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Si se pregunta a empresarios, políticos o representantes sindicales la sensación es unánime: 'Está todo hecho unos zorros', vienen a resumir los actores conocedores de la actividad fabril de Cantabria. La industria autonómica, especialmente la manufacturera, vuelve a atravesar turbulencias. Un movimiento de placas ... tectónicas que emerge en la superficie en forma de anuncios de ERE, ERTE o reducciones de producción. En el fondo, los problemas no son nuevos, provienen en su mayoría de antes del covid, pero hay cuestiones que se han agudizado. Repica de forma recurrente la falta de peso de Cantabria en la toma de decisiones, puesto que los centros donde se adoptan las estrategias quedan a miles de kilómetros de distancia. Unas multinacionales donde la competencia entre las delegaciones de cada país es «feroz, mucho mayor que hace años», con España en una situación de debilidad por los elevados costes energéticos.
3.246 cotizantes
ha perdido la industria manufacturera desde la gran crisis de 2008
Las cifras no engañan y 2023, especialmente la segunda mitad de ejercicio, está siendo complicada. La producción industrial cae un 5% hasta septiembre en el acumulado del año. En dicho mes, el volumen fabricado era un 9,5% inferior al contabilizado en 2022... La cifra de negocio, esto es, la facturación, también va a la baja pese al incremento de costes: un retroceso del 14,9% entre abril y septiembre, el triple que la media nacional, igualmente en descenso de un 5,8%.
Varios referentes del ámbito secundario regional abordan sus propios laberintos. Solvay con su transición energética; Ferroatlántica al ralenti por el precio de la electricidad; BSH en medio de un proceso de despido colectivo porque el mercado europeo decae; Bridgestone plantea cerrar casi cuatro meses la fábrica de Puente San Miguel por el descenso de ventas; Global Steel Wire vive pendiente del cambio de propiedad; la automoción sopesa cómo encarar todo el proceso ligado a la electrificación; Gamesa en Reinosa se ve golpeada por una crisis reputacional de todo el Grupo; Forgings & Castings resiste frente a una situación financiera complicada...
Los nombres propios son variados y de tribulaciones diversas. En el fondo, una evidencia: los retos no entroncan con la pandemia y la guerra en Ucrania. A finales de 2019, justo antes de la llegada del covid, se produjo una catarata de ERTE justificada por el precio de la energía. La última en sumarse a aquella oleada de regulaciones fue Sniace... Dos meses después anunció la liquidación y hoy en día los escombros florecen en Torrelavega.
Echando la vista atrás, buena parte del problema emana de la gran crisis de 2008. En diciembre de aquel año, hace ya tres lustros, la industria manufacturera concentraba 30.232 cotizantes. El pasado mes totalizaba 26.986, un retroceso de 3.246 empleos, equiparable a un 10,7% menos de trabajadores. Ahí está el tijeretazo real, puesto que en octubre de 2019 las afiliaciones medias llegaban a 26.681.
El presidente de CEOE-Cepyme Cantabria, Enrique Conde, apunta que a los problemas permanentes que se llevan arrastrando se han añadido algunos más actuales. «Son factores que vienen todos ya de atrás. Desde CEOE hemos dicho antes de la pandemia que había cosas claras como la energía. El centro de decisión no está aquí, está fuera. La competencia dentro del grupo es mucho más atroz. A veces compiten por subsistir. Eso le pasa a casi toda la industria», alerta.
Además, otro factor. «El producto no se puede subir de precio. Otros mercados como EE UU o Asia están 'dopando' el precio de sus productos con ayudas nacionales. Además, Europa exige estándares sociales y sostenibles que no los cumplen los de afuera, donde además compramos los productos», lamenta.
Conde señala que el margen de calidad «es cada vez más pequeño». Además, «últimamente hay un tema vital. ¿Para qué esforzarse tanto? Hay empresarios que optan por cerrar la empresa: dar una indemnización buena a su plantilla y retirarse con un dinero que les queda en lugar de trabajar más e invertir todo su patrimonio. No hay continuidad», afirma.
Desde CC OO, César Conde, secretario general de la Federación de Industria, admite que «llevamos un otoño bastante complicado». ¿Cuáles son las causas? «Es un cúmulo de cosas. Precios de energía, escasez de materiales en estos últimos años... Estamos viviendo un cambio de paradigma. Es necesario elevar el valor añadido de lo que producimos para distinguirnos de la competencia. Debemos incidir en lo que hemos aprendido desde los 70. Tener también industria nacional, pues si la mayoría es de fuera también nos resentimos», dice.
El portavoz de CC OO analiza que «la primera mitad ha ido relativamente bien. El último trimestre está siendo bastante debacle. Para 2024 la perspectiva es tímidamente mejor, con algunos pedidos ya confirmados en varias fábricas», remacha.
Su homólogo de UGT, Luis Díez, aporta que «es realmente preocupante que todas las grandes empresas 'se hayan puesto de acuerdo' casi al unísono en convocar ERTE, salvo BSH que ha optado por despidos. Muchas veces los ERTE son un 'por si acaso' cuando realmente no tendrían que emplearse de esta manera». Díez sí que sostiene que «es evidente que los pedidos han bajado en algunas empresas. Los ERTE están para situaciones momentáneas, pero con datos reales. Hay que ser conscientes de que la incertidumbre mundial no ayuda. Hay indicios de que el año que viene se puede remontar algo, pero de momento son eso, indicios», resume.
La secretaria general de USO, Mercedes Martínez, señala que «la crisis de la industria de Cantabria obedece a muchos factores, algunos de ellos son externos y se escapan a acciones de corrección en el ámbito de la región, como es el precio de la energía o las tensiones geopolíticas, que por otra parte son de impacto global. Pero el declive de la industria manufacturera obedece principalmente a la ausencia de tensión política y por tanto social en defensa del sector», comienza.
A su juicio, «durante el siglo XXI Cantabria ha centrado sus objetivos en promocionar el sector turístico. El presidente Revilla ha sido el paradigma de político entregado a esa causa pero a la vez con una Administración regional que ha dado la espalda a la industria. La excesiva madurez de nuestro tejido productivo y la ausencia de medidas de atracción de inversión para el sector con planes serios y no simples ocurrencias puntuales están llevando a la debacle».
La Unión de Empresas Siderúrgicas (Unesid) dio esta semana la bienvenida al nuevo ministro de Industria, Jordi Hereu, con una serie de 'deberes' para ayudar al sector. Entre ellos, «la necesidad de que los consumidores electrointensivos y, en concreto la siderurgia, dispongan de electricidad a un precio que les permite competir en igualdad de condiciones con los principales países europeos». En este sentido, Unesid, que integra a firmas como el Grupo Celsa, Ferroglobe, Reinosa Forgings & Castings o Santander Coated, recalca que «de nada sirve descarbonizar nuestras instalaciones si no vamos a disponer de vectores energéticos alternativos a tiempo, en cantidad suficiente y a precios» que no perjudiquen el producto.
El consejero de Industria del Gobierno de Cantabria, Eduardo Arasti, señala como factores de la situación actual que la Comunidad «ha sido hostil a la inversión», algo que se pone de manifiesto en los datos del ICEX de inversión extranjera, así como por el presidente del Círculo de Empresarios, Manuel Pérez-Sala, esta misma semana en el Foro Económico de El Diario. Además, una menor apuesta en I+D que la media, recuerda Arasti. «El gasto era del 0,96% del PIB en Cantabria en 2022, mientras la media española era del 1,43%, la mayor diferencia de los últimos 18 años», apunta, para lamentar que «sin inversión y sin innovación, ¿qué resultados podíamos esperar?».
El portavoz del Ejecutivo propone diferentes actuaciones para revertir la tendencia. Una «reforma fiscal» que frene la huida corporativa a otros territorios. Ya dentro de su departamento, el aumento presupuestario del 32% de Sodercán: «Se trata de ayudar a que las empresas de Cantabria puedan invertir para mejorar su productividad y, por tanto, su competitividad», a la par que se busca atraer cualquier tipo de inversión.
En relación a la industria electrointensiva, avanza una reunión próxima con el Gobierno de España para tratar de cambiar «180 grados» la política energética nacional. Arasti insiste en la necesidad de más suelo industrial; de apoyar proyectos como el nuevo centro de datos de Ambar; la importancia de La Pasiega y su «vital» estación intermodal... Incide en los avances con los parques eólicos o en la relevancia de ampliar Aguayo, entre otros.
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