«Hay empresas locales que facturan un dineral y no tienen sistemas de control»

Una de esas consultoras es Tactio. Su delegado en Cantabria, Jesús Vélez (Cabezón de la Sal, 1970), explica que «somos una empresa especializada en gestión del cambio en las empresas. Nacimos en 2007 en Cataluña y nos hemos ido expandiendo. Trabajamos con pymes y tratamos de llevarlas al punto de máxima rentabilidad. Trabajamos tanto en la definición de la estrategia como en su puesta en práctica posterior. Somos de los que nos remangamos», comienza.

Tactio lleva varios lustros implantada en la Comunidad, tiempo en el que ha hecho un centenar de estudios. «La mayoría sigue con nosotros para que les acompañemos en esas modificaciones que planteamos», manifiesta el portavoz.

Vélez precisa que los focos de atención son las áreas que «tengan recorrido». «Poco podemos hacer en aquellos casos en los que no se desea evolucionar y se prefiere mantener la misma trayectoria. No obstante, si detectamos que la propiedad o los socios tienen algo en la cabeza para hacer con la compañía, o que existe potencial, ahí actuamos», agrega.

Tactio deja claro que no participa a nivel inversor en las organizaciones que tutela. «Buscamos una respuesta sobre aspectos de negocio. Lo que se pretende es que se obtenga un beneficio extra. Nosotros, de hecho, sacamos nuestro beneficio del incremento que se consiga».

¿Cuál es el proceso? Vélez detalla que el mismo dura una semana. «Se hace un estudio tras hablar con los responsables y personas clave, así como analizar la documentación. Al final ofrecemos unas conclusiones. Eso sí, no se pueden utilizar como auditoría. Tampoco nos llevamos nada fuera de las dependencias. Este primer informe al final es de orientación, sin cifras», acota.

En Cantabria, la empresa familiar es uno de los perfiles clásicos. «Cuando se da el momento de la sucesión, lo difícil son las personas. Nosotros asesoramos también. Hablamos de candidatos ideales, ideas principales para el camino futuro... También acompañamos a la persona que vaya a tomar las riendas».

El techo mínimo suele estar en el millón de facturación y 20 empleados. «Paramos cuando las empresas tienen una organización interna suficiente o que pertenezcan a un grupo».

Sobre los cambios más solicitados, «hay compañías que necesitan profesionalizar su negocio. Firmas que facturan un dineral no tienen sistemas de control. Está todo en la cabeza del dueño. No hay estructura detrás que permita seguir con el negocio», advierte. «Algunos lo aceptan, pero otros no lo ven porque dicen que llevan años haciendo lo mismo y les va bien».