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Las enfermedades profesionales no son fáciles de detectar y es precisamente lo que se necesita para poder prevenirlas. Cantabria es una de las autonomías en las que la incidencia de estas patologías es superior a la media española lo que, lejos de ser una ... mala noticia, supone que el sistema de detección funciona algo mejor aunque todavía dista mucho de ser perfecto. Entre otras cosas, porque entran en juego las competencias de las mutuas y el sistema público de salud no tiene el papel predominante que debería de tener. La externalización de los servicios de prevención y la práctica desaparición de los médicos de empresa tampoco ayuda a que la declaración de estas enfermedades se adapte a la realidad.
En 2018 se comunicaron en Cantabria un total de 366 partes lo que supone una incidencia de 204, que supone un incremento sobre 2017 que fue del 10,5% (184). Este índice se mide relacionando el número de partes con cada 100.000 trabajadores. El número de trabajadores de la región el pasado año fue de 179.797, según los datos del Instituto Cántabro de Seguridad y Salud en el Trabajo (Icasst). A nivel nacional, con un total de 15.635.806 trabajadores se registraron un total de 24.231 partes, siendo la incidencia de 155. Navarra, que ocupa el primer lugar, tuvo una incidencia de 654. Cantabria ocupa el séptimo puesto detrás de Navarra, La Rioja, Paìs Vasco, Murcia, Aragón y Valencia.
«Así como en los accidentes laborales nuestra prioridad es reducir el número de los mismos, en el caso de las enfermedades profesionales el objetivo es detectar el mayor número de ellas para poder prevenirlas», valora el director del Icasst, Amalio Sánchez. En su opinión, en el caso de los accidentes, las empresas no tienen mas remedio que asumirlos, pero cuando se trata de las enfermedades profesionales es más complicado y no quieren que se pueda relacionar una determinada patología con las condiciones laborales. Luego entra en juego la valoración de las mutuas y del INSS.
Volviendo a los datos, algo menos de la mitad de los 366 partes de 2018, el 48% fueron baja y el resto sin ella. El 54% del total correspondieron a mujeres. Se evidencia que el 29% del total son partes con baja de mujeres frente a un 19% de partes con baja de hombres. En cuanto a la edad media de los trabajadores afectados, fue de 45 años, cifra que no ha variado respecto a 2017, excepto en la edad media de las mujeres que pasa de 44 a 45 años y la de los hombres que va de los 46 a los 45 años.
De otro lado, el año pasado el índice de incidencia en el colectivo de trabajadores autónomos creció pasando de 86 partes de enfermedad en 2017 a 112 por cada 100.000 afiliados en 2018, aunque los 9 partes comunicados suponen un 2,5% del total.
En relación al número total de partes, en 2018, de nuevo, más de la mitad, concretamente el 60,9%, procedieron del sector servicios, en el que se registraron 223 de los 366 totales y la mayoría, el 73,5% relativos a mujeres. El sector que le sigue en relevancia fue el de la industria, con un 32,5% del total, en este caso el 70,6% correspondieron a hombres. Sin embargo, en términos de índices de incidencia, este sectores en el que se obtuvo una mayor probabilidad de comunicar un parte de enfermedad profesional. Por encima del índice medio de todos los sectores y detrás de la industria se sitúa la construcción. En comparación con 2017, los índices de incidencia del sector agropecuario y de la industria han disminuido mientras construcción y servicios han crecido.
Pero ¿que entendemos por enfermedad profesional? Se denomina proceso de enfermedad profesional al conjunto de partes cerrados correspondientes a un mismo trabajador y enfermedad que haya tenido al menos un día de baja IT. No es lo mismo una mera enumeración de partes que la identificación de un proceso. Gracias al seguimiento continuado es posible comprobar si el diagnóstico inicial ha sido correcto.
El nuevo cuadro de enfermedades profesionales (decreto 2006) tiene estructura de doble listado: por una parte, el anexo 1, que contiene la lista de enfermedades profesionales y por otra, el anexo 2, con la lista complementaria de enfermedades cuyo origen profesional se sospecha y cuya inclusión en el anexo 1 podría contemplarse en el futuro. Un decreto de mayo de 2018 modifica el anterior para introducir el polvo de sílice libre como agente R y como subagente 01, cáncer de pulmón.
El anexo 1 comprende seis grupos de enfermedades: causadas por agentes químicos; causadas por agentes físicos; causadas por agentes biológicos; producidas por la inhalación de sustancias y agentes no comprendidos en alguno de los otros apartados ; enfermedades de la piel originadas por agentes no comprendidos en otros apartados y las causadas por agentes carcinogénicos.
2008 187.225 trabajadores | 396 partes | 212 incidencias
2009 177.531 trabajadores | 433 partes | 244 incidencias
2010 175.548 trabajadores | 288 partes | 164 incidencias
2011 173.423 trabajadores |354 partes | 204 incidencias
2012 170.369 trabajadores | 274 partes | 161 incidencias
2013 162.346 trabajadores | 296 partes | 182 incidencias
2014 163.068 trabajadores | 293 partes | 180 incidencias
2015 167.651 trabajadores | 290 partes | 173 incidencias
2016 170.084 trabajadores | 351 partes | 206 incidencias
2017 174.791 trabajadores | 322 partes | 184 incidencias
2018 179.787 incidencias | 366 partes | 204 trabajadores
El reconocimiento del carácter profesional de una enfermedad es un proceso de varias etapas: una corresponde al conocimiento del medio ambiente y condiciones de trabajo, otra al conocimiento clínico-biológico y otras al marco legislativo y médico-legal, que permite establecer las diferencias entre las enfermedades profesionales y las comunes.
Tras la entrada en vigor del RD 1299/2006 y hasta la fecha, la situación no se ha modificado en exceso. Sin embargo, los niveles de declaración en los 6 grupos del listado de enfermedades profesionales están muy desequilibrados, con un gran porcentaje de declaración dentro del grupo 2 por agentes físicos, en concreto en relación a la patología musculo esquelética, seguido por el grupo 5 de enfermedades de la piel, y luego unos porcentajes de declaración del resto de grupos muy por debajo de lo que los distintos especialistas piensan que existe realmente.
¿Qué factores pueden incidir en ese desequilibrio en los niveles de declaración? En primer lugar, la descoordinación entre los distintos actores que participan en la declaración de la enfermedad profesional (mutua, INSS, Servicio Público de Salud, servicio de prevención, etc). En segundo término, la desinformación o falta de formación en aquellos agentes no directamente relacionados con la patología labora . Esrtán, además, las posibles deficiencias en el control de la vigilancia de la salud y los déficits informativos en las empresas sobre el concepto de la enfermedad profesional y su relación coste/beneficio, con desconocimiento de la normativa vigente.
El 'burn-out' o 'síndrome del quemado' está más cerca de ser considerado una enfermedad profesional después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo haya declarado que será enfermedad a partir de 2022. Desde los sindicatos celebran este anuncio puesto que supone un paso más para que sea reconocida en España como enfermedad profesional, aunque temen que este proceso pueda demorarse en el tiempo.
El agotamiento es un síndrome conceptualizado como de estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito. Puede estar asociado al empleo, pero también al desempleo.
Industria manufacturera: Por ramas de actividades es la de mayor incidencia de enfermedades profesionales en Cantabria, como ya sucedió en 2017, con un índice de 424, teniendo en cuenta que la media de la región fue del 204.
Comercio al por mayor y reparación de vehículos: El comercio al por mayor y menor y la reparación de vehículos de motor y motocicletas es la tercera actividad en la región con mayor número de incidencia.
Suministro de agua, gestión de residuos: Esta actividad también tiene una incidencia superior a la media de la región. El índice de incidencia es del 218 si bien el número de partes solo fue de 4, 2 hombres y 2 mujeres.
Actividades administrativas y servicios auxiliares: El sector servicios es el que más número de trabajadores ocupa en Cantabria. Las actividades administrativas tuvieron una incidencia del 372, con 59 partes, en 2018.
Construcción: También este sector se sitúa por encima de la media de Cantabria, con un 221. Se registraron 23 partes y todos fueron de hombres. Tampoco hubo mujeres en el agropecuario.
Educación: Este sector tuvo una incidencia algo menor a la media, con 20 partes, 18 de los cuales eran de mujeres. Las patologías relacionadas con la enseñanza están bastante bien definidas.
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