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La crisis económica y las políticas cortoplacistas de los diferentes gobiernos han reducido la inversión pública en infraestructuras de tal forma que mientras que en 2007 solo el 14% de ellas tenía más de 20 años, en 2016 la cifra ya era del 24%. E ... iremos a peor: si todo continúa así, en 2030 este envejecimiento llegará a la mitad de ellas, y será superior al 50% en las infraestructuras viarias, portuarias e hidráulicas (70%), según los datos de un reciente informe elaborado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie).
Los expertos ponen una gota de optimismo en que esta caída de la inversión se produce en un país en el que el nivel general de infraestructuras es elevado, de los más altos de los países desarrollados, sobre todo por los fondos llegados de la UE, aunque muchas envejecidas y otras camino de ello si no se toman medidas. Y es que la caída del gasto del sector público durante la última década ha reducido a niveles negativos la inversión neta: la reposición es insuficiente, muchas infraestructuras están envejeciendo y el 'stock' de capital en servicios públicos retrocede un 5% desde 2012, revela el estudio.
Los responsables aseguran que la inversión en España se realiza de manera «procíclica», lo que no contribuye a consolidarla ya que cuando se entra en un periodo de desaceleración –como es el momento actual– los gobiernos reducen el gasto para seguir destinando presupuesto a compromisos sociales. Por esta razón, la inversión en carreteras o aeropuertos cayó «bruscamente» a partir de 2009, de la que todavía no se ha recuperado.
La inversión privada también registró un descenso durante los primeros años de la crisis pero, a diferencia de la pública, presenta desde 2014 tasas de crecimiento positivas, cercanas al 5% anual. El problema es que la productividad del capital en España es menor que en otros países y ha retrocedido un 14% en este siglo. Así, en estos años la inversión pública no cubre las necesidades de mantenimiento y reposición de las infraestructuras. En consecuencia, el valor de estos capitales públicos ni siquiera se mantiene durante el periodo, sino que se ha reducido casi un 6% desde que comenzaron los ajustes.
Como ocurre con muchos asuntos económicos en España, la inversión en nuevas infraestructuras y en su renovación no es igual en todas las comunidades autónomas. Aunque hay algo que sí tienen en común: el estudio explica que «todas registran niveles de inversión insuficientes para compensar la depreciación de sus infraestructuras», además de alertar de que los presupuestos de los últimos años «no apuntan a mejoras en este sentido». Las que tienen un mayor porcentaje de infraestructuras envejecidas son Navarra (32% del total), La Rioja (31%) y el País Vasco (29%). En el lado contrario están la Comunidad de Madrid, donde solo el 18% de sus dotaciones tienen más de 20 años, seguida de Galicia (19%), Baleares y Cataluña (20% ambas). Se relaciona, por tanto, con las tasas de inversión en nuevas carreteras, puertos, vías ferroviarias o aeropuertos respecto de su PIB, lo que «determina las posibilidades de crecimiento de cualquier economía», asegura el informe.
Así, esta inversión es muy diferente entre territorios y a lo largo del tiempo. En el estudio se analizan dos periodos, de 1964 a 1995 y de 1995 a 2015. En el primer tramo temporal, las diferencias entre la comunidad que más invierte (Extremadura) y la que menos (País Vasco) es de casi 13 puntos porcentuales, mientras que en el segundo periodo la que más gasta en infraestructuras (La Rioja) y la que menos (País Vasco) se diferencian en algo más de siete puntos.
Las tasas de inversión de 1995 a 2015 son mayores que las del siglo pasado en todas las comunidades menos en Extremadura y Canarias, probablemente por el gran esfuerzo económico de los años 90 en estos territorios, que se ha estabilizado después. En los últimos años las regiones donde más se invierte es en La Rioja (28,8% respecto al PIB), Castilla-La Mancha (28,6%) y Baleares (27,6%), aunque este último baja casi tres puntos respecto al periodo analizado anterior. La media de España se sitúa en el 24,6%, solo tres décimas por encima de las tasas de hace 25 años. «Los datos muestran una capacidad de atraer inversiones por parte de los territorios muy heterogénea y cambiante en el tiempo. Es relevante porque en ello está la clave para el dinamismo económico y demográfico de los territorios», señalan los expertos.
Destacan los esfuerzos realizados por La Rioja, Murcia y las dos Castillas, que aumentan por encima de los tres puntos su nivel inversor respecto al periodo previo. En el caso contrario, las que menos invirtieron fueron País Vasco, Cataluña, Madrid, Asturias, Galicia y Canarias, todas por debajo de la media nacional. «En parte, estos resultados están condicionados por el peso de la inversión residencial y la diferente influencia del 'boom' inmobiliario, que marcó el proceso de acumulación de capital hasta la crisis en 2007», explican.
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