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En un contexto en el que cada vez es más habitual encontrarse términos como 'sostenibilidad', 'transición' y 'descarbonización' hay quienes se aplican el cuento sólo como estrategia comercial. 'Greenwashing', o 'ecopostureo', lo llaman. Una práctica que precisamente Iberdrola señala que está poniendo en práctica Repsol ... y que ha denunciado ante los juzgados por competencia desleal y publicidad engañosa. Toda una lucha entre titanes energéticos que este jueves tuvo su campo de batalla en los juzgados de Santander (sede social donde la petrolera tiene su comercializadora eléctrica) y que tras un juicio que se alargó más de ocho horas (rodeado de una gran expectación) ha quedado visto para sentencia.
«¿Existen combustibles renovables que me permitan reducir la huella de carbono al volante?», pregunta una usuaria ficticia en una cuña de radio, y la respuesta que encuentra es la siguiente: «Sí existen, Lucía. En Repsol apostamos por el desarrollo de combustibles sintéticos generados a partir de hidrógeno renovable y CO2 para poder alcanzar las cero emisiones netas». Es una de las publicidades de 2023 con las que Iberdrola justifica que su competidor ha mentido a sus consumidores. Afirman que esa hipotética Lucía se habría hecho una imagen de la compañía que no es real. La acusación esgrimió en la vista oral que con anuncios como ese se presenta la empresa como una alternativa ecosostenible cuando es un producto que no comercializa en realidad. Y es algo que este jueves reconocieron también los peritos de la defensa, que justificaban que de ese mensaje hay que extraer «que se está apostando por el desarrollo» y no que forme ya parte de su cartera de productos.
A eso se redujo la larga jornada de juicio a cargo del magistrado Carlos Martínez de Marigorta que se celebró este jueves en la Audiencia de Santander. En una retahíla de declaraciones de consultores con perfil económico y publicista de ambas partes de dudosa objetividad −teniendo en cuenta que la mayoría han mantenido contratos de servicios habituales de una parte, de la otra o incluso de ambas a lo largo de su trayectoria−. Y este jueves los consultores barrieron para casa de su respectivo cliente. En concreto, Iberdrola contó con el peritaje de la empresa de comunicación Roman y Asociados y de la firma Nera para evaluaciones económicas, mientras que Repsol lo hizo con la firma Llorente y Cuenca –líder en España en asesoría de comunicación– y del experto en economía del mundo energético Fernando Barrera.
La parte de la eléctrica de Ignacio Sánchez Galán justifica que Repsol se presenta en reiteradas ocasiones como una compañía «multiergética» y que, además, «lidera la transición energética». Un discurso que fortalecen con mensajes como que «la lucha contra el cambio climático está en nuestro ADN» o incluso que «nuestra razón de ser es la sostenibilidad». Algo que contrasta con que realmente «es una compañía petrolera del sector del hidrocarburo con más del 90% de sus ingresos provenientes de actividades altamente contaminantes». Aseveraciones que a ojos de la acusación es «publicidad ilícita» que envuelven con «fotografías de agua y bosques y mensajes vagos y sin información veraz y comprensible para proyectar una imagen verde». «Se están abriendo camino en la eléctrica y por eso dicen que son una multienergética», insiste.
Pero así como Iberdrola se acoge a al literalidad de cada campaña, Repsol apela a todo lo contrario. En que no hay que interpretar al pie de la letra cada palabra. No niegan que se hayan presentado como una multienergética en determinadas publicidades, pero se escudan en que «el 97%» de los consumidores la conocen ya como una petrolera y es ahí donde la circunscriben aunque sepan que también explotan otros sectores. Y respecto a su preocupación medioambiental insisten en que no son una empresa sostenible pero que sí tienen la intención de alcanzar esos objetivos. Así se abrió una línea de debate existencialista al más puro estilo de Hamlet. «No es lo mismo ser que tener el compromiso», reiteraron una y otra vez a lo largo del juicio.
En medio de ese argumentario, uno de los peritos de la defensa adujo que «hoy en día ninguna empresa puede decir que sea sostenible». Apreciación que terminó sirviendo de arma arrojadiza para los de Iberdrola: «Pues Repsol así lo afirma en su Plan Global de Sostenibilidad mientras en su plan estratégico sigue apostando por aumentar su inversión en petróleo y combustibles fósiles». Sin embargo, ante ese ataque los de Repsol quisieron ensalzarse porque «su punto de partida para la descarbonización es mucho más complicado que el de las eléctricas». E insisten en que tienen el objetivo de llegar a emisiones cero en 2050 −aunque la otra parte afeó que eso no es una decisión sino una imposición de Europa−. Para concluir el abogado de la petrolera que preside Antonio Brufau redujo todo este litigio a una especie de ataque de cuernos. «Iberdrola ha descubierto un nuevo competidor y no le gusta y para desacreditarle utiliza el argumento de la competencia desleal para, precisamente, impedir la competencia leal», esgrimió.
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