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Han pasado ya 50 días desde que el comité de la empresa concesionaria del servicio logístico de Solvay, Katoen Natie, emprendió su huelga general indefinida. Fue el día 3 de diciembre y desde entonces el paro, las protestas y las reuniones con la compañía no han conseguido desatascar un conflicto laboral que se mantiene enquistado. Desde los sindicatos (UGT, CC OO y USO) explican que la negociación se mantiene paralizada, «pese a su voluntad negociadora» por un desacuerdo en «30 euros en salarios de una media de 1.000 euros.
Pese a que hace un par de semanas se intensificaron las reuniones en el órgano de Resolución Extrajudicial de Conflictos Laborales (Orecla), por lo que parecía que un posible acuerdo estaba terminando de trazarse entre ambas partes, la realidad es que a día de hoy la huelga general indefinida se mantiene vigente. El presidente del comité de empresa de Katoen Natie en Cantabria, Lorenzo Fernández (UGT), explica que «hemos demostrado y de sobra nuestra voluntad de llegar a un acuerdo en todas las reuniones de negociación pero la empresa no quiere avanzar en nada y todo ahora está bloqueado por 30 euros en salarios de una media de 1.000 euros mensuales».
«Al margen de meros compromisos por solucionar determinados problemas laborales y de seguridad y salud, la empresa ahora se niega a pagarnos un 10% de complemento de polivalencia para que la plantilla haga lo que no tiene que hacer según el convenio colectivo y se limita a darnos como máximo un 7%», agregó Fernández. Al mismo tiempo, reconoce que «llevamos mucho tiempo de huelga pero la gran mayoría de la plantilla es consciente que no se podía seguir con la situación que ha habido hasta ahora porque es simplemente insostenible y la propia empresa sabe que ya hemos limitado al máximo nuestras reivindicaciones para poder alcanzar un acuerdo».
El sindicalista instó a la concesionaria «a sentarse a negociar de verdad, con ánimo de llegar a un acuerdo satisfactorio porque hasta el momento sólo se ha limitado a rechazar todo lo planteado por el comité de empresa y proponer ridículas cuantías de polivalencia y con porcentajes variables dependientes de la productividad». «Cobramos un salario mileurista, no se respetan nuestros derechos laborales consolidados desde hace muchos años ni lo que viene estipulado en el convenio colectivo y, además, quieren que trabajemos lo que no tenemos que trabajar casi gratis», concluyó Fernández.
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