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¿Está corriendo España en el proceso de descarbonización energética? Hay empresarios y economistas que defienden esta premisa y la relacionan con los sobrecostes actuales ... en las facturas. Víctor Marcos, director de Energías Renovables y Mercado Eléctrico del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía de España (IDAE), adscrito al Ministerio para la Transición Ecológica, sostiene que incluso se debería haber ido más rápido para avanzar en la independencia respecto al exterior. El alto cargo estatal visitó el viernes Cantabria para avanzar, entre otras, ayudas a varias iniciativas renovables regionales.
- Cantabria lleva todo el siglo XXI siendo un territorio prácticamente virgen de renovables en relación a su entorno, con reveses judiciales incluidos. ¿Va a conseguir finalmente cambiar esa tendencia?
-Creo que sí, que hay que ser optimista. No sólo por actuaciones como las que hemos aprobado para ayudar a iniciativas renovables vía Fondos Feder, sino sobre todo con el Plan de Recuperación. Entre las medidas iniciales destacan las relativas al autoconsumo renovable. Lo entendemos como algo muy cercano a la sociedad y a la ciudadanía. Es verdad que pueden entrar pymes, pero intentaba alejarse del concepto de 'gran proyecto' para tratar de acercar esa imagen y efectos positivos a la ciudadanía, ayudando quizá a mejorar esa imagen negativa que se puede tener desde ciertos sectores hacia las renovables. Además con una dotación presupuestaria envidiable: 660 millones ampliables a 1.320.
- Como ejemplo, los proyectos eólicos en la Comunidad han generado bastante contestación social en algunas zonas. ¿Qué les diría a los detractores de este tipo de actuaciones?
-Es verdad que hay algunas cosas que desde las administraciones y los promotores se pueden mejorar. Hay que contar más con la ciudadanía e involucrarla en los proyectos. Creo que hay ejemplos de buenas prácticas, como la última subasta de octubre con cupos para proyectos pequeños y de participación ciudadana. Debemos ser conscientes del reto y desafío al que nos enfrentamos. Es verdad que la transición energética no es sólo una oportunidad económica y de competitividad para el país, sino también para luchar contra el cambio climático. Es cierto que es un impacto global frente a un impacto local, lo que complica el análisis del ciudadano. Si no hacemos nada, ese monte que está verde y tiena una biodiversidad determinada a lo mejor dentro de unos años no es tal cosa. Todos, en la medida de nuestras posibilidades, debemos contribuir a esta transición. Eso sí, de forma ordenada y que impacte lo menos posible.
- No son pocos los empresarios y expertos económicos que apuntan que España está corriendo demasiado en este proceso de transición energética en relación a otros países. ¿Está de acuerdo?
-Diría que no. Es verdad que vivimos una coyuntura complicada, con unos estímulos de corto plazo difíciles de digerir y precios de la electricidad caros. Diría que el diagnóstico puede ser equivocado. Precisamente estamos viendo estos precios y estamos más expuestos a ellos por la dependencia energética que tenemos del exterior. España arrastra una dependencia energética diez puntos por encima de la media europea, un 75%. Prácticamente la totalidad de esa importación son combustibles fósiles, por lo que estamos sujetos a los vaivenes de los mercados internacionales. Desde un punto de vista puramente económico, cuanta más generación autóctona, y en el caso de España es renovable, menos expuestos estaremos. No sólo no estamos yendo rápido, sino que hemos ido lentos y si hubiésemos acelerado más ahora estaríamos menos expuestos a la coyuntura internacional.
- ¿Cuándo va a bajar el precio de la luz?
-(Ríe). Es una pregunta compleja. No soy adivino. En los mercados internacionales hay un componente claro de geopolítica. En el mercado del gas en cuanto Rusia hace un movimiento los futuros suben o bajan un 20%, lo que impacta directamente en los mercados eléctricos. Es difícil hacer una previsión a corto, medio y largo plazo. Creo que esta coyuntura es precisamente eso, una coyuntura. A lo largo del año que viene veremos cómo se relajan estas presiones de modo que la oferta sea capaz de cubrir ese exceso de demanda que estamos viviendo por la recuperación abrupta de las economías mundiales después de la crisis del covid. Quizá no sea un asunto de corto plazo y de semanas, pero en el transcurso de 2022 deberíamos volver a unos precios en línea con lo que vivimos históricamente.
RECHAZO A PLANES EÓLICOS
AGUAYO Y VAIVENES NORMATIVOS
- Habla de esa dependencia energética exterior, ¿cuándo alcanzará el país un grado de autonomía aceptable?
-España es una economía grande y desarrollada. La dependencia exterior no es sólo energética. Somos un país de consumo intensivo de energía y, aunque somos bastante eficientes, debemos serlo todavía más. Para ello hay que tender a una instalación mayor de renovables. Es un camino de largo recorrido. Cada subasta que hacemos nos ayuda a dar un paso más. Las inversiones que plantea el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec) para el horizonte 2030 hablan de 200.000 millones en renovables y eficiencia. También está la pata de movilidad urbana y rehabiliitación de edificios... Tenemos muchas iniciativas que ayudan en el objetivo. Aun con todo, para ser conscientes de la magnitud del desafío, en 2030 estaríamos recortando entre diez y 12 puntos nuestra dependencia energética exterior pese a todos esfuerzos. Esto es un proceso de largo plazo.
- El Congreso de los Diputados acaba de suavizar los recortes a las eléctricas planteados en un primer momento. ¿Es un paso en busca de esa estabilidad?
-Estas preguntas de altas relaciones son complicadas de analizar desde nuestro punto de vista. Es importante contar con las eléctricas. El energético es un sector intensivo en capital y viendo sus anuncios creo que está alineado con el rumbo del país. Cualquier acercamiento es favorable.
- No obstante, ¿estas fricciones o cambios normativos a futuro pueden poner en riesgo inversiones de calado como la ampliación de la central hidroeléctrica de Aguayo por parte de Repsol?
-Quizás este caso concreto está pendiente de algunos desarrollos normativos más allá de los vaivenes que pueda haber en el largo plazo. El sector energético, al ser intensivo en capital, sí que requiere de esas señales a largo plazo que desde luego en el Ministerio trabajamos día a día para dar estabilidad. Las señales en el corto plazo tienen fecha de caducidad que entendemos no deberían afectar a las políticas a largo plazo.
- ¿Qué le diría a la industria y sus quejas por el diferencial eléctrico que mantiene con Francia o Alemania?
-Les animaría a firmar contratos bilaterales de compra de energía con plantas renovables y, sobre todo, que apuesten de forma firme por el autoconsumo. Estamos viviendo una evolución en la que la industria tiene un papel importantísimo que jugar. Pueden aprovechar sus edificios y terrenos para implantar renovables y asegurarse de que una parte de su consumo tenga un precio predecible.
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