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'It's possible'. Este fue el lema comercial de una de las últimas campañas publicitarias de James Hardie para empoderar a sus clientes del sector de la construcción, en especial en el ámbito residencial. Ese espíritu podría aplicarse a la evolución de la fábrica ... de Orejo en la última década, que este martes cumple diez años desde la producción de la primera placa de fibroyeso. El inicio de una nueva etapa marcada por el estigma de la fallida GFB, donde el Gobierno PRC-PSOE enterró decenas de millones de euros en la primera década del siglo XXI, pero que desde 2013 bajo la tutela de la firma Fermacell ha vivido un periodo de crecimiento progresivo. Pero ahora el recinto cántabro entra en una nueva dimensión: la multinacional australiana, que adquirió Fermacell en 2018, va a invertir 144 millones para hacer de la planta situada en Marina de Cudeyo «la mayor del mundo».
El proyecto acaba de ser desvelado por los responsables de la organización, que días atrás ya avanzaron la construcción de una nueva línea de producción que duplicará la capacidad de la instalación cántabra, así como elevará un 35% el potencial en Europa. Como complemento, la creación de 60 puestos de trabajo directos, que se añadirán a los 102 actuales. En perspectiva, en 2012 apenas había 16 empleados en el recinto.
La actuación, que estará operativa en 2025, supone el mayor desembolso privado en la Comunidad en los últimos lustros, tan sólo superada por las diferentes mejoras progresivas hechas por el Grupo Armando Álvarez en todo el siglo. En todo caso, toda una sorpresa, en especial por el perfil bajo que ha mantenido la organización en este tiempo de trayectoria en la región, principalmente por la controversia respecto a los orígenes del fibroyeso en Orejo.
Así lo admitió el propio presidente de James Hardie Europa, Christian Claus, antes de dar la bienvenida a una nueva etapa que hará de Cantabria todo un referente a nivel planetario. «No somos muy conocidos aquí, aunque deberíamos. Estamos aquí para permanecer después de hacer progresos importantes en Cantabria», comenzó, para añadir que «la segunda expansión implica una cantidad muy significativa no sólo para James Hardie, sino también para Cantabria. Todo ello sin ayudas públicas», apostilló.
La presentación versó en su mayoría sobre las fortalezas de la placa de fibroyeso que se fabrica en Marina de Cudeyo, un género que en su mayoría se exporta a Reino Unido, Dinamarca y Francia, por tren a través de Irún y por barco por los puertos de Santander y Bilbao.
Claus explicó que la política de la multinacional, líder indiscutible del sector en una organización fundada en 1888, gira en torno a invertir para prepararse ante futuros incrementos de la demanda y el mercado. Además, insistió en que «en estos diez años hemos estado muy comprometidos con el trabajo local. Tenemos gente muy formada».
En paralelo, una referencia a GFB. «La anterior compañía acabó en bancarrota. La gente era escéptica cuando llegamos, pero lo hicimos. Ahora, Orejo es una de las mejores plantas y más eficientes que tenemos en todo el mundo», aseguró.
De ahí los motivos para esta macroinversión. La factoría lleva varios ejercicios trabajando a cinco turnos de forma continua, según explicó el director de planta, Fernando Herrera. Como referencia, 151 horas netas de producción semanal, para otras 18 reservadas a mantenimiento y contingencias.
En cuanto al proyecto en sí, se ampliarán las instalaciones en 11.000 m2 adicionales para instalar una nueva línea de producción de fibroyeso. De hecho, el 6% de esos 144 millones ya han sido adjudicados a empresas de Cantabria, mientras que la maquinaria provendrá de Alemania y otros países europeos.
Otro 17% de esa suma total se destinará a elevar la sostenibilidad, de modo que el recinto sea capaz de producir con diferentes tipos de papeles. El 20% de la placa lleva papel reciclado, con la firma pública MARE como proveedor. En la actualidad se emplean 40.000 toneladas y se espera que se doble esa cantidad, por lo que habrá que buscar otros recursos.
También llegará a Orejo una nueva recalcinadora, por 11 millones de euros, para permitir el uso de yesos reciclables, puesto que a corto plazo se prohibirá su envío a vertedero. Además, y como pata importante, el ahorro energético. En recuperación de calor se invertirán otros dos millones, lo que permitirá rebajar un 20% el consumo de gas.
(HABRÁ AMPLIACIÓN)
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