Hagan juego en El Sardinero

El edificio del Gran Casino de El Sardinero fue construido según el proyecto del arquitecto Eloy Martínez del Valle, que también diseñaría edificios tan emblemáticos como el Teatro Pereda, parte de los pabellones del Hospital Valdecilla, el Banco de España y el Hotel Sardinero. La finca donde se construyó tenía una superficie de 4.168 metros cuadrados.

La belleza del edificio y la riqueza decorativa de su interior, continúan señalando a este casino como uno de los más bellos de España, con una ubicación privilegiada frente a la Primera playa de El Sardinero. En su edificación no se reparó en lujo. Las decoraciones fueron obra del escultor José Quintana y del pintor Antonio Gomar, amigo de José María de Pereda y Benito Pérez Galdós.

Ese lujo estaba inspirada en el casino de Montecarlo, cuya tendencia impuso su arquitecto y diseñador, Charles Garnier. El casino de Santander también tenía vocación de selecto: grandes ventanales, terrazas abiertas al paisaje, salas de banquete y de baile, hall lujoso y una espléndida sala de juego, con salas para conversar y toda clase de servicios complementarios.

El casino se convirtió en uno de los edificios esenciales del turismo selecto y señorial hacia el que se encauzaba Santander. El Palacio de la Magdalena y el Hipódromo de Bellavista dejaban paso a las noches del Casino, del Hotel Real o de la Real Sociedad de Tenis para mostrar al Santander aristocrático de su época dorada.

La inauguración se celebró el 14 de julio de 1916, con la circunstancia de que no se había acabado la construcción, ya que aún no se había levantado ni el ala ni el torreón izquierdo. Se inauguró con una fiesta que incluía un baile benéfico destinado a la Asociación de la Caridad. El rey no estuvo en la inauguración porque aún no había llegado a Santander, pero cuando lo hizo se presentó a una hora matinal donde sólo encontró a los porteros que se estaban encargando de la limpieza. «Ya era hora de que Santander hiciera algo bueno para atraer al veraneante», dijo el monarca cuando llegaron los sorprendidos y apresurados responsables.

El casino, además de los diversos juegos de apuestas, destacaría por las representaciones culturales estivales. Por la tarde se hacían comedias y por las noches óperas. También se organizaban bailes de gala que atraían a altezas reales, ricos visitantes extranjeros, aristócratas, hombres de negocio y buena parte de la burguesía santanderina. Entre los primeros actos destacó el homenaje a Pérez Galdós con la representación de 'Marianela' (1917) que contó con la presencia del autor que residía en la ciudad, la celebración de la Semana Médica (1920), la función patriótica con motivo del desastre de Annual (1921) y a la que asistió la reina Victoria Eugenia, y la asamblea constituyente de las Asociaciones de la Prensa de España (1922) bajo la presidencia de Alfonso XIII.

La dictadura de Primo de Rivera prohibió el juego en septiembre de 1924, aunque permanecieron abiertos el teatro y sus salones. De esta manera el casino continuó siendo centro de reuniones, banquetes, galas y actividades culturales y sociales. En 1931 el régimen republicano privó a la ciudad de la amplia clientela aristocrática, aunque se hicieron esfuerzos para relanzar el verano invitando al presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, para que pasara unos días de descanso en la ciudad.

Durante la guerra el casino se convirtió en hospital militar. Luego el franquismo volvió a prohibir el juego pero, aunque lejano del brillo de los primeros años, fue recuperando la vida social y cultural en sus salones y fiestas benéficas. En los veranos actuaban acreditadas formaciones teatrales y durante la etapa 1952-54 la UIMP ofreció en el teatrillo varios cursos de cinematografía. También fue sede de los conciertos patrocinados por la Sociedad de Amigos del Festival Internacional de Santander (1969-1978), destacando la presencia de pianistas como Rudolf Buchbinder, Alexis Weissenberg, Dimitri Bhaskirov o Nikita Magaloff. También se celebró en los finales de los 70 las pruebas del concurso de piano Paloma O'Shea.

El antiguo teatro sería explotado para sala de cine por la empresa local Calzada y Restegui (1953-1961). La sala tenía 140 butacas de palco y 404 sillas de rejilla. En 1977, con la reimplantación del juego en España, se decidió rehabilitar el edificio, lo que supuso el cierre de la sala de cine. Las puertas del juego se abrieron de nuevo el 1 de diciembre de 1978.

Propiedad del Ayuntamiento de Santander y del Gobierno de Cantabria, desde 1999 el casino está gestionado por una empresa privada y se sometió en 2001 a una restauración integral, tanto interior como exterior, que ha devuelto el brillo de los veranos de El Sardinero con una nueva sala de juego, duplicando su capacidad para banquetes y habilitando una sala de exposiciones en la planta superior.

Desde la reinauguración ha continuado desempeñado un papel importante en el turismo santanderino como motor de la vida social de la ciudad.