arrojaban 2.790 ... desempleados registrados en Cantabria, con un total de 3.489 demandantes de una oportunidad laboral en el sector. ¿Qué está ocurriendo? De fondo, la crisis de 2008 y el éxodo de mano de obra hacia otros sectores, punto de partida de unas profundas transformaciones sociales que están llevando a los jóvenes igualmente a otras aspiraciones laborales y, en la práctica, ponen en riesgo un relevo generacional que aporte conocimiento y cualificación al negocio regional del ladrillo.
El presidente de la Asociación de Constructores y Promotores (ACP), Gervasio Pinta, subraya que la falta de mano de obra es un problema «real» del sector y apunta al respecto que se da en todos los niveles de actividad, «desde un peón a cualquier tipo de oficial y oficio» también, sea en el ámbito de la electricidad, la fontanería o la cerrajería, entre otros ejemplos. «Hay una escasez de mano de obra importante y generalizada», resume.
Sobre las causas de la carencia de profesionales, señala al contexto actual: «Llevamos demasiados años parados y ahora de repente esto parece que tira y que tira fuerte». En este sentido, explica que, tras la anterior crisis, la económica, los profesionales de mayor edad «se han jubilado en tanto que parte de los más jóvenes se vieron obligados a cambiar de profesión ante la falta de trabajo en las obras».
Javier Palomera | Palomera
Gervasio Pinta | Asociación de Constructores
Juan de Miguel | SIEC
J. D. San Emeterio | Copsesa
A ello, según el presidente, se sumó una formación profesional entonces «prácticamente inexistente» aunque ahora «se empiezan a tomar medidas adecuadas y comienza a haber alumnos en los grados superiores». No obstante, indica que tendrán que pasar «años» para tener profesionales formados.
El diagnóstico efectuado por los empresarios arroja diversas conclusiones. La primera, que el mayor problema radica en la desaparición de gente especializada y en la ausencia de relevo durante más de una década. Estos fenómenos derivan en la interrupción de la cadena de formación, de trabajadores experimentados hacia sus jóvenes aprendices.
En paralelo, la construcción es una profesión muy dura, que exige esfuerzo físico durante horas -haga sol o llueva- y conlleva por tanto un notable desgaste. A ello se suma otra obviedad: los salarios actuales a veces no son adecuados a esas funciones, consecuencia de que las obras tampoco tienen el rendimiento que deberían o que disfrutaban hace años, por los ajustes de precios. Todo esto genera un círculo vicioso y hace que el gremio no sea atrayente, especialmente para jóvenes a pesar de la elevada tasa de paro juvenil.
Así las cosas, los empresarios se ven abocados a impartir planes propios de formación, que conllevan una inversión -más que un gasto, precisan- que en ocasiones es en balde, porque cuando los trabajadores aprenden cambian de profesión. La ACP cree que todos, Administración y patronal, deberían aportar su grano de arena para solventar este problema en materia de formación, que junto con la seguridad y la salud es un pilar fundamental para el sector.
El presidente de SIEC, Juan de Miguel, sitúa el origen de la falta de mano de obra a raíz de la crisis económica de 2008, que redujo a un tercio la capacidad de la construcción, pasando de más de 30.000 trabajadores -«con sueldos importantes»- a unos 12.000, por la 'emigración' de unos profesionales -a otros territorios con más actividad y a otros sectores- y las jubilaciones de los de mayor edad.
Así, el gremio quedó reducido a mínimos, y aunque había ido mejorando estos últimos años, con la pandemia del coronavirus volvió a empeorar la situación, apunta el máximo representante del Grupo Siecsa. «No hay gente joven dispuesta a trabajar en la construcción», lamenta, para considerar que el sector ya no resulta tan «atractivo» y los jóvenes prefieren emplearse en actividades «más amables», como la industria, los servicios o la logística.
José Domingo San Emeterio, presidente de Copsesa, lo tiene claro: «No nos olvidemos que para conseguir el desembolso de los Fondos Next Generation se deben ejecutar los proyectos. La escasez de mano de obra cualificada o el aumento del precio de las materias primas ponen en riesgo que se cumplan los plazos. Por tanto, ya no es un problema de las 126.842 empresas que formamos el sector de la construcción, es un problema de país. Por este motivo, esta claro que necesitamos una solución global».
«Creo que estamos en la década de las alianzas, las empresas de la construcción generamos 1,3 millones de empleos en España y 23.000 en Cantabria, debemos unirnos para fomentar una formación dual que garantice la empleabilidad y sea atractiva a las personas que se decidan a trabajar en nuestro sector», argumenta.
Por su parte, Javier Palomera, responsable de Palomera Obras y Proyectos SL, cree que la falta de mano de obra en la construcción constituye un problema «bastante dramático» e incluso «surrealista» si se tiene en cuenta el nivel de desempleo que hay y no poder encontrar gente «ya no formada, sino dispuesta a trabajar», lamenta.
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