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Cuando la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) habla, los agentes públicos, empresariales y económicos atienden con interés. Si la que se pronuncia es su propia presidenta, Cristina Herrero, con mayor motivo. Eso ocurrió este martes en el Hotel Bahía de Santander, donde la portavoz ... acudió para participar en una nueva edición del Foro Económico de El Diario. El título de la ponencia ya dejaba entrever esa «mirada larga» de la que presume la entidad: '2023: momento para la reflexión y la planificación'. Sobre esa premisa, de hecho, giró el inicio de su discurso, pues en su opinión el actual ejercicio, pese al efecto electoral en cuanto a la parálisis de gestión gubernamental, no debe ser un año de transición. Al contrario, es «fundamental en el tránsito hacia nuevas reglas fiscales».
Porque, según recordó Herrero, la época de la 'manga ancha' exhibida en Europa a raíz de la pandemia y la posterior llegada de la guerra en Ucrania finaliza en 2024. A partir de unos meses la Comisión Europea volverá a poner el foco de forma estricta en el déficit y la deuda. Más aún, en su reducción progresiva, por lo que los estados miembros deberán presentar planes plurianuales con una hoja de ruta que incluya un recorte progresivo de las obligaciones.
Muchos deberes, por tanto, para un país como España en el que los desequilibrios presupuestarios y las obligaciones financieras son dos de los caracteres tradicionales en la gestión de la Administración.
Tocará de nuevo apretarse el cinturón y calcular, pero sobre todo ejecutar, gastos en función de los ingresos reales. Además, que quede margen para ir bajando el pasivo. Una tendencia, y directriz europea, que choca con propuestas como la de la reforma del sistema de pensiones que, lejos de blindar la sostenibilidad del sistema, para la Airef supondrá un punto del PIB adicional de gasto.
«La Comisión Europea ya está diciendo que es necesaria la prudencia en la política fiscal, por lo que se requiere una estrategia a largo plazo y una necesidad de planificación», anotó.
En el horizonte que dibujan las décadas venideras, un reto evidente: «El envejecimiento de la población. El marco fiscal europeo establece planes a cuatro o, incluso, a siete años, por lo que también serán necesarios cambios en el marco fiscal nacional», agregó.
Esa «estrategia» a la que se refirió la presidenta deberá ser definida como «primera tarea» por los gobiernos «que salgan de las urnas». Un rumbo que dependerá de varios factores, como las perspectivas económicas, perspectivas fiscales y la visión de largo plazo.
En cuanto a las proyecciones coyunturales, el panorama es mejor que el dibujado en octubre visto que las turbulencias energéticas y la situación en Estados Unidos y China ha evolucionado mejor de lo esperado. De ahí que los cálculos de la Airef fijen en el 1,9% el crecimiento del PIB en 2023 y en un 2% en 2024. Penalizan al próximo año los temores en cuanto al castigo al consumo por el endurecimiento de las condiciones de acceso al crédito.
En cuanto al desarrollo del ejercicio actual, Herrero incidió en los «vientos de cola con la relajación de los cuellos de botella en las cadenas de suministro o la moderación de los precios de la energía merced a un clima más favorable, la contención de la demanda o el uso de otras fuentes de energía» alternativas al gas ruso por parte de países altamente expuestos como Alemania.
Para 2024, el peligro por la «persistencia de la inflación subyacente o el empeoramiento del ciclo crediticio». La Airef prevé que en España el crecimiento de los precios cierre el año actual en torno al 4%.
En cuanto al largo plazo, el mencionado invierno demográfico. «Es importante el crecimiento económico para garantizar la sostenibilidad de las cuentas públicas».
Más transformaciones. Para la Airef, «la población en edad de trabajar bajará a partir de esta décadas». En otras palabras, «la productividad debe tomar el relevo del trabajo en ese crecimiento», dijo, para lanzar un dardo a la Administración. Dado que el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia es fundamental para garantizar esa mejora en la productividad de la economía española, «nos choca que no haya un seguimiento del plan, con una gobernanza para ver los efectos que va teniendo».
Herrero también repasó las perspectivas fiscales, en especial a partir del efecto de la pandemia en el déficit público. «La evolución de las comunidades está muy condicionada por las liquidaciones. No obstante, estimamos que tendrán superávit ya en 2024». Meta complicada puesto que «en torno al 40% del incremento del gasto covid se quedará como estructural», informó.
Ligado al envejecimiento, el gasto en pensiones, equivalente al 16,2% del PIB en 2030. «Vemos que el gasto en intereses va a coger el relevo del déficit. Cuanto antes se actúe menor será la magnitud del ajuste» que haya que acometer en las próximas décadas. «Necesitamos trabajar en un escenario base» hasta 2070, recomendó.
Sobre las nuevas reglas fiscales europeas, dijo que «el nuevo marco es mucho más estricto», abundó, puesto que se reclama una reducción sostenida durante casi 14 años de la deuda. Con las proyecciones de la Airef, «no conseguimos situar la deuda en descenso durante diez años». Por ello, llamó a «revisar el marco nacional», todo un reto en un país descentralizado, apostilló. El futuro de las cuentas públicas, y por tanto de buena parte del país, depende de ello.
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