La industria del automóvil se pone en alerta ante el impacto del conflicto en Ucrania

El Grupo de Iniciativas Regionales de Automoción (GIRA) puso ayer negro sobre blanco la preocupación que domina al colectivo a nivel nacional con un comunicado en el que explicaba que la guerra ya afectaba a la importación y exportación. De hecho, así se desprende de una encuesta realizada el martes entre 137 empresas pertenecientes a los clústeres de automoción españoles y que se reunieron con carácter de urgencia para valorar las consecuencias en el sector de la guerra en el este de Europa.

El 89,8% de las empresas encuestadas sufre uno o ambos problemas. En tercer lugar, más del 30% de las participantes (30,7%) prevé que habrá consecuencias por las sanciones económicas impuestas a Rusia por distintos organismos internacionales. El 17% opina que habrá dificultades en los desplazamientos y el 5,7% se plantea posibles problemas para repatriar a los empleados de las plantas de países vecinos al conflicto, en caso de que la situación se agravase.

En este sentido, algunas organizaciones han expresado su preocupación por el hecho de que hay trabajadores de los países del este que se han sumado al ejército ucraniano para participar en la guerra y han abandonado sus puestos de trabajo. La cántabra Maflow, con centros en Polonia, se ha encontrado con esta problemática, con un absentismo que en algunos centros se acerca al 25%.

Celia Monsalve, gerente del clúster cántabro GIRA, va más allá. En primer término, explica que dada la premura con que se ha armado la encuesta -se lanzó el lunes- la participación de compañías cántabras ha sido del orden del 15%. Sin embargo, ayer mismo ya había recibido respuesta de nuevos miembros, por lo que la reunión del sector que tendrá lugar el lunes ya contará con el sentir de más organizaciones regionales.

«Tenemos colaboración con otros siete clústeres de automoción de España. Decidimos hacer un análisis de qué estaba pasando», comienza, tras agregar que el miércoles hubo un encuentro con las compañías.

Hay diversos tipos de damnificados: los que hacen negocio con Rusia o Ucrania; y los que tienen fábricas en zonas aledañas, como ocurre con Maflow o la propia SEG Automotive (en Hungría).

En relación a los perjuicios, Monsalve insiste con los problemas en esas filiales. «Hay empresas donde el 50% del personal es ucraniano y le están llamando a filas», anota. Hay otras firmas como Birla Carbón Spain que está teniendo problemas con los flujos comerciales, en especial con el negro de humo.

Luego, otras cuestiones generales. «Hay problemas con el suministro de acero. El mayor proveedor ruso ha comunicado que interrumpe las ventas. También hay problemas con el paladio, imprescindible para los catalizadores. Igualmente, los gases nobles, fundamentales para chips y semiconductores y que Rusia y Ucrania proveen. Eso se va a agravar», anota. Otro ejemplo, Ucrania ostenta la principal empresa proveedora de cable para el sector de la automoción.

Sin olvidar la «preocupación» respecto a Alemania y su capacidad de sobrevivir sin el gas ruso. En último término, paradas y una menor producción.