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patrICIA DELGADO
Lunes, 5 de julio 2021, 14:46
Mario Rodríguez Vargas es director asociado de Transición Justa y Alianzas Globales de Ecodes. Durante los últimos treinta años su vida profesional ha estado ligada a la defensa del medio ambiente como vía para mejorar la salud del planeta y las personas que lo habitan. Empezó su singladura en Greenpeace dos meses antes de la Cumbre de Río de 1992, inició en España su campaña de protección de los bosques para después dirigir las campañas globales de la organización, siendo su director ejecutivo durante los últimos diez años. Acaba de incorporarse a Ecodes con el objetivo de impulsar una transición ecológica justa, inclusiva y transversal que sume en positivo construyendo alianzas globales.
–¿Cómo definiría usted un territorio rural inteligente?
–A mi juicio, un territorio rural inteligente es aquel que ha sabido combinar de forma equilibrada el desarrollo económico y la generación de empleo digno con la calidad de vida de quienes lo habitan y con la conservación de los valores naturales y culturales que atesora. Son espacios seguros para vivir, esenciales para alimentarnos y reconectar con la naturaleza, pero también garantes de una economía descarbonizada que combina con equilibrio la innovación, la tecnología y la digitalización con valores ancestrales. Ello les permite vivir en una relación de respeto con el medio ambiente.
–Actualmente, ¿cuáles cree que son las fortalezas y debilidades de los entornos rurales para alcanzar esa definición?
–Sus fortalezas radican en que son parte intrínseca, sistémica y física de un cambio de modelo productivo que se fundamente en la economía circular y el respeto a la biodiversidad. Poseen un patrimonio incuestionable: son fuente de materias primas esenciales, como las agrarias y las forestales; tienen un alto potencial de generación energética renovable, que debe gestionarse de manera diversificada, sensata, bien dimensionada y no especulativa; también son destino seguro de un turismo que huye de la masificación y busca naturaleza y bienestar. Pero adolecen de muchas carencias en bienes y servicios: desde sistemas educativos y sanitarios dignos a una red de movilidad moderna y descarbonizada. Son territorios, en general, poco permeables a la innovación tecnológica como vía para que la economía aporte valor añadido y genere empleo digno. A ello hay que añadir que la digitalización, sin ser la panacea, está llegando con más retraso que a las zonas urbanas.
–¿Qué papel puede jugar el medio rural en el impulso de una economía verde?
–Sin duda, juega un papel esencial y central. En alimentación, a través de la agricultura y ganadería ecológica. En el ámbito forestal, a través de la ordenación y gestión de montes de forma integral, incluyendo los valores de conservación de ecosistemas y preparando nuestros bosques para afrontar la emergencia climática que vivimos. En un país con gran escasez de agua, no hay mejor embalse que un bosque bien conservado. También aportan en la gestión de un medio natural bien conservado, donde la gente de las ciudades busque descanso, refugio, bienestar, naturaleza.
–¿Es un espejo donde deben mirarse las ciudades?
–El medio rural, más que un espejo donde se miren las ciudades, debe ser un espacio que genere sinergias con ellas. Son ecosistemas diferentes pero complementarios. Ambos son parte del problema y de la solución. Han de trabajar conjuntamente en un marco de confianza, igualdad y complementariedad para actuar ante la emergencia climática y la crisis de biodiversidad que vivimos.
–¿Cómo se integra este concepto de economía verde en el freno a la despoblación rural?
–La economía verde se rebela como la vía más eficaz, rápida e inteligente para poner freno a la despoblación rural. No es que haya que integrar el concepto, es que es el concepto en sí mismo. Bajo mi punto de vista, la economía verde lleva implícitos los principios de bienestar social y de servicios básicos dignos. Obviamente, todo ello deber ir de la mano de la digitalización, de un nuevo modelo de movilidad y de una nueva forma de interrelación con las ciudades.
–Desarrollar el medio rural requiere que ciudadanía, empresas privadas y entes públicos trabajen en la misma dirección. ¿Nos ha puesto el covid en este camino?
–Las crisis sanitaria y ecológica que vivimos -cuyo máximo exponente es la emergencia climática, que ha llegado para quedarse si no actuamosson dos realidades convergentes que nos llevan a la desconexión del ser humano de la naturaleza. La crisis sanitaria y sus duras y dolorosas consecuencias ha abierto los ojos a muchas personas. Ha puesto de manifiesto la necesidad de resetear el sistema. Y para conseguirlo, es fundamental tejer alianzas globales y trasversales que permitan afrontar con éxito los retos que plantean el cambio climático, la crisis de biodiversidad y la economía circular. Cada uno individualmente, cada organización sola, no lo vamos a conseguir. Pero juntos no es que podamos, es que podemos llegar a tiempo.
–¿De qué manera trabaja Ecodes para buscar estas alianzas?
–Tratamos de crear espacios de encuentro transversales entre distintos actores, muchas veces muy diversos y con intereses aparentemente encontrados, para acelerar una transición ecológica que ha de ser rápida, justa e inclusiva. En este espacio caben personas, organizaciones, movimientos, empresas y también administraciones. O sumamos o no llegamos.
–¿Qué oportunidades de desarrollo basadas en la innovación considera que tiene el medio rural?
–El medio rural es nuestra despensa, el garante de nuestra soberanía alimentaria. La agroecología -donde incluyo la agricultura y la ganadería ecológica- va a liderar la innovación en el medio rural. No debemos olvidar tampoco nuestros bosques, porque serán claves en un contexto de cambio climático cada vez más adverso si no se toman medidas. Nos garantizan el suelo para cultivar, evitan la erosión y desertificación, producen alimentos y medicinas, son el mejor reservorio de agua. La adecuada ordenación y gestión forestal jugará un papel clave en la fijación de población.
El turismo sostenible y de naturaleza, bien dimensionado y respetuoso con el patrimonio natural, tendrá también un papel muy destacado. Especialmente en un contexto en el que es muy probable que a finales de este siglo el 80% de la población viva en las ciudades. Por otro lado, está la implantación sensata de energías renovables. Esto implica que esté bien dimensionada y basada en centrales de tamaño pequeño o medio, con generación distribuida y sin poner en riesgo la biodiversidad ni los valores naturales, históricos o culturales de una zona. Las renovables han de traer riqueza y bienestar a las zonas rurales, pero no vale todo: no se puede salvar el clima destruyendo el medio ambiente local. No podemos parar, pero sí repensar por el camino, ordenar mejor, dimensionar adecuadamente. Finalmente, la digitalización, que ha de llegar al mismo ritmo que en las ciudades. Ello va a impulsar el medio rural como motor de cambio hacia la economía verde. Estos pilares fomentarán una nueva economía verde y justa que impulsará la transición ecológica, que en este periodo post pandemia debe ser reforzada por los fondos Next Generation y por una nueva PAC que está a punto de iniciar ciclo.
–¿Cree que el medio rural es el principal activo de la sociedad para hacer frente al cambio climático?
–El medio rural es uno de los principales activos para luchar contra el cambio climático, pero también es una de las zonas más amenazadas por este. También es parte responsable a través de, por ejemplo, sistemas intensivos de macrogranjas que conllevan una fuerte generación de emisiones de gases de efecto invernadero.
Ante esta realidad, puede coliderar la lucha contra el cambio climático de manera clara o puede continuar siendo parte del problema. Está en sus manos, y yo deseo que opte por la primera opción. Desde Ecodes, colaboraremos sin descanso para que así sea.
–¿De qué manera se integran los territorios rurales inteligentes en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible Europea?
–Los territorios rurales inteligentes se han de integrar de manera natural y sin problema en la Agenda 2030 porque comparten objetivos, indicadores y resultados. El medio rural ha de estar y liderar muchos de los objetivos de esta propuesta.
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