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Es el 'pepito grillo' de la sección económica. Una voz que analiza en profundidad, y generalmente advierte, de que los excesos hay que pagarlos. Que la factura, tarde o temprano, siempre llega. Ignacio Marco-Gardoqui, analista de El Diario Montañés y ABC, acude el ... miércoles al Hotel Bahía de Santander para participar en el Foro Económico. Como tarjeta de presentación, el título de su ponencia: 'Tres problemas, ¿irresolubles?'. La deuda, la inflación o las pensiones formarán parte de una conferencia en la que el invitado volverá a evidenciar su brillantez en el diagnóstico y cierta ironía que rezuma igualmente en la entrevista que concede a este periódico.
-En ocasiones da la impresión de que leyendo sus análisis 'clama sólo en el desierto' respecto a los riesgos, entre otros, del déficit o la deuda. Parece que el BCE ahora le da la razón. ¿Usted se siente así?
-Sí, pero no pasa nada. Yo no he hecho ninguna previsión clarividente, simplemente he dicho perogrulladas. Que el IPC iba a subir más y durante más tiempo te lo decía cualquier gestor de empresas, empeñado en trasladar a sus precios las ingentes subidas de sus costes. Y no era difícil de adivinar que el crecimiento ilimitado de la deuda en realidad sí tenía límites.
-¿Qué más le queda a la economía española por pasar tras una pandemia, una crisis de suministros, una guerra y ahora una inflación desbocada?
-Nos queda la crisis de deuda. Ante la retirada del BCE de las compras debemos buscar nuevos inversores que nos van a exigir una prima de riesgo más alta. El mecanismo que prevé el BCE para evitar el 'desacople' de los países del sur obligará a los 'frugales' a un nuevo ejercicio de solidaridad. Lo harán, pero nos lo van a cobrar en forma de ajustes y recortes. Esos que nadie acepta.
-¿Cómo se puede revertir esta tendencia?
-Muy difícil. Debemos 1,45 billones de euros que suponen el 117% de el PIB. Bajar esa ratio a lo previsto en el Pacto de Estabilidad supondría rebajar la deuda en más de 700.000 millones. Eso es imposible, así que habrá que idear alguna chapuza para evitar el caos o, al menos, para retrasarlo. Llevamos años que en lugar de implantar soluciones a los problemas, nos dedicamos a retrasarlos.
-No es usted un firme convencido de la 'excepción ibérica'...
-No creo mucho en las intervenciones de precios. Acostumbran a crear más problemas que los que solucionan. El caso actual del tope del gas es un alarde de imprevisión, de pésima gestión... Y de mala suerte.
-¿Recibe muchas quejas de políticos o empresarios por sus artículos?
-No muchas. Los políticos no llevan contabilidad de doble entrada. Solo apuntan cuando les criticas o cuando alabas al oponente, así que siempre estás en deuda con ellos. Es imposible contentarles. Los empresarios son más directos, pero me da que, en general, discrepo menos con ellos. Pienso que no reciben el reconocimiento que merecen.
-¿Qué hay que hacer para atajar la deuda española y su déficit?
-Rezar. El tamaño del problema es tan grande que impide su solución. ¿Qué hacemos los demás cuando se nos dispara el gasto en verano? Ser más austeros en otoño. Pero los políticos viven en un verano permanente.
-¿Es la gente consciente de la situación de la economía?
-No, ni de lejos. Desde el Gobierno nadie cuenta la verdad y tampoco nos apetece mucho eso de prever un futuro negro, tras reconocer que la pandemia, la invasión de Ucrania y la inflación desatada nos han empobrecido a todos. Además siempre nos queda el recurso de que paguen los ricos. ¿Quién es rico? Esa pregunta es muy fácil: todo aquel que gane o tenga un euro más que yo.
-¿Seguirá subiendo la tensión en la calle?
-Mientras gobierne el PSOE, no. ¿Alguien se explica la apabullante mansedumbre de los sindicatos y los partidos de izquierda frente a la situación tan grave que atravesamos? Además ya hemos convenido en que la culpa de todo la tiene Putin e irse de manifestación al Kremlin es muy cansado y caro. Cuando cambie el Gobierno cambiarán las tornas y aparecerá la agresividad social. Máxime cuando se implanten los recortes y los ajustes necesarios para revertir la situación.
-¿Cómo se reconduce el problema de las pensiones?
-Es un problema de simple aritmética. O subes los ingresos o bajas los gastos o ambas cosas a la vez. Mantener una tasa de sustitución casi del 8% del último salario por la primera pensión cuando Alemania se sitúa alrededor del 50% es un lujo que no nos podemos permitir. Igual que eso de retrasar unos pocos meses la edad de jubilación, cuando la esperanza de vida ha aumentado más de una década. Pero, ¿quién se atreve a decir que eso no es viable? Desde luego nadie que pretenda luego ganar unas elecciones.
-¿Cómo ve la economía de Cantabria?
-No soy quien para opinar, pues no conozco bien la situación. Como 'usuario' (vengo mucho a Barcenaciones), creo que tiene un potencial enorme en la captación de un turismo de calidad. Y en mi experiencia profesional creo que su administración, al menos la industrial, está cerca de los administrados. Pero, en cualquier caso y dado su tamaño, yo no me fijaría en Madrid, lo haría más en Málaga, como ejemplo de economía pujante y sociedad dinámica.
-¿Qué le parece la huelga en el sector del metal que tiene paralizada la Comunidad?
-Tampoco ahí puedo dar 'doctrina' porque desconozco el problema. Pero creo que no es el momento de la confrontación, sino el de la colaboración. Hay que defender el trabajo de hoy, sin olvidar nunca el de mañana. Nos jugamos todos mucho. En realidad, nos lo jugamos todo.
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