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Los fondos ya se preparan para desembarcar en el capital del Grupo Celsa, llevando a la realidad lo recogido por la sentencia publicada en septiembre por el Juzgado de lo Mercantil nº 2 de Barcelona por la cual despojaba de la propiedad de ... la siderurgia a la hasta entones dueña, la familia Rubiralta. En estas últimas semanas, además de múltiples conversaciones con el Gobierno de España para evitar que vetara la operación, unas reuniones que han derivado en la exigencia de incluir un socio industrial nacional que opte al 20% de la corporación -con Sidenor entre los candidatos- los acreedores encabezados por Deutsche Bank también han negociado con la banca nacional la renovación de la línea de circulante que el sector, con Santander y CaixaBank a la cabeza, viene extendiendo de forma periódica en los últimos tiempos para facilitar la actividad de la compañía.
Los bancos están a punto de rubricar de nuevo financiación por 525 millones para el día a día de Celsa, aunque se espera que en esta ocasión dicho acuerdo sea más estable y se acerque a los cinco años. Cinco Días avanzó ayer el estado de la negociación, y fuentes financieras señalan a El Diario el buen discurrir del entendimiento entre las partes para arrancar una nueva etapa en el Grupo, que en Cantabria cuenta con fábricas como Global Steel Wire, Tycsa o la antigua Trefilerías Quijano, en Los Corrales de Buelna. La diferencia, previsiblemente, es la división del montante general en dos partes: un préstamo de 250 millones y otros instrumentos por 275.
En el fondo, los nuevos dueños han llegado a su privilegiada posición actual en parte gracias al sector financiero español, al que le fueron comprando de forma progresiva la deuda a largo plazo que la banca poseía de Celsa y que entendía que iba a ser difícil de recuperar. Dichas adquisiciones se llevaron a cabo con importantes descuentos, unos pasivos que los acreedores esgrimieron en sede judicial para, en virtud de la nueva Ley Concursal, forzar una reestructuración y retirar a los Rubiralta la propiedad.
Un largo pulso, que explotó a raíz de la pandemia después de que Celsa adujera que dadas las circunstancias sobrevenidas no podía cumplir el calendario de amortización de sus obligaciones, que ahora está a punto de finalizar.
Fuentes financieras apuntan a este periódico que la llegada oficial de los bonistas podría producirse en cuestión de días. Será el momento además de presentar al nuevo Consejo de Administración. De momento, los fondos ya anunciaron que como presidente se situaría Rafael Villaseca, directivo con buenas relaciones con la Administración central y que conoce la estructura de la siderurgia en Cantabria. No en vano, fue consejero delegado de la empresa Nueva Montaña Quijano (ahora GSW), compañía santanderina absorbida a finales de los 80 por los Rubiralta.
Precisamente, en la planta cántabra reina la tranquilidad a la espera de que se confirmen los acontecimientos. Hasta el momento no ha habido comunicación oficial de un cambio inminente. Tampoco ha llegado nuevo personal directivo perteneciente a los fondos.
La factoría ha prorrogado hasta febrero de 2025 el Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) que venía aplicando para poder hacer parones puntuales cuando la cartera de clientes no llega a cubrir la producción del mes.
La actualización de la regulación, encaminada a mantener la flexibilidad de la factoría, se centrará principalmente en el área de producción, donde trabajan unas 350 personas, mientras que otras secciones como ventas y compras se quedan fuera. La planta emplea a más de 600 trabajadores.
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