Ferroatlántica enciende el tercer horno y aborda su mayor producción desde 2022

Según avanzó este periódico en mayo, la estimación de la corporación pasaba por que este volumen de operación se extendiera al menos hasta final de año. La razón fundamental del movimiento reposaba en un incremento de las ventas que favorecía este crecimiento de la fabricación desde Cantabria.

Eso sí, desde Ferroglobe no quitaban el ojo a la evolución del precio de la luz, una variable que penaliza a la industria española frente a otros competidores de Francia o Alemania. De hecho, la compañía manejaba un escenario peor para la segunda mitad de 2024 a este respecto.

Estas premisas no han variado una vez se ha encendido la nueva caldera, de modo que la fábrica cántabra funciona ya al 75% de su capacidad, unos niveles no vistos en más de dos años. Como referencia, a finales de febrero activó el segundo de los cuatro hornos que tiene la factoría. Esa situación, de hecho, no se producía desde 2022, un ejercicio totalmente condicionado por el inicio de la Guerra en Ucrania y el inusitado aumento de los precios de la electricidad, un elemento al que el fabricante de ferroaleaciones es especialmente sensible por el peso que tiene en sus costes de producción. En dicho año también tuvo tres fuegos operativos de forma simultánea.

Según amplían desde Ferroglobe, la previsión es que esté funcionando ahora, mientras que la corporación irá ajustando la producción en función de las necesidades del mercado y los costes energéticos.

De ahí que el nuevo encendido sea todo un hito en la historia reciente de la planta, que ha estado durante meses parada u operando al ralentí, con unos expedientes de regulación temporal de empleo que, durante su negociación, proyectaban en sus escenarios más pesimistas casi un 2023 entero de inactividad.

La coyuntura del mercado no discurrió por esos extremos. De hecho, el segundo ERTE aplicado en Boo fue más corto y reducido que el primero, una regulación que finalizó justo el pasado mes. El centro de trabajo cántabro ya recuperó producción que la multinacional trimestres atrás estaba encargando a Noruega -con una luz más barata- para abastecer al mercado nacional.

En todo caso, la cuestión eléctrica sigue siendo todo un factor para el futuro de Ferroatlántica. Especialmente por el diferencial que la gran industria española, mientras va transitando hacia unas fuentes energéticas más sostenibles, aún insuficientes para algunos procesos secundarios, tiene con su competencia.

Sobre este aspecto volvió a insistir recientemente la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (AEGE). El colectivo, que además de a Ferroatlántica representa a otras compañías de Cantabria como Global Steel Wire, Reinosa Forgings & Castings, Sidenor o Bondalti, aplaudió la prórroga hasta final de año de la exención sobre el 80% del importe de los peajes eléctricos a la industria electrointensiva, así como la flexibilidad para modificar sin penalización los contratos de suministro.

Sin embargo, lamentó que el importe final aprobado para compensar los costes indirectos del CO2 quede en 300 millones, muy por debajo de lo permitido por la Comisión Europea. Según los cálculos de la Asociación, la suma podría haber llegado hasta los 850 millones. Como explicó El Diario en marzo, el Ejecutivo central ya enfrió en el Congreso esta pretensión, puesto que PSOE y Sumar votaron en contra de elevar estos incentivos, algo que el propio consejero de Industria cántabro, Eduardo Arasti, había reclamado a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera.

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