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Como si fuera Adam Smith o Karl Marx, María Lladró (Valencia, 1961) ha ensamblado las bases de su propio sistema económico: 'valuismo'. Pero lejos de inspirarse en los padres del capitalismo y el comunismo (de los que obviamente parte) su principal referente ha sido su ... propio progenitor, José Lladró, quien le dio alas para ensamblar la propuesta. Él fue junto a sus hermanos el fundador de Lladró, empresa dedicada a la porcelana, y su hija habla de él como un «visionario» que fue «firme defensor del capitalismo humanista», porque no sólo quería generar riqueza económica, quería también aportar bienestar. «En la empresa se creó un clima en el que los trabajadores eran felices», dice ella. Pero, después de mucho esperar, y comprobar que esa realidad no se extrapolaba al resto del sistema, fue cuando la economista decidió que era el momento de dejar de poner adjetivos al capitalismo para ser «más disruptivos», cambiar el eje y ponerlo en la generación de valor. Hablará sobre todo ello este martes en el Foro Económico de El Diario Montañés, que tendrá lugar este martes, a las 09.30 horas, bajo el título 'Reinventar el sistema económico: por qué y para qué' en el Hotel Bahía.
–El propio titular de la ponencia ya plantea la primera pregunta,¿para qué reinventar el sistema económico?
–Las bondades del capitalismo ya las conocemos por la cantidad de bienes y servicios que tenemos y por la expresión de libertad que ha tenido la iniciativa privada; pero también tiene muchos excesos, como por ejemplo la producción compulsiva o que el mercado de valores lo hemos convertido en un casino en el que priorizamos el cortoplacismo y el buscar el beneficio a toda costa. Desde mi perspectiva muchas veces estamos en lo urgente y no vamos a lo importante, primamos lo coyuntural a lo estructural.
–¿Y para qué?
–La economía, yo creo que debe servir al ser humano para que esté mejor y el capitalismo, como está ahora, no sirve al ser humano. Por eso veo necesario hacer una valoración de cómo es el sistema económico, repensarlo, y ver en qué medida hay que cambiarlo para construir un mundo mejor.
–De hecho usted propone un nuevo sistema económico que denomina 'valuismo'.
–Exacto, hay mucha crítica sobre el capitalismo actual y como alternativa siempre se añaden adjetivos al capitalismo, por ejemplo:capitalismo humanista, consciente, responsable o ecológico. Pero el adjetivo siempre va detrás. El sistema sigue estando basado en el capital. Entonces, no conseguimos una transformación suficiente y que es necesaria porque se ve en el nivel de estrés de nuestras sociedades, de discrepancia y, en conclusión, de desesperanza. Hay una frase que dice que «es más fácil imaginar el fin del mundo que el del capitalismo», por eso yo propongo 'valuismo'.
–Para poner el centro en la generación de valor.
–Eso es. El capitalismo genera valor, pero otras muchas cosas también. Por ejemplo, el tiempo, el conocimiento o la sabiduría. O incluso la agricultura, que igualmente genera un valor pero ahora parece que anteponemos el desarrollo de aplicaciones digitales porque genera un beneficio económico más inmediato. Entonces, si cambiamos el eje de capital, nos sale otro sistema diferente, en el que aprovechamos todo lo bueno del capitalismo, pero poniendo la generación de valor en el centro, con lo que somos más precisos, contundentes y valientes para cambiar aquellas cosas en las que el capitalismo destruye valor. Por ejemplo, el planeta es un valor pero en el capitalismo, la producción compulsiva es más importante que el medio ambiente, por eso va detrás y no llegamos a los objetivos que marcamos en materia de sostenibilidad.
–Es ambicioso proponer un nuevo sistema económico. ¿Cómo llegó el reto?
–Como sabrá vengo de una empresa familiar de porcelana, que es Lladró. Mi padre fue un pionero del capitalismo humanista en los años setenta del siglo pasado, hablaba de ello cuando casi nadie lo hacia. Y Lladró rompió moldes tanto en la parte técnica, porque reinventó la porcelana, como de ambiente laboral, al ser un lugar donde las personas eran felices, lo contrario de lo que pasa hoy en día que la gente vive con estrés. Yo creía también en el capitalismo humanista hasta que te das cuenta de que pasa el tiempo y el humanismo no transforma el capitalismo porque siempre el adjetivo va detrás. Así que me terminé planteando que tal vez había que cambiar el eje. No podemos seguir limitando nuestras mentes al comunismo, al capitalismo o a mezclas de ambos.
–¿Cuál es su objetivo con esta propuesta?
–Que en lugar de que la gente piense que es más probable el fin del mundo que el fin del capitalismo, se abra una esperanza sobre que el sistema se puede cambiar. Proponer una opción. Es una llamada a la esperanza desde el punto de vista emocional e intelectual. Hace sólo un siglo la mujer no votaba y la raza negra estaba marginada, hubo gente que murió por ello porque había cosas que como sociedad no estábamos viendo y que ahora tenemos asumidas. Yo creo que ocurre lo mismo con el sistema económico, que hay inconsciencias que no se ven, pero que son de cajón
–¿Las políticas actuales económicas carecen de capacidad de innovación?
–Desde luego que sí, estamos siempre dando vueltas a lo mismo y la izquierda tira siempre de las mismas partidas hacia un lado y la derecha hacia otras, pero todo está centrado en lo cuantitativo, cuando la realidad también es cualitativa.
–Viniendo de la empresa familiar, ¿cree que el capitalismo da oportunidades a las pymes o el pez grande se come al pequeño?
–Interesante pregunta. Yo creo que hay empresas familiares que generan mucho valor, sin embargo otra de las características del capitalismo es la enorme concertación de capital y existe una paradoja de la libertad en la que favoreciendo la iniciativa privada se han creado compañías enormes que son intocables y pueden asfixiar a los pequeños que también generan mucho valor, por eso el 'valuismo' propone reducir la concentración de poder.
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