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Las grandes energéticas españolas ya sienten la réplica del terremoto político y económico que ha provocado la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca ... . La hoja de ruta de la nueva Administración estadounidense para fomentar la producción nacional de combustibles fósiles y abrir el grifo del gas ha revertido el legado de Joe Biden, que favorecía las inversiones en renovables y actuó como un fuerte imán para las empresas europeas.
Al calor de la Ley de Reducción de la Inflación de 2022 (IRA, por sus siglas en inglés), Iberdrola, Repsol y Acciona Energía reforzaron su apuesta por las energías limpias al otro lado del Atlántico. Pero ante el nuevo paradigma energético de la era Trump 2.0 y el mantra 'Drill, baby drill' ('Perfora, nena, perfora'), las multinacionales no tendrán más remedio que reorientar sus planes.
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De puertas para fuera, las compañías rebajan los efectos inmediatos que este viraje pueda tener sobre sus inversiones en activos que ya están operativos o cuentan con permisos y se encuentran en fase de construcción. Pero la situación es distinta para cada grupo.
Tras presentar unos resultados récord, el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, se mostró «seguro de que todo funcionará bien» con la nueva Administración y calificó de «mínimo» el riesgo para sus inversiones, donde las renovables representan una quinta parte de sus activos en esta geografía. El 80% restante son redes de distribución, un segmento más estable, predecible y cuya retribución no la marca Washington sino los estados. Y es a este negocio al que este grupo fía sus próximas inversiones allí.
20.000 millones de euros
es el plan de inversión de Iberdrola en redes eléctricas hasta 2030 en EE UU. Esta cifra se suma a los 50.000 millones quelleva invertidos en los últimos 20 años.
El directivo viajó esta semana a Houston, donde reafirmó su compromiso en EE UU ante los máximos responsables de la política energética del país y anunció una nueva inversión de 20.000 millones de dólares en redes hasta 2030 «para modernizar, expandir y digitalizar las infraestructuras, haciendo posible el incremento de demanda esperado en el país», afirmó Galán. Ya el año pasado, y ante la perspectiva del regreso de Trump, Iberdrola tomó el 100% de su filial Avangrid con una inversión de 2.348 millones de dólares con el fin de desarrollar sus redes en los estados de Maine y Nueva York, en los que prevé invertir más de 32.000 millones hasta 2028.
En la misma dirección que Ibedrola, el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, defendió en la última conferencia con analistas que las políticas energéticas del líder republicano serán «muy positivas» porque ayudarán a reducir los precios del gas natural (GNL), lo que permitirá a la industria europea tener menores costes por la energía. «Van a impulsar al sector del gas en los EE UU y estamos bien preparados para estar ahí», recalcó Imaz. También admitió que el escenario para las renovables en este territorio será «más complejo» en los próximos años.
4.750 millones de euros
es el plan de inversión que Repsol pretende ejecutar en EE UU hasta 2027, una cuarta parte del total de sus inversiones.
Repsol prevé ejecutar en este mercado una cuarta parte de todas sus inversiones hasta 2027, entre 4.000 y 4.750 millones. Allí concentra un tercio de su producción de hidrocarburos y posee activos en áreas clave como Pensilvania, Texas, el Golfo de México y Alaska.
En renovables adquirió el 40% de Hecate Energy y ConnectGen, incorporando una cartera de 20.000 megavatios en proyectos eólicos terrestres, solares y de almacenamiento de energía y completó la construcción de una planta fotovoltaica en Texas (Frye Solar), con una capacidad instalada de 637 MW.
En su contienda contra las políticas verdes, Trump se ha ensañado especialmente contra los molinos de viento y, en concreto, contra la eólica marina. A priori tanto el negocio de Iberdrola en el proyecto Vineyard –la primera instalación a gran escala de esta tecnología en EE UU– como los parques eólicos que compró Acciona Energía en Texas quedarían fuera de esta orden que firmó el presidente en su primer día en el despacho oval. Pero las dudas continúan pesando especialmente en la cotización de la filial controlada por Acciona.
El temor a que la cruzada del inquilino de la Casa Blanca trunque su crecimiento de renovables en este mercado ha dado la puntilla a su acción hasta mínimos históricos. En su rueda de prensa, la alta dirección de la compañía redujo a «limitada» su exposición a la volatilidad de la política energética en el país, cuyo mercado representa el 20% del negocio. Acciona Energía prevé alcanzar los 3,4 gigavatios de capacidad a cierre de 2025, pero apuntó a la posibilidad de vender algunos activos solares allí, como parte de un plan de desinversiones para reforzar su balance y financiar nuevos proyectos.
El caso de Naturgy es diferente. Tiene una exposición menor en renovables, pero es uno de los principales actores del comercio de gas. La compañía cuenta con una planta fotovoltaica –7V Solar Ranch– con una potencia de 240 MW y una segunda en construcción (Grimes) en Texas con 210 MW, que se espera que inicie su operación a finales de 2025. La incertidumbre radica en si Estados Unidos abrirá las puertas de su gas a Europa, como pide Trump (lo que para la española se traduce en más volumen), pero reduce su precio en el mercado, como vaticina Repsol. En este caso, el impacto no sería relevante, porque Naturgy tiene cubierta esta contingencia con derivados, una estrategia financiera para reducir el riesgo asociado a movimientos en los precios de los activos subyacentes.
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