Jaime Castanedo: «En una empresa y más en una familiar es muy importante medir el riesgo de nuestras decisiones»

Desde que tenía dieciséis años Jaime Castanedo empezó a buscarse la vida, compatibilizando sus estudios con pequeños trabajos que han ido construyendo el bagaje que hoy le permite conducir una de las empresas con más tradición en Cantabria, Regma. La compañía, fundada en 1933 por su abuelo, Marcelino Castanedo, tuvo un gran éxito desde sus inicios, fruto, posiblemente del extenso conocimiento en el sector del frío de su creador y de su preocupación por elaborar productos de la máxima calidad utilizando únicamente ingredientes naturales.

Desde entonces y hasta hoy, la compañía ha intentado evolucionar tecnológicamente para aplicar la innovación del mercado a sus productos y canales de distribución, siempre siendo fiel a su filosofía inicial, la cual ha ido pasando de generación en generación. Tras Marcelino, tomó el testigo de la gerencia uno de sus hijos, Jesús, que más tarde haría lo propio con Jaime, manteniendo el carácter familiar que ha dominado en la empresa desde hace ya noventa años.

–¿Cómo fueron sus inicios en la empresa?

–Desde los dieciséis años he compatibilizado mis estudios con pequeños trabajos, algunos en la empresa familiar, cuando me llamaba mi padre, pero la mayoría fuera de esta. Cuando terminé la carrera a los 24 años mi padre me llamó para que me incorporase a Regma. Durante algún tiempo compatibilicé mi actividad en la empresa con mis estudios de doctorado, que no pude terminar, profesor asociado en la universidad y una pequeña asesoría que había montado, pero a los pocos años lo dejé todo para dedicarme exclusivamente a la empresa familiar.

–La suya es una de esas empresas familiares que ha sabido mantenerse y crecer en el tiempo, ¿cómo ha ido cambiando Regma en sus casi 90 años de historia?

–Entiendo que como en todas las empresas la evolución del mercado y de la sociedad te va marcando el camino. En el caso de las empresas familiares, la evolución de la familia también es un factor importante. En nuestro caso concreto creo que las fases de creación, afianzamiento y crecimiento han estado muy definidas en las tres generaciones que hasta ahora hemos pasado por la empresa.

–¿Cuánta responsabilidad cae sobre los hombros cuando uno se hace cargo de una empresa familiar con tanta tradición y arraigo en la región?

–Creo que la responsabilidad en una empresa es siempre la misma. Sí es cierto que en una empresa familiar es más, se juntan empresa y familia. No siento más responsabilidad que el primer día que empecé a trabajar con mi padre. Le dedico el mismo esfuerzo e ilusión.

–Regma ha conseguido vincular su nombre al de Cantabria como pocas marcas consiguen hacer, ¿cuál diría que ha sido la clave para conseguir este éxito?

–En Cantabria existen grandes empresas que, en comparación con nosotros, nos hacen ser realmente casi una anécdota. La diferencia es que en nuestro caso y por nuestra actividad enfocada al consumidor final, somos más conocidos, mas visibles. En cierta manera esa es nuestra obligación. De cualquier forma todo se traduce en mucho trabajo y un poco de suerte.

–¿Cuáles diría que son los principales hitos que ha alcanzado la empresa a lo largo de su historia?

–Probablemente seguir aquí, después de tres generaciones, preparando la empresa para que la cuarta tome el relevo.

–¿Qué cualidades considera importantes para ser emprendedor de un proyecto empresarial?

–Mucho trabajo, tesón y no asumir riesgos inasumibles que puedan dar al traste con el proyecto. Esto creo que es importante, medir muy bien el riesgo de nuestras decisiones. En una empresa familiar esto se multiplica.

–¿Cómo ve la actividad emprendedora y empresarial en Cantabria?, ¿hacia dónde debemos dirigirnos y qué hay que mejorar?

–Creo que el mercado y la intuición son los que van marcando el camino a seguir. A partir de ahí influye el número de personas que estén dispuestas a andar este camino de esfuerzo, su capacidad de trabajo y su formación. Una vez esto está establecido lo que se debe hacer es facilitarles el camino, ayudarles y valorarles como se merecen.

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