Ferroatlántica confía en completar 2024 sin parar la actividad de la planta de Boo

La hoja de ruta ya supone un avance respecto a 2023, cuando el complejo enclavado entre los municipios de Camargo y El Astillero estuvo detenido entre mayo y agosto. Eso sí, de entrada sólo se mantendrá encendido uno de los cuatro hornos de los que dispone el complejo, a la espera de ir confirmando la evolución del precio de la electricidad.

Continuidad pero todavía lejos de una capacidad aceptable para la factoría cántabra. Por ello, el fabricante de ferroaleaciones cerró en noviembre pasado un nuevo acuerdo para renovar el Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) que aplica desde finales de 2022 en sus centros productivos españoles.

Con una última reunión que se celebró precisamente en las oficinas de la factoría de Boo, Ferroglobe y sindicatos acordaron una regulación para el nuevo año más laxa que la previamente vigente. Como explicó El Diario, el nuevo expediente se limita a la primera mitad de 2024. Fuentes de Ferroglobe señalaron en su momento la importancia de tratar de «solucionar» en este periodo de nueva regulación la «problemática» energética que penaliza a las instalaciones fabriles españolas, frente a la competencia alemana o francesa con mejores costes de electricidad. El acuerdo contemplaba una afectación del 55% de la jornada y complementos para el personal que agote su prestación por desempleo. La plantilla en la fábrica cántabra llega a las 145 personas.

No obstante, la magnitud del ERTE es menor de lo previsto en un primer momento. Como referencia, en el expediente temporal pactado a finales de 2022, y que se vino utilizando durante todo 2023, se recogía la posibilidad de extender dicha regulación durante otros 12 meses adicionales. Todo 2024 a efectos prácticos. El acuerdo final dejó el periodo de aplicación en la mitad.

Una buena predisposición pero que, evidentemente, queda supeditada a una energía competitiva. Ferroglobe lleva años, incluso desde antes de la pandemia, alertando sobre el progresivo incremento de los costes eléctricos y el impacto que tiene sobre su partida de gastos de producción.

Precisamente, ayer este periódico se hacía eco de la actualización del barómetro de la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (AEGE), colectivo del que forman parte la propia Ferroatlántica, Global Steel Wire, Reinosa Forgings & Castings o Bondalti.

En ese cálculo, fijado a 31 de diciembre de 2023, se evidenciaba que la brecha en el precio de la electricidad para la industria se mantiene. Como referencia, las factorías nacionales despidieron el año abonando por este concepto un 123% más que en el país vecino o un 60% más que lo que destinan las fábricas germanas.

Según AEGE, a pesar de la caída en el precio del megavatio, las tarifas especiales de Francia y Alemania, así como los diferentes impuestos y menores ayudas en España, llevaron a las fábricas nacionales a pagar el megavatio por hora a 93,14 euros; frente a los 41,76 de Francia y los 66,83 de Alemania. Todo ello pese a las dificultades vecinas. el Gobierno galo ha tenido que parar varias centrales nucleares por mantenimiento; mientras que en Alemania se han repuesto al cierre del suministro de gas proveniente de Rusia.