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La innovación, hoy en día no es algo opcional. Se ha convertido en un valor diferencial, fundamental e imprescindible para las empresas y la economía de los territorios. La razón no es otra que el contexto global en el que vivimos, el cual nos lleva a medir nuestros productos y servicios con los que se desarrollan en cualquier parte del mundo. Por ello «la supervivencia de las empresas, de prácticamente cualquier sector, y por ende de la economía de las regiones está condicionada por su competitividad, la cual, en gran medida, depende de su capacidad de innovación».
Esta declaración, de Daniel Pérez, vicerrector de Transferencia de Conocimiento y Emprendimiento de la Universidad de Cantabria, muestra el contexto que, a finales de 2022, llevó a la institución académica a poner en marcha el Proyecto Cátedra de Innovación. Una iniciativa impulsada junto al Gobierno de Cantabria a través de la, entonces, Consejería de Industria, Turismo, Innovación, Transporte y Comercio –y amparada también por el actual Ejecutivo regional de la mano de la Consejería de Industria, Empleo, Innovación y Comercio–.
«Mi valoración sobre este año de trabajo es muy positiva, ahora hay que seguir sin caer en la complacencia y la relajación»
«Fomentar la innovación en el tejido productivo de Cantabria mediante la transferencia de conocimiento de la Universidad de Cantabria a las empresas y agentes económicos de la región» fue el objetivo con el que nació esta colaboración que actualmente, cuando se encamina hacia su segundo aniversario, ha demostrado ser «mucho más que un acuerdo». Da cobertura a una necesidad existente de conectar a empresas con el conocimiento científico y técnico de la universidad y se ha posicionado como «una apuesta real por apoyar la innovación y hacerlo utilizando a su principal agente de conocimiento», afirma rotundo el también director de la cátedra.
A través de esta iniciativa –dotada con un presupuesto anual de 100.000 euros– se coordinan una serie de actuaciones entre grupos de investigación y empresas o instituciones de la comunidad autónoma encaminadas a sensibilizar sobre la importancia de innovar, formar a los responsables de las compañías, generar mecanismos de colaboración, premiar la elaboración de TFG, Máster y Tesis doctorales sobre temáticas relacionadas con la innovación, la industria y el desarrollo tecnológico, organizar cursos y foros...
Con todo ello, asegura Pérez, «se genera un beneficio bidireccional, ya que esta cátedra permite crear espacios de interconexión entre empresas e investigadores de Cantabria al tiempo que se fomenta una confianza entre ambos que redunda en más facilidades para colaborar y compartir conocimiento».
No son dos logros triviales. Y es que cuando Pérez asumió su cargo y analizó los datos de colaboración y transferencia, observó con «pena» cómo empresas de fuera de Cantabria buscaban más colaboración con la UC para desarrollar innovaciones que las compañías de casa, «algo que afortunadamente se está mitigando», asevera.
Así pues, estamos en el camino adecuado. Este Proyecto Cátedra de Innovación está llevando a cabo «actividades de relevancia con un enfoque aplicado, que están siendo demandadas por un elevado número de empresas e investigadores, los cuales muestran una alta satisfacción». Un análisis que permite valorar «muy positivamente» el trabajo realizado pero «sin caer en la complacencia y la relajación».
Esta ambición por seguir mejorando que queda patente en la hoja de ruta que el vicerrector tiene definida para el corto y medio plazo. Aplicando una visión estratégica basada en la experiencia y el conocimiento en la materia, Pérez apunta que los siguientes pasos del proyecto deberían ser consolidarse y tener continuidad.
Así, desde la dirección de la cátedra buscan dar periodicidad –mínimo anual– a algunas de las actuaciones ya realizadas, de manera que no se perciban como algo ocasional y «generen un vínculo fuerte entre los agentes participantes que, incluso permita establecer indicadores de seguimiento y rendimiento». Y junto a estas actividades cíclicas, es vital, continúa, incorporar nuevas propuestas que «nos permitan ampliar el rango de empresas y sectores a los que llegamos».
En cuanto a las perspectivas a medio plazo, Pérez ya advierte que «el desarrollo y la búsqueda de innovaciones nunca termina», por lo que, lo «deseable» es dar la suficiente continuidad a la iniciativa para que más pronto que tarde, cualquier empresa o agente que quiera innovar pueda apoyarse de manera sencilla en el conocimiento científico y técnico de la Universidad de Cantabria. Una institución que, además goza de una posición privilegiada en este campo, tal y como ha quedado reflejado en la última edición del ranking independiente CyD, que ha situado al centro cántabro «en los puestos líderes en investigación de las universidades españolas».
Una situación que «tienen que aprovechar las empresas de Cantabria» para contribuir a revertir los malos datos que suelen mostrar las estadísticas sobre innovación en el ámbito económico y empresarial de España. «No hay baritas mágicas», concluye el vicerrector, «el único camino es invertir y favorecer un ecosistema innovador. Y buen ejemplo del trabajo en esta línea es precisamente este Proyecto Cátedra de Innovación entre el Gobierno regional y la Universidad de Cantabria».
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