Entre las farmacias de Cantabria, existen varias antiguas y ya centenarias: ocasión hemos tenido de escribir sobre la botica del Puente, con origen nada menos ... que en 1806, y sobre Villafranca, que se inició en 1887. No me gustaría dejar de mencionar otras farmacias que siguen prestando su eficaz servicio, como la de la licenciada M. Breñosa en la plaza de Pombo, del nada despreciable año de 1874, o la que fundara en 1923 José Estrada Conde en Puertochico, en la actualidad regentada por la licenciada Patricia Díez Viadero.
Sobre la farmacia García Pardo, situada desde hace más de un siglo en el bajo del número 7 de la plaza de la Esperanza, recae no sólo una trayectoria de gran profesionalidad, con la regencia además del gran formulista y farmacéutico que fue José García Amo, sino la presencia en sus inicios del poeta León Felipe (1884-1968). De hecho, una placa puesta con motivo del centenario del nacimiento del poeta exiliado a México, felizmente nos lo recuerda: «Esta farmacia fue fundada en el año 1910 por el licenciado Felipe Camino, después León Felipe para las letras. Los farmacéuticos de Cantabria le recuerdan con motivo de su centenario».
León Felipe no era montañés, sino zamorano, de Tábara, aunque tuvo mucha relación con Santander, donde trabó amistad, entre otros nombres destacados, con otro castellano, el escultor Victorio Macho. Llegó Felipe Camino a la ciudad porque su padre, Higinio Camino de la Rosa, vino a tomar posesión de una de las notarías, en 1893. Estudió en los Escolapios de Villacarriedo y en el Instituto de Santander. Aficionado al teatro, participó como actor en varias obras de autores hoy ignotos, como José Jackson Veyán, Vital Aza o Joaquín Presmanes. También dirigió varias representaciones, como las tres de la 'Velada a beneficio de los soldados de Melilla celebrada en el Teatro Principal de Santander la noche del 20 de abril de 1912': 'Rayo de luna' (de Enrique Menéndez Pelayo), 'La marcha de Cádiz' (de Carlos Arniches y Celso Lucio) y 'Al natural' (de Jacinto Benavente). Todo ello muy olvidado ya,. Pero entonces se escribió sobre él: «Es Camino uno de los mejores aficionados que ha habido y hay en Santander. Pulsa toda la lira. Lo mismo como director de escena, que como actor dramático o cómico».
Le gustaba sin duda mucho más la tertulia y la actividad artística (no hay que olvidar que boticas y reboticas eran centros de reunión), pero en la capital regentó de manera consecutiva dos farmacias. La primera fue en el número 12 de la calle San Francisco (1907). Al venderla, inauguró el 29 de diciembre de 1910 la actual de los García Pardo, en la plaza de la Esperanza. Lo cierto es que la compra concluyó con un juicio en que Felipe Camino fue condenado por impago de préstamo. Dice Fermín Sánchez más poéticamente que «abandonando las píldoras, jarabes y tarros blancos con letras de oro, de los boticarios, entró de lleno en la poesía para hacer famosa su firma de León Felipe». Tras años de ausencia, regresó a Santander en 1920, por un homenaje que se le organizó al ser nombrado Administrador de Hospitales en la colonia de Fernando Poo. En los años treinta realizó alguna visita esporádica, hasta que en 1938 marchó definitivamente del país. Aurelio García Cantalapiedra publicó dos valiosos opúsculos para quien esté interesado en el tema, 'Santander en la vida y en el recuerdo de León Felipe' (1974) y 'Los años santanderinos de León Felipe' (1984).
José García Amo (1924-2004), natural de Pola de Viana, hijo de uno de los veterinarios de la cuenca minera, ha sido uno de los grandes profesionales farmacéuticos de nuestra tierra y es justo rendirle al menos unas líneas, dedicado a la farmacia galénica y la formulación magistral. En la farmacia conservan aún alguna pequeña selección de sus preparados, entre los que destaca una célebre pomada, la 'nevasona'. Licenciado en Santiago de Compostela, ejerció en Lugo y Santiago y trabajó para un laboratorio suizo. En 1957 llegó a Santander como director de ventas de Industrial Farmacéutica Cantabria, propiedad de los Pérez del Molino, laboratorio que sigue en activo como Cantabria Labs. García Amo y su mujer, la gallega Mercedes Pardo, a quien conoció durante la carrera, tuvieron ocho hijos, de los cuales, con excepción de Merche (médico) y María (abogada), seis (por cierto todos ellos licenciados también en Santiago), se han dedicado a la farmacia. La cuñada de García Amo, Pilar, también fue farmacéutica.
La historia previa se resume en lo siguiente: el ya reputado formulista García Amo adquirió la farmacia de la plaza de la Esperanza a De la Torriente en 1963. Diez años más tarde, compró a Modesto Álvarez Romero la farmacia del número 4 de la cercana calle Amós de Escalante, compartiendo desde 1999 la titularidad con sus hijas María Dolores (la de la plaza de la Esperanza) y María José (la de Amós de Escalante, llamada 'Farmacia Central de Santander'), que cumplidamente me completan algunos datos familiares y empresariales. Afirmó Salvador Arias sobre don José que «amó tan profundamente su carrera que, hasta el fin de sus días, atendió a cuantas personas llegaban a su farmacia de la calle Amós de Escalante en busca de consejo y alivio para tantas dolencias que trató con su extraordinaria y eficaz formulación magistral». En la actualidad la titularidad de la farmacia de la plaza de la Esperanza la comparten las hermanas María Dolores y Pura, habiendo estado previamente en ella Ladislao García Pardo (casado, por cierto, con la también farmacéutica Carmen Rosa Rumayor). Las otras dos hermanas farmacéuticas han sido María Luisa, en la farmacia de Reina Victoria, 35 (por cierto, pegada a la calle León Felipe), y Carmen, establecida en Galicia.
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