Troquelmain XXI entrega la carta de despido a toda la plantilla y procede a la liquidación

De momento no ha habido cambios que pudieran levantar el pesimismo dominante en la reunión de inicios de noviembre, cuando citados administradores y sindicatos -UGT, CC OO y USO- se acordó apurar al máximo los plazos que la Ley Concursal ofrece a la espera de un interesado de última hora.

Según fuentes conocedoras del caso, sí que ha habido empresas que han preguntado o vuelto a acercarse a la factoría camarguesa, con especial protagonismo de una radicada en Cantabria y que opera en el entorno del Besaya, pero de momento no han cristalizado las gestiones después de comprobar la parálisis actual que atenaza a la industria de la automoción.

Sin embargo, hasta final de año se abre una nueva fase, de modo que los interesados pueden acudir a comprar la maquinaria en un único lote antes de que se subasten los equipos de forma separada. Como apuntan las mismas fuentes, cualquier 'novia' de la factoría puede quedarse ahora con la tecnología sin necesidad de hacerse cargo de la plantilla y, sobre todo, libre de cargas. De modo que no se descartan movimientos de última hora.

La situación especial de Troquelmain XXI también favorece un movimiento de este tipo, al que frena sobremanera la situación del sector. Cuando la catalana Dover tomó el relevó de Candemat en 2013 segregó los activos de la mercantil recién adquirida. Las naves pertenecen a una sociedad, Inmo Real State; y la unidad productiva y los trabajadores a otras. Según destacan fuentes internas, la planta cántabra permanece en un estado bueno, lejos del de una organización que fuera a echar la persiana de forma definitiva.

Troquelmain XXI, adscrita al grupo catalán Dover, cuenta con plantas en Cantabria y en Vizcaya. Hasta esta semana mantenía 97 empleados en Maliaño, 11 de ellos activos; y 75 en la localidad vasca de Sopelana, cinco regulados. Solamente en la fábrica cántabra la reducción de personal ha sido notable toda vez que, como referencia, en julio de 2018 albergaba 158 operarios. De hecho, en Vizcaya sí que se ha gestado una plataforma crítica con las relaciones entre Troquelmain y su matriz, Dover, en el sentido de que la primera supuestamente habría auxiliado financieramente a la segunda, aglutinando la hoy concursada la 'toxicidad' del balance.

Dover compró la extinta Candemat en agosto de 2013 después de que la firma enclavada en el Polígono de La Cerrada (Camargo) atravesara desde 2007 un largo y tortuoso procedimiento tras declarar igualmente su insolvencia y posterior quiebra. Troquelmain había experimentado un crecimiento sostenido desde que adquirió la unidad productiva de Candemat, pero la fluctuación del mercado de la automoción le cogió en el peor momento, tras una «inversión potente» en pos de un mayor desarrollo.

Desde la corporación hicieron en el momento de pedir concurso --julio de 2018- un repaso a la corta existencia de la sociedad. «Entre 2013 y 2016 tuvimos unos años buenos, con crecimientos e inversiones y una rentabilidad razonable. Pusimos la empresa en el mercado y logramos clientes importantes».

Entonces, ¿qué ocurrió? Una previsión bastante importante de lanzamientos de vehículos que finalmente se vio frenada por la irrupción del coche eléctrico, de modo que la salida del resto de modelos se fue ralentizando. Este parón confluyó con la inversión hecha por la compañía en Sopelana, una nueva factoría que les permitía operar con troqueles grandes.