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Economista y político. Testigo en primera persona de los primeros pasos de la Democracia española y del auge del PSOE de Felipe González, junto al que fue ministro de Industria, primero, y de Economía, después, todo ello en la década de los 80 y primeros ... de los 90. Carlos Solchaga (Tafalla, 1944) es una voz a la que escuchar ahora que los socialistas, dejando atrás la influencia 'felipista', han retornado al Gobierno tras la moción de censura impulsada por Pedro Sánchez frente a Mariano Rajoy. Un cambio político interno que tiene sus repercusiones económicas, más si cabe en un contexto internacional donde las amenazas también están latentes. De todo ello hablará el martes en el Hotel Bahía de Santander, donde acudirá para participar en el Foro de El Diario con una conferencia titulada 'La economía española: riesgos políticos y oportunidades'.
–¿Qué riesgos aprecia en la actualidad para la economía española?
–Hay riesgos que emergen del panorama internacional. Por ejemplo, los tipos de interés han estado muy bajos y ya se da por seguro que van a subir en los próximos meses y años, lo que dará lugar a una política más restrictiva en materia monetaria. Esta situación, al igual que los altos precios del petróleo, afectará a la economía nacional y de otros países de la Unión Europea. Precisamente, dentro de la UE, que es donde nosotros nos desenvolvemos, se observan países a la baja como Francia o Italia. Las tensiones políticas también están en aumento con las políticas migratorias o el auge de populismos, que se han consolidado en Polonia o Hungría, y amenazan también en Suecia. Estos movimientos son además peligrosos por su euroescepticismo, lo que resucita la idea de los nacionalismos. Eso desde la esfera internacional, riesgos que no son superiores a los habidos en años pasados. Cuando la ministra de Economía (Nadia Calviño) anuncia que las estimaciones de crecimiento están entre el 2,6 y el 2,8 por ciento, creo que tiene razón; mientras el empleo aumenta en 500.000 puestos al año. Así, se puede afirmar que la recuperación se mantiene de forma robusta. Las mayores inquietudes surgen de la parte política de nuestro país, pues es evidente que tenemos un escenario parlamentario roto donde es muy difícil tomar acuerdos sobre reformas y medidas que a este país le vendrían bien. El Gobierno con 84 diputados no puede proponerse hacer muchas cosas, salvo en temas menores.
–¿Hay oportunidades en este contexto?
–La situación podría mejorar en algunos sentidos. El escenario político que acabo de describir seguramente no es duradero y la tesis de la anticipación de elecciones se va consolidando. Esos comicios, a tenor de los sondeos, llevarían a una situación que haría más factible conseguir un Gobierno estable para otros cuatro años. Ciudadanos va a sacar bastantes más diputados que los actuales y el PSOE, si no echa a perder con la gobernación la ventaja obtenida en los próximos meses, también podría ganar terreno, lo que daría lugar a una coalición de centro-izquierda. Ambas formaciones ya pactaron hace dos años un acuerdo de 96 puntos, por lo que no están tan alejados.
–Habla de una alianza entre Cs y los socialistas, ¿es el PSOE un partido de derechas comparado con sus orígenes?
–No, sigue siendo un partido socialdemócrata típico europeo, que como todas las formaciones de este tipo ha pagado muy cara la crisis. Sus votantes, muchos al menos, han tenido la sensación de que los políticos no han sabido gestionar esas crisis, por lo que muchos votos se fueron a la derecha o al centro, pero también hacia los populismos de izquierda. Éstos, ya se ha visto, tienen un recorrido muy corto, como demuestra el caso Tsipras en Grecia.
–A su juicio, ¿mantiene el PSOE esa conciencia de clase obrera que marcó la irrupción de Felipe González?
–Adaptada a la situación actual, que ya no se parece en nada a la de la segunda parte del siglo XX. ¿Diferencias? El peso industrial es mucho menor y casi un 70% de la población trabaja en el sector servicios, que funciona de otra manera. La concentración de trabajadores de antaño se está sustituyendo por una mayor digitalización. Estos viejos partidos como el nuestro tienen que representar ahora a una amplia gama de clases medias y bajas que no todas son obreras. Ahora bien, sigue siendo importante que alguien se preocupe por que predomine cierto nivel de igualdad social y de distribución de renta.
–¿El miedo socialista ante el auge de Podemos ya ha pasado?
–Diría que sí. En primer lugar, Podemos ya no dice muchas de las cosas que diría antes ni presume de aquella 'pureza' previa a entrar en las instituciones. Ahora tratan de conciliar sus preferencias personales en su vida privada con su discurso. Podemos está en una situación en que podría reducirse notablemente su respaldo electoral y, en paralelo, no puede presumir de una estrategia radical. Eso también permite que el PSOE decline la tentación de ser más izquierdista de lo que ha sido nunca.
–¿Es Pedro Sánchez el líder que España necesita?
–No me gusta plantear la realidad actual como si estuviéramos a principios del siglo XX. España necesita buenas instituciones, partidos que funcionen y cuadros políticos eficientes. Líderes especiales y de carácter carismático, si surgen estupendo, pero no es eso a lo que hay que estar. ¿Pedro Sánchez está a la altura de las circunstancias actualmente? Eso no se lo podría responder. No veo que ninguno de los líderes de los partidos políticos en España tenga el nivel de lo que tuvieron muchas veces unos partidos hace años. Dentro de eso, no veo imposibilidad para que Pedro mantenga la Dirección del partido y contribuir al desarrollo del país.
–¿Usted hubiera convocado ya elecciones?
–Seguramente sí. El propio Pedro Sánchez se comprometió desde la tribuna del Parlamento durante la moción de censura a hacerlo pronto. Yo seguramente lo hubiera hecho de manera más rápida de lo que parece va a ser el caso.
–¿Cómo ve la evolución del PSOE hasta que lleguen esos comicios?
–El PSOE hasta hace tres meses estaba extraordinariamente desorientado. En parte porque el voto de izquierdas se lo disputaba Podemos con su posición irreprochable al no haber gestionado instituciones nunca. Por otro lado, porque la socialdemocracia europea había variado un poco su posición. La moción ha cambiado un poco todo y ha permitido que el PSOE se ilusione por la idea de introducir medidas que supongan la rectificación del rumbo de la economía y el letargo en la toma de decisiones que parecía haber en Moncloa. Eso sí, y reconociendo que le ha venido bien, no puede estirarlo más allá de los límites, que los marcan los 84 diputados que tiene. Su obligación es buscar una posición con mayor estabilidad.
–En 100 días Sánchez ha visto cómo dimitían dos de sus ministros...
–Son dos casos desgraciados. El señor Sánchez formó gobierno en poco más de 48 horas y a todos nos llamó la atención el buen aspecto que tenía. Es verdad que la premura te puede llevar a situaciones como ésta, en que la gente no te diga todo lo que debe decir. También hay que tener en cuenta la experiencia en la gestión, en este Gobierno no hay muchos que la posean. Es evidente que el Ejecutivo tiene ese candor y tiende a hacer declaraciones generales sin sopesar todas las implicaciones, lo que ha llevado a varias rectificaciones. Esto podría seguir en las próximas semanas y meses. Por eso, sería conveniente hacer cuanto antes un Gobierno más estable.
–Al hilo de esta idea, se han precipitado numerosos anuncios y globos sonda en materia económica, ¿hay rumbo político o cálculo electoral?
–Hay mucho más rumbo político que en otras cosas, en parte por el reconocimiento de la realidad. La ministra de Economía sabe que no puede hacer una política heterodoxa. Tenemos dos caminos, que el Senado apruebe el techo de gasto, o que por otro camino lleguemos a ese objetivo. Las probabilidades de hacer una política económica que preocupe a Bruselas no existen. Es cierto que en algunas cosas está dando marcha atrás, dado que en el Congreso no alcanzaría la mayoría suficiente.
–¿Qué opina de los currículos inflados de los políticos?
-Lamentable. Esta 'titulitis' no sé si nace de la inseguridad de los dirigentes políticos. Si para obtenerlos ha habido acciones discutibles o irregularidades el político debe dimitir.
–¿Tendría que dimitir Pedro Sánchez si hubiera irregularidades en su tesis?
–Aquí no se ha hablado de irregularidades, más bien se pone en tela de juicio el valor de la misma. Habría que demostrar que ha habido un plagio efectivo.
–¿Tiene solución la problemática de las pensiones?
–El sistema va a ser sostenible porque siempre habrá capacidad razonable para introducir modificaciones. Es evidente que el sistema debe resolverse pensando en el largo plazo. Las pensiones mínimas podrían seguir mejorando con el paso del tiempo, pero por el crecimiento de la media de edad de la población y el tiempo en que percibe pensión habría que estudiar poner límite a las pensiones máximas.
–¿Qué le parece la idea de gravar el diésel con nuevos impuestos?
–Creo que es absolutamente necesario. Recomiendo al Ministerio que si quiere hacer algo con los profesionales, establezca un sistema de ayudas claro, porque si son meras subvenciones acaban saliendo miles de profesionales que compran a ocho y luego lo revenden a diez. Podría hacerse un periodo de transición que pudiera reducir el impacto, incluso un registro de los profesionales que lo emplean.
–¿Ve viable el impuesto a la banca que propuso Sánchez?
–Fundamentalmente, lo veo innecesario. Si hay un problema a largo plazo como es el de las pensiones, no se puede solucionar con un impuesto a la banca. Este tributo siempre se reclamaba aduciendo que los bancos obtenían un nivel muy alto de beneficios, pero hace mucho tiempo que las entidades financieras no ganan nada e incluso nos han costado mucho dinero a los españoles.
–La CEOE ya ha advertido al Ejecutivo de los riesgos de modificar el impuesto de Sociedades.
–Es algo que se podría estudiar de manera desapasionada. La apariencia indica que lo obtenido sobre los beneficios declarados es muy pequeño, sobre todo en las empresas grandes o multinacionales. Habría que reconsiderarlo, aún sabiendo que muchas de ellas no ejercen toda su actividad en España. Tomando esto en consideración, al impuesto le vendría bien simplificarse, quitar desgravaciones y que quedara claro el porcentaje del beneficio que va a impuestos.
–¿Aboga por aumentar la presión fiscal en el IRPF a las rentas más altas?
–Yo estoy en esas rentas más altas, para bien o para mal quizá porque la gente declara menos de lo que dice. Como ciudadano no me parecería mal que quienes tenemos esa suerte paguemos más. Ahora bien, ayuda un poco a que las cosas sean mínimamente más justas pero no resuelve los problemas de insuficiencia de ingresos ni la redistribución de renta e ingresos, que seguirá siendo igual de injusta.
–¿Se fían los mercados de este Gobierno?
–Los mercados están tranquilísimos. La mejor vara de medir es la prima de riesgo, que lleva mucho tiempo tranquila. No veo, de verdad, ningún motivo para la inquietud en este momento y tampoco los mercados.
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