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No son tiempos sencillos para la industria de la automoción. Ni en Europa ni en España ni, en consecuencia, Cantabria. Un sector marcado por ... una compleja hoja de ruta en pos de la descarbonización de la movilidad y un impulso a la electrificación que fuerza a las fábricas y a las marcas a unos ritmos para los que no están preparados ni el mercado ni las tecnologías ni las infraestructuras. Incluso la propia Unión Europea, al calor de la amenaza que suponen las propuestas arancelarias del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ya ha anunciado un plan de choque con diversas actuaciones para proteger al sector continental.
Un contexto incierto, agudizado por las tensiones geopolíticas que, precisamente, tiene en esta recomposición de las fuerzas del planeta una ventana de oportunidad. Las empresas especializadas en la producción de componentes para vehículos empiezan a interesarse por el rearme militar en la UE, con el consiguiente incremento presupuestario de todos los estados, para comprobar cuáles de sus capacidades y servicios tienen encaje en el ámbito de la defensa.
Es decir, ampliar nichos de mercado desde la tradicional automoción civil hacia vehículos o tecnologías de naturaleza militar. El Grupo de Iniciativas Regionales de Automoción (GIRA) ya se reunió a final de año con representantes del Clúster de Industria de Defensa (CID), con sede en Cantabria, para obtener información al respecto, según explica a El Diario la propia gerente de GIRA, Celia Monsalve.
La iniciativa no quedó ahí, sino que tiene continuidad ahora en estas primeras semanas de 2025. El Grupo, que concentra un tercio del Producto Interior Bruto (PIB) industrial de Cantabria y representa a 41 socios, está acometiendo una evaluación interna de cada uno de sus miembros para comprobar qué capacidades pueden tener esa naturaleza dual y extenderse a la defensa.
Monsalve recuerda que el sector militar es «afín a nuestras tecnologías». De ahí, ese «estudio de capacidades para ver en qué medida nuestros socios pueden trabajar» en este área. El objetivo inicial, de hecho, es el de participar en proyectos consorciados, pues el colectivo entiende que es una entrada más sencilla que no contratos individuales con los grandes gigantes del ramo, desde el propio Ministerio de Defensa hasta Indra, Navantia, Sener Aerospacial o el propio Centro Nacional de Inteligencia, entre otros.
El Clúster de Defensa confirma asimismo el creciente interés que el renovado vigor de este campo, y el evidente incremento de recursos y disponibilidad presupuestaria, está generando en diferentes ámbitos industriales, tanto de Cantabria como de otros territorios. El CID, de hecho, trasciende desde hace tiempo las fronteras regionales y su vocación es nacional.
No obstante, este clúster ya ha invitado a dos empresas de GIRA para analizar en concreto sus capacidades y ayudarles a penetrar en este segmento y poder desarrollar proyectos, según confirma el propio CID.
El colectivo de la industria de defensa tiene su propio Plan Industrial y Tecnológico para determinar qué servicios y tecnologías de sus asociados atesoran mayor potencial. De hecho, a través de GIRA se han aproximado al CID otros clústeres de automoción de La Rioja, Navarra y la Comunidad Valenciana.
No es el único sector empresarial interesado, puesto que el ámbito naval igualmente está consultando sobre sus posibilidades de entrada en estos proyectos.
La tendencia creciente en gasto militar que impulsa la Unión Europa está generando «mucho interés a nivel nacional», reconocen desde el Clúster de Defensa. «Se están abriendo muchas oportunidades en sectores tradicionales y en otras áreas, especialmente en el ámbito aerospacial y de ciberdefensa», manifiesta el colectivo.
La oportunidad que se abre con el giro geopolítico es una premisa ya generalmente aceptada por las empresas de Cantabria. El propio presidente de CEOE-Cepyme, Enrique Conde, sostiene que «la actual situación ha creado un caldo de cultivo muy propicio para que sectores industriales muy presentes en Cantabria exploren, como una oportunidad, nuevas vías de negocio posibles a partir de adaptaciones, revisiones o nuevas líneas de actividad de las que hasta ahora constituían su actividad principal».
Para Conde, confluyen varios factores para dar estabilidad a estos procesos de diversificación: «La necesidad de estructuras y capacidades de defensa propias; la capacidad presupuestariapública de los estados; la decisión política sobre la autonomía estratégica de defensa; y la visiónde largo plazo dentro de la UE».
Conde recuerda que hay firmas como Fernández Jove con una larga trayectoria y prestigio en este sector, así como otras como Newtesol que, especializadas en otras áreas, han ampliado su actividad hacia esta rama. A partir de ahí, otea oportunidades en el ámbito naval, del metal, automoción, TIC, aeronáutico, energético, ingeniería o centros de investigación, entre otros.
La nueva estrategia europea y la necesidad de rearme de los diferentes estados miembros de la Unión requiere una evidente estructura industrial que la sostenga. Dicho de otro modo, nuevas fábricas o ampliaciones de las instalaciones existentes. Una oportunidad de atracción de empresas, actividad y empleo a la que Cantabria no es ajena.
De hecho, algún proyecto de este tipo ya ha llegado a la mesa de los responsables del Gobierno regional, aunque todavía no se encuentran en la fase de madurez necesaria para darlos como viables. En alguno de ellos, de hecho, la propia Administración autonómica está dispuesta a aportar dinero para que la iniciativa pueda salir adelante.
Como otro factor, la ubicación geográfica. Hay planes que buscan suelo en el entorno del Arco de la Bahía. Sin embargo, hay otras ideas cuyo emplazamiento sugerido se dirige más hacia la zona meridional de la región, necesitada de proyectos que pudieran coadyuvar a fijar población y elevar el optimismo de los vecinos.
Como contrapeso, un factor obvio: la competencia entre territorios y el evidente peso político.
Fuentes del sector coinciden en la capacidad de influencia de organismos como el Ministerio de Defensa para dirigir inversiones vinculadas al ámbito militar hacia territorios afines políticamente. En este caso, con Pedro Sánchez en Moncloa, hacia comunidades gobernadas por el PSOE.
Basta ver las esperanzas que hay en Asturias, presidida por el socialista Adrián Barbón, en torno al rearme continental y las diferentes inversiones que se pretenden vincular a sus instalaciones e industria de defensa, en su caso mucho más desarrollada que Cantabria.
Como ejemplo, Santa Bárbara Sistemas ha reforzado la producción de su fábrica en Trubia (Asturias) con la asignación de nuevos contratos procedentes de programas internacionales de General Dynamics, dueña de la armamentística española desde 2001, según informó esta semana Europa Press. El movimiento, presupuestado en una inversión de 50 millones de euros, es una medida de defensa ante Indra, que ya ha manifestado el interés por adquirir la fábrica del Principado e incluso ampliar sus inversiones a la propia Santa Bárbara. General Dynamics ha negado hasta el momento su intención de vender la compañía española a Indra.
Precisamente, su anterior presidente, Marc Murtra, ha sido aupado por el Gobierno al frente de Telefónica, otra firma estratégica en este contexto.
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