La catedral y el convento de San Francisco (actual ayuntamiento) fueron los lugares donde se inhumó a los santanderinos durante siglos, hasta que en 1830 se creó la primera necrópolis civil, el cementerio de San Fernando, en la calle Alta. Sin embargo, las deficiencias de ... la ubicación provocaron diversos problemas y la necesidad de proyectar un cementerio moderno e higiénico alejado de la ciudad que se inauguró en 1893, el cementerio de Ciriego, ubicado en San Román de la Llanilla que, con sus panteones, criptas y tumbas ha venido escribiendo la historia más reciente de Santander.
Con 180.000 metros cuadrados de superficie mirando al mar, Ciriego fue proyectado por el arquitecto municipal Casimiro Pérez de la Riva en 1881 para sustituir al cementerio de San Fernando, clausurado en 1920. Como Ciriego se inauguró el 3 de septiembre de 1893, ambos cementerios convivieron durante años y alguno de sus panteones provienen del traslado del antiguo, lo que permite observar construcciones del siglo XIX y de las primeras décadas del siglo XX.
La necrópolis presenta planta de cruz en su parte central, idea del arquitecto para representar el «emblema de la redención cristiana, a cuyo amparo se colocan los enterramientos». El cementerio disponía de capilla, osario, sala de autopsias, vivienda del capellán y del sepulturero, que a lo largo de los años fueron adaptados a nuevos usos y necesidades.
En la entrada se encuentra la nueva capilla (1966), obra del arquitecto Gabriel de la Torriente Rivas. En sus flancos están los panteones de personalidades ilustres. El cementerio se fue engrandeciendo con la diversidad de mausoleos, panteones, sepulturas y monumentos que llevaron a cabo arquitectos, maestros de obras y marmolistas prestigiosos, como Valentín Ramón Casalís, Emilio de la Torriente, Miguel Doncel, Manuel Casuso Hoyo, Alfredo de la Escalera, o Javier González de Riancho, con una abundancia de obras destacadas que se están poniendo en valor por medio de su catalogación.
En el entramado de calles del recinto alternan panteones familiares con monumentos que nos describen la historia de la ciudad. Dos meses después de su inauguración se produjo la catástrofe de la explosión del vapor Cabo Machichaco, que tiene en el cementerio la referencia de una columna quebrada, símbolo de la vida truncada, que se destinó a la memoria de las víctimas del personal de la Compañía Trasatlántica involucrados en la tragedia, pero que nos recuerda a los casi 600 fallecidos que produjo la tragedia. También hay un monumento a los 'Héroes de la libertad' de la revolución gloriosa de 1868, y otro a los soldados que murieron en la guerra de Cuba. La guerra civil del 36 también tiene sus huellas funerarias. En recuerdo de los asesinatos y fusilamientos que hubo por parte de ambos bandos, se encuentran los monolitos erigidos en 1980 y 2001 «A los héroes de la República y la libertad», justo en frente del altar con una cruz que señala la fosa común de los encarcelados en el barco prisión 'Alfonso Pérez', asesinados por los republicanos.
La historia también la forman los panteones familiares y las sepulturas. En el Panteón de Personalidades Ilustres se encuentra sor Ramona Ormazábal y Goicoechea, religiosa y bienhechora del Hospital de San Rafael; el senador Modesto Martínez Pacheco (1849-1920); Francisco de Hazas, marqués de Hazas (1833-1896); Justo Colongues Klint (1852-1891), alcalde de Santander que siendo concejal falleció durante un pleno municipal; el pintor Pancho Cossío (1894-1970); el pediatra Guillermo Arce (1901-1970); el pintor Antonio Quirós (1912-1984); el capitán general Teodoro Palacios, héroe de la División Azul que pasó 11 años en un campo de concentración soviético; el poeta José Hierro (1922-2002); el sacerdote e historiador Joaquín González Echegaray (1930-2013); el biólogo y naturalista Augusto González de Linares (1845-1904); el fundador de la Compañía de Abastecimiento de Aguas a Santander, Antonio de la Dehesa (1825-1888); el primer marqués de Casa Pombo, Juan Pombo Conejo (1815-1889); el escritor Manuel Llano (1898-1938); el aviador Juan Ignacio Pombo Alonso-Pesquera (1913-1985); el sacerdote y prehistoriador Jesús Carballo (1873-1961); el también sacerdote e historiador Sixto de Córdova (1869-1956); e incorporados más recientemente, el navegante Vital Alsar (1933-2020) y el cineasta Mario Camus (1935-2021).
Sin panteón de ilustres también descansa la actriz y bailaora Carmen Amaya (1918-1963), enterrada en la cripta familiar de la familia Agüero al casarse con el guitarrista Juan Antonio Agüero; el piloto Salvador Hedilla (1882-1917), el periodista José Estrañi (1840-1919) y otros notables menos conocidos como Rafael Rodríguez Rapún (1912-1937), amante del poeta García Lorca e inspirador de sus sonetos del amor oscuro. Entre los panteones destacan los de la familia del alcalde Pedro San Martín, de Arechavala, Cué, Fernández Bravo, Pardo de Santayana, Hedilla, García Quintanilla, González Torre, Haro, Junco, Marín García, Martínez de las Heras, Corcho, López Dóriga, etc.
El Ayuntamiento de Santander ha vinculado el cementerio con la actividad cultural por medio de diversas actividades donde se combinan poesía, danza y música, además de la organización de rutas guiadas que ofrecen la posibilidad de profundizar sobre este museo de piedra donde reposa la historia más reciente de Santander.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.