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Una vez sorteada, al menos en esencia, la crisis sanitaria provocada por el covid, ha entrado en escena una «nueva perturbación»: la guerra en Ucrania. Sobre el conflicto y sus consecuencias socioeconómicas y financieras pivotó este viernes la intervención en la UIMP de Pablo ... Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, que sirvió además para clausurar el XXXIX Seminario de la APIE sobre 'Sostenibilidad y digitalización: las palancas de la recuperación', celebrado durante esta semana en el Palacio de La Magdalena.
Si bien es difícil predecir con exactitud el impacto macroeconómico del conflicto provocado por la invasión rusa, lo cierto es que sus consecuencias a corto plazo ya son evidentes incluso pie de calle: un aumento de los precios energéticos, el endurecimiento de las condiciones financieras o el «incremento importante de la incertidumbre», detalló Hernández de Cos, que si bien considera que el sector bancario español ha mostrado «una capacidad de resistencia adecuada» ante la pandemia, y, entre otras cosas, ha sido capaz de recuperar «la rentabilidad de forma rápida», también aconsejó a las entidades un «comportamiento prudente» y una «vigilancia estrecha» de los riesgos asociados a la guerra. La situación favorable de la que parte el sector convive desde hace meses con un «contexto de incertidumbre», por lo que la prudencia, a juicio del gobernador del Banco de España, ha de imponerse.
Hernández de Cos dio contexto a sus recomendaciones. Analizó para ello los «canales» económicos o financieros que conectan las economías occidentales, lastrados muchos por la guerra en el este de Europa. El «más evidente», y quizá también «más importante», es el relativo a las materias primas. Rusia, y en menor medida Ucrania, son productores de primer orden en el ámbito energético y otros sectores de calado. Por tanto, y a causa de la «dependencia» importadora de las economías europeas, estas quedan en una posición delicada y acusan ya este «efecto negativo». La situación genera además «tensiones» a causa del alza de los precios de bienes tan primordiales como el petróleo, el gas natural o los alimentos.
En el canal comercial tienen peso ya las sanciones generalizadas impuestas a Rusia, y en el ámbito financiero, la huella de la guerra y el repunte de la inflación han derivado en «un tensionamiento de las condiciones de la financiación». Y no menos importante, a juicio del gobernador del Banco de España, es el canal de la confianza y la incertidumbre, lastrado también por el conflicto y con impacto en el consumo o la inversión.
Sin embargo, Pablo Hernández de Cos no dejó de subrayar en su exposición la diferencia entre los acontecimientos actuales, ligados con la pandemia y con una última crisis económica en la que «la situación del sector bancario no permitía el flujo de crédito adecuado a las empresas y a las familias en una situación de necesidad», y quiso transmitir un mensaje más positivo con respecto a esta nueva fase.
Bajo la dirección de Miguel Ángel Noceda, expresidente de la APIE (Asociación de Periodistas de Información Económica), el curso ha traído a La Magdalena estos días a Joaquín Pérez Rey, secretario de Estado de Empleo y Economía Social; Antonio Garamendi, presidente de la CEOE; Rodrigo Buenaventura, al frente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores; Luis de Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo, o Cani Fernández, presidenta de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia.
La guerra de Ucrania, la última de una sucesión de crisis políticas, sociales y económicas recientes, ha centrado parte de las intervenciones y ha puesto en evidencia, como recuerda la APIE, «la interdependencia mundial en todos los sentidos».
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