Francisco Rodríguez | Consejero delegado de EDP Redes España
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Francisco Rodríguez | Consejero delegado de EDP Redes España
«Una industria no puede esperar cinco años para conectarse al sistema; si no, se va a otro país»Francisco Rodríguez López es desde abril el nuevo CEO de EDP Redes España, la compañía que integra a la distribuidora cántabra Viesgo. Un negocio, el regulado, que ha elevado notablemente su trascendencia al calor de la transición energética y la descarbonización de la economía. Así ... lo defendió el propio directivo esta semana durante su paso por los cursos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en Santander.
–¿Qué papel tienen las redes eléctricas en esta transición energética que abordan Europa y España?
–El papel principal que tenemos como operadores de las redes es el de ser facilitadores. Debemos garantizar la conexión, el acceso y la integración de todas las energías renovables, así como el acceso de todas las nuevas demandas que tenemos en el sistema. No son sólo las renovables, sino muchísimos agentes nuevos. Muchísima demanda industrial que quiere entrar en las redes de distribución a niveles de tensión que ahora también son de transporte. Muchísimos elementos nuevos: baterías, vehículos eléctricos, autoconsumo, nuevas tecnologías que tenemos que integrar de forma segura y eficiente… Nuestro plan de inversiones en los próximos tres años va a ser de 450 millones, lo que garantiza una calidad de suministro muy por encima del doble de lo que tiene el país.
–¿Cómo está cambiando el sistema con la electrificación del consumo y el desarrollo de las renovables?
–El sistema ha cambiado completamente en todas las partes de la cadena energética. Hace 25 años el sector eléctrico se caracterizaba, en el mercado de producción, por grandes unidades y un sistema centralizado. Grandes centros, unidades, carbón e hidráulicas, que se distribuían a los clientes de forma unidireccional. Ahora tenemos cientos de miles de unidades de producción, completamente distribuidas en todos los niveles de tensión. Esto introduce complejidad, pues las redes funcionan de forma distinta a como se diseñaron, con mayores problemas de seguridad. También hay un cambio en la percepción del cliente, que produce su propia electricidad y vierte los excedentes. También cambian las redes, pues debemos invertir muchísimo en digitalizar y monitorizar todos los niveles de tensión, automatizados al máximo. Lo que vemos es que hace 25 años nadie hablaba de la red, la distribución era la 'hermana pobre'. Ahora son el verdadero vertebrador de todo esto.
–¿Qué rol deben jugar las redes en ese despliegue de energías renovables?
–Debemos seguir garantizando todo ese despliegue. La UE quiere multiplicar por 2,5 veces la capacidad de renovables. Eso se tiene que conectar a la red. En España el Pniec prevé pasar de 39 a 96 GW de energía solar y eólica en 2030. Ahí tenemos un papel fundamental al dar conexión y capacidad de integración.
–¿Está el sistema preparado para ese incremento de presión que supone la electrificación de la economía, el autoconsumo o el auge futuro del vehículo eléctrico?
–El reto es muy grande. ¿Están preparadas las redes? Sí y no. Los distribuidores sí están listos, no así la red. El plan de la UE en 2030 contempla una subida de la demanda del 60%. El Pniec prevé incrementos importantes. La demanda en España no ha subido, pero las expectativas sí que contemplan muchísima más demanda industrial, de los consumidores, bombas de calor… Los distribuidores tenemos que hacer grandes inversiones en los próximos años.
–En este puzle parece que la pata pendiente se centra en el almacenamiento.
–Surge porque claramente tenemos un desacople entre la generación y la demanda. La tremenda penetración que hemos tenido en energía eólica y solar hace que en bastantes horas del año exista vertido, esto es, hay que desconectar plantas renovables porque ya no se puede consumir más. La demanda no es capaz de consumir toda la energía generada. No podemos gestionar esa energía. Antes éramos capaces de prever la demanda con bastante exactitud. Hoy es imposible. No sabemos lo que van a producir los generadores eólicos ni mucho menos programarlos. El almacenamiento existe, pero está muy limitado por razones ambientales. Las baterías pueden venir a dar esa solución. Tenemos ingentes solicitudes a este respecto. Tenemos 2.000 sólo en nuestra zona de distribución, pero no hay instalaciones construidas. También provoca distorsión, puesto que los megavatios solicitados quedan bloqueados en la red, y no pueden acceder otras demandas. Ahí también tenemos problemas regulatorios.
–¿Falta entonces sincronización entre ese ambicioso despliegue renovable y el desarrollo de las redes?
–Sí, claro que sí. No hemos podido generar un desarrollo acompasado al enorme despliegue renovable. Ha habido un montón de incentivos para estas energías, no así para las redes. Al contrario, aún tenemos numerosas barreras regulatorias para el desarrollo de redes a diferentes niveles. El más significativo es el de la planificación del transporte. Hoy en día una demanda que quiere conectarse por su tamaño a unas tensiones elevadas, si el operador del sistema no tiene esa línea incluida en su planificación, que además se hace por trámite parlamentario, la respuesta es venga usted dentro de cinco años. La modificación de la planificación es terriblemente complicada. Una industria no espera cinco años. Si no tiene conexión se va a otro país o no se conecta. La segunda barrera es la tramitación: tenemos enormes problemas para tramitar infraestructuras eléctricas. Ahora debemos acelerarla mucho. Tardamos años en autorizar subestaciones o líneas. La tercera barrera es el límite de inversión, la ley no nos deja más allá de determinado nivel del PIB. Eso no ocurre en ningún otro país de Europa, todo lo contrario. Invertimos lo máximo que nos deja la Ley, tenemos abierta una consulta pública para flexibilizar ese límite. Es una barrera importante. No hablamos sólo de digitalización, sino de modernizar, automatizar y reponer la red existente. Una de las grandes barreras también son las inversiones anticipatorias. Tenemos planes estrictamente vinculados a la demanda solicitada, pero existen normativas en determinados sectores que hacen que sepamos que en dos o tres años lo van a solicitar. El más característico es el de Puertos del Estado, que en 2030 tendrá una normativa que prohibirá a ningún buque consumir su propio combustible, sino electricidad renovable, algo para lo que ningún puerto está preparado todavía. Tenemos que empezar ahora o en 2030 no llegamos.
–La Administración entonces tiene mucho que decir en todo el proceso para derribar esas barreras que menciona.
–Hay problemas regulatorios muy importantes. Uno de los grandes retos es eliminar los mencionados límites de inversiones. Ahora tenemos tres consultas abiertas al respecto. También sobre qué modelo regulatorio queremos tener y cuánto deben pagar los consumidores a los distribuidores. Actualmente el modelo está basado en un sistema de 2010, que prima la inversión en red y no incentiva la innovación y la digitalización, tampoco la optimización de recursos. También está el asunto de la planificación, y que el marco regulatorio sea estable. Hoy tenemos una cierta sensación de si las inversiones que estamos haciendo hoy las vamos a tener retribuidas.
–¿Cuál es el estado de la red de EDP en Cantabria?
–Para nosotros Cantabria es la segunda región en tamaño e importancia. Tenemos la distribuidora que es Viesgo, con más de 13.500 kilómetros de red o 408.000 puntos de suministro. La inversión en Cantabria es fundamental: en los últimos cuatro años hemos invertido más de 160 millones de euros. En los próximos años tenemos previsto invertir más de 100 millones. En cuanto a generación distribuida, tenemos ya 3.500 GW inyectados en nuestra red. No es la zona más propicia para tecnología solar, aunque estamos viendo un crecimiento importante en los últimos años. Contamos además con 180 empleados directos y más de 475 empresas colaboradoras.
–¿Qué tecnologías está introduciendo la empresa para mejorar su suministro?
–El volumen de inversiones es muy disperso en todo el territorio. En Santander estamos renovando y reforzando todo el anillo de 55 kilovoltios que da servicio a la ciudad. La renovación de la línea de conexión Tantín-Las Llamas por 1,6 millones; Cacicedo-Corbán o Cacicedo-Pctcan, cada una por un millón de euros... Tenemos inversiones en telecontrol para Cantabria por siete millones, proyectos muy importantes y que tienden a mejorar en cada momento la calidad de suministro.
–¿Qué inversiones son estratégicas a futuro para el sistema a nivel general?
–La UE prevé que se inviertan en redes 400.000 millones hasta 2030. En España, Euroelectric prevé 4.300 millones al año hasta 2050 en distribución. Esto implica más que duplicar la inversión actual. Esto es una inversión enorme y a día de hoy no está permitida por la Ley. Hablamos de conectarlo a la demanda, en digitalizar la red... Es un reto fundamental para el sector.
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