Emblema histórico de Santander
PALACIO DE LA MAGDALENA / 110 AÑOS ·
Desde 1912 es un símbolo de la ciudad sobre un paraje privilegiado, alarde palaciego que ha pasado de ser residencia regia a escaparate de propuestas académicas y culturalesSecciones
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PALACIO DE LA MAGDALENA / 110 AÑOS ·
Desde 1912 es un símbolo de la ciudad sobre un paraje privilegiado, alarde palaciego que ha pasado de ser residencia regia a escaparate de propuestas académicas y culturalesIgnoramos muchos datos sobre la península de La Magdalena antes de la decisión del Ayuntamiento de regalar en 1908 al rey Alfonso XIII una nueva residencia de verano. Hasta entonces añejas fotografías retrataban la soledad del paraje, que pertenecía al ministerio de la Guerra. A ... mediados del siglo XIX se llegó a proponer, para la mejora del comercio santanderino, la apertura de un dique entre la bahía y el Sardinero por este sitio de la Magdalena, donde se hallaba una fonda del marqués de Robrero, que en 1877 construyó un balneario en la playa y en 1883 obtuvo la concesión del polvorín de la península y los terrenos adyacentes. La progresiva urbanización de El Sardinero no afectaba a una península agreste, con restos de edificaciones militares como el fortín de San Salvador de Hano. En 1894 el Gobierno cedió al Ayuntamiento la península, y al año siguiente comenzó su ajardinamiento parcial y la plantación de pináceas.
El parque actual de La Magdalena fue proyectado por el jardinero mayor del rey, Juan Gras y Prats, primer jardinero de La Granja de San Ildefonso y de la Casa de Campo, antes de llegar a la Magdalena en enero de 1911 para su ajardinamiento. Gras aprovechó el trazado de caminos de un antiguo velódromo proyectado en 1898. Planteó un parque que contribuyera a ceder todo el protagonismo al palacio que, situado en lo más alto de la península, iba a ser visible tanto desde su acceso como desde otros puntos. Dos avenidas perimetrales, flanqueadas por doble alineación de árboles, conducen hasta el palacio: una llega a la fachada oriental y otra a la occidental. Parece que estos accesos que circunvalan la península ya existían desde hacía años, cuando sólo tenía uso militar; por el interior se disponían otros paseos, casi circulares.
El palacio se levantó según los planos de los jóvenes arquitectos santanderinos Bringas y Riancho, por encima del parecer de la reina Victoria Eugenia, que prefería los del británico Wornum, autor del palacio de los duques de Santo Mauro en Las Fraguas. Se consiguió financiar gracias a una cuestación popular que tuvo en Ramón Pelayo, luego marqués de Valdecilla, a su principal y más decisivo donante.
El rey pensó que le iban a construir un chalé de verano y se encontró con los planos de un verdadero palacio, joya de la arquitectura civil del norte de España y la obra más destacada de sus arquitectos. La sensación que produce el edificio es de varios cuerpos independientes, aunque bastante elevados en altura, con una fachada asimétrica con alternancia de cuerpos entrantes y salientes y dos torres octogonales al sur, de diferente elevación, que refuerzan la irregularidad. Presenta cornisas cortadas por hastiales triangulares. Dos niveles de buhardillas rompen la monotonía de los faldones de pizarra del tejado. Las entradas principales son dos de los elementos más destacados del exterior, hacia el sur y hacia el antiguo pórtico de carruajes.
Desde 1913 hasta 1930 los reyes pasaron aquí ininterrumpidamente los meses estivales, convirtiendo Santander en Corte veraniega y, con ello, destino preferido de buena parte de la aristocracia y la burguesía del país, impulsándose así parte del crecimiento urbanístico de la ciudad. El palacio se amueblaba cada verano; muchas piezas se traían en primavera y con frecuencia cambiaban de ubicación.
Con el advenimiento de la II República en 1931, las posesiones reales fueron incautadas. Dos años más tarde La Magdalena pasó a ser sede de la Universidad Internacional de Verano. Durante la guerra civil la antigua residencia real fue Hospital de Sangre antes de la ocupación de Santander por las tropas italianas, en agosto de 1937; esta situación parece que mermó considerablemente los bienes del palacio. La península fue campo de prisioneros. Tras el incendio de febrero de 1941, palacio y caballerizas fueron residencia temporal de parte de la población afectada.
Don Juan de Borbón, representado por el conde de Aybar, permitió en 1949 que la UIMP celebrara algunos cursos, como los de Problemas Contemporáneos, a la vera, por cierto, de un retrato suyo legitimista hecho por Sotomayor que puede verse en el llamado 'salón de familia'. Ángel Hernández Morales, arquitecto municipal y autor del proyecto universitario de Las Llamas, realizó en los años cincuenta varias reformas en el paraninfo y las caballerizas, que contaron con decoraciones, hoy perdidas, de Ramón Calderón; eran los años del bautizo de la cercana playa de 'Bikini' (en singular) y el contacto local con visitantes extranjeros. También en estos años se organizaron competiciones hípicas y al menos una significativa prueba ciclista hoy olvidada, el Criterium de Ases del Tour, homenaje a Bahamontes, el 25 de agosto de 1959, con Anquetil, Riviere y Gaul, entre otros, que causaron sensación entre el numeroso público invitado.
El 8 de septiembre de 1977, por acuerdo del Ayuntamiento de Santander que presidía Juan Hormaechea, se aprobó la adquisición del palacio y la península por 150 millones de pesetas. Una placa conmemorativa situada en la entrada del recinto recuerda este hecho verdaderamente capital para Santander, que recuperó así un espacio de indudable valor paisajístico, histórico y cultural.
Entre otros eventos singulares, el Palacio ha sido escenario de las reuniones de los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea durante la presidencia española (1995), las Tertulias Hispano-Británicas (1996), la Cumbre Hispano-Francesa (1999), la Cumbre de Ministros de Turismo de la Unión Europea (2002) y una reunión del CSIC presidida por el entonces Príncipe Don Felipe de Borbón (2002). La península es un parque público con horario restringido y el palacio se utiliza para la celebración de congresos y bodas civiles, además de conservar una parte museística a la que se puede acceder con cita previa. En verano el Ayuntamiento cede a la UIMP el palacio como sede central de sus cursos, así como las caballerizas y el paraninfo anexo.
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