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Parte del complejo de Sniace dedicada al blanqueo del material, en pleno desmantelamiento

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Parte del complejo de Sniace dedicada al blanqueo del material, en pleno desmantelamiento Luis Palomeque

En las entrañas de Sniace

El Diario Montañés accede al antiguo complejo industrial de Torrelavega, ahora lleno de escombros y más parecido a un escenario bélico

Jesús Lastra

Santander

Martes, 2 de abril 2024

Basta cruzar la báscula de pesaje de camiones, aquella que en los buenos tiempos llegó a superar los 250 convoyes en sólo un turno de mañana, para que los recuerdos emerjan en la voz de los protagonistas y los sentimientos, especialmente la nostalgia y melancolía, dominen el ambiente. El estado actual de Sniace, con los trabajos de achatarramiento ya avanzados, viene a firmar el penúltimo capítulo de un pilar industrial de Cantabria y el Besaya condenado hace tiempo a la desaparición y cuya historia alcanza ya los 85 años. No habrá más, pues previsiblemente el plan de liquidación quedará rematado este 2024 para dar paso a los cimientos de un nuevo futuro. Ese que dibujan Copsesa y RIC Energy en forma de una moderna fábrica de hidrógeno verde y derivados.

De aquella Sniace puntera y motivo de orgullo del régimen franquista –era habitual ver imágenes de las líneas de producción en el NO-DO como propaganda de la pujanza española– ya no queda nada. No es nuevo, evidentemente. Bien lo saben los vecinos de la ciudad, los acreedores afectados por su insolvencia, las administraciones y los propios trabajadores, la mayoría ya desvinculada de la organización.

Algunos quedan todavía, supervisando este compás final. Varios lustros en la organización que se agolpan en la retina mientras las máquinas prosiguen sin cesar las labores de desmantelamiento de la chatarra, lo que ha llevado al recinto a una imagen más propia de cualquier conflicto bélico que aparezca a día de hoy en los medios de comunicación, con los suelos reconvertidos en un océano de escombros, amasijos de hierros acumulándose estratégicamente en diversas zonas del complejo y unos edificios agujereados como un queso gruyer. La fotografía final a pie de obra es la de una estructura desnuda, destrozada, con unos inmuebles de aparente fragilidad pese a la ferralla que atesoran.

La firma catalana Metalgara y la leonesa Veaco se hicieron con los diferentes lotes para quedarse con los metales y chatarra del complejo. Unas adquisiciones, ya explicadas por El Diario, con un precio de compra que les permitirá multiplicar el beneficio que obtengan por la mercancía que sale de forma continua del recinto. Las labores están autorizadas inicialmente hasta finales de mayo, aunque no se descarta que puedan prolongarse unas semanas más hasta los primeros compases del verano.

En el área de cogeneración los trabajos de desmantelamiento fueron más rápidos. La firma americana ProEnergy se quedó con los equipos, otro de los distintivos de la compañía en los últimos años.

En paralelo a estas obras Sniace aún debe dejar el terreno en condiciones para poder cerrar sus autorizaciones ambientales, supervisadas por el Gobierno de Cantabria. Este es el paso previo a que los nuevos dueños puedan tomar posesión de las fincas y avanzar, en la medida que lo deseen, en la nueva página industrial del polígono a lomos del hidrógeno verde.

Chatarra y escombros dominan todo el recinto. L.Palomeque

Claves

  • Plazos Las empresas que se quedaron la chatarra seguirán trabajando al menos hasta final de mayo

  • Trámites Sniace ha terminado sus catas y sondeos de contaminación y los ha enviado a analizar

  • Retos Pese al notable avance del desmantelamiento, siguen en pie los edificios que contienen amianto

De hecho, Sniace ha contratado a Sereco para que le asista en todas estas labores, que pivotan no sólo en la segregación de los residuos para la posterior clasificación y retirada de los mismos, sino igualmente en uno de los puntos más controvertidos de toda esta transición: el plan exploratorio de los suelos para concretar el grado de contaminación del terreno y los trabajos de restitución.

Polémico en el sentido de que lo que no rematara Sniace quedaría a la espalda de RIC Energy y Copsesa, ya que tendrían que asumir estas los trabajos de rehabilitación ambiental para poder tramitar sus permisos vinculados a su futura actividad. Como ejemplo pragmático, las empresas de chatarrería no han accedido a todo el metal disponible entre los laberínticos edificios puesto que en algunos casos las labores de descontaminación o las horas de trabajo no compensaban el precio de la posterior comercialización.

En todo caso, por pruebas no será. Dicho plan exploratorio incluye finalmente cerca de 200 muestreos, entre catas, sondeos o los denominados 'piezométricos', un test que mide si el agua subterránea presenta niveles anormales por potencial contaminación.

Esos diagnósticos sobre el terreno ya se han llevado a cabo e, incluso, se han remitido a un laboratorio. Se espera que los resultados puedan estar en un mes, un documento fundamental para poder cerrar las actuales autorizaciones ambientales.

Los riesgos que vienen

Sí que es cierto, y así lo confirman a este periódico varios expertos en arquitectura y edificación, que estos trabajos de desmantelamiento, bastante agresivos, apostillan, condicionarán los pasos posteriores.

Basta observar el estado en que quedarán algunas de las estructuras para cuestionar su estabilidad a futuro o el potencial riesgo de derrumbe, explican las mismas fuentes. O las múltiples oquedades en los inmuebles a través de las cuales los chatarreros han accedido a diversas estancias para extraer material, lo que facilita intrusiones futuras una vez abandonen el emplazamiento, con el consiguiente peligro para la seguridad.

Los chatarreros seguirán trabajando al menos hasta final de mayo L.Palomeque

Otro elemento adicional a tener en cuenta: las labores para retirar la chatarra llevan ya un elevado grado de avance, pero restan aún las partes más complejas para desmantelar, relativas a inmuebles que contienen amianto en sus estructuras.

Copsesa y RIC Energy, según explicaron en diciembre a este periódico, no tenían previsto meter la piqueta en el recinto hasta que no se tuviera certeza administrativa tanto de la Confederación Hidrográfica, que en principio no supone un gran escollo; como de Red Eléctrica Española. Aquí tampoco habría gran dificultad para la primera fase de la fábrica de hidrógeno, puesto que con la estructura ya existente se da cobertura a la demanda energética de la futura instalación. Sin embargo, el Gobierno autonómico ya ha pedido al Ministerio de Transición Ecológica que incluya en su planificación futura una segunda subestación eléctrica que respalde tanto la fase adicional de la fábrica de hidrógeno como otro gran proyecto pendiente en la zona: la transformación energética de Solvay en Barreda. Como cierre de los desafíos iniciales, la evidente tramitación del Ejecutivo regional, tanto el finiquito definitivo del expediente de Sniace como el arranque del concerniente a Besaya H2.

Respecto a los nuevos propietarios, de momento domina el silencio en relación a sus pasos inminentes. De hecho, desde la presentación pública de finales de 2023 no han vuelto a pronunciarse en relación al avance de sus gestiones para continuar armando el proyecto encaminado a insuflar optimismo y actividad económica en el corazón más deprimido de Torrelavega.

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