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«Arquitecto de formación y empresario por vocación», tal y como él mismo se define, Luis Marina es consejero delegado de Ibiocom, uno de los promotores principales para que la fibra óptica llegara a las zonas rurales de Cantabria. Marina ha estado siempre vinculado a la implantación de las telecomunicaciones en la región, «desde la constitución en 1994 del primer operador regional, hasta alcanzar en 2022 la cobertura global de fibra óptica en nuestra comunidad».
–¿Cómo definiría un Territorio Rural Inteligente?
–El Territorio Rural Inteligente es aspiracional y resultado de una estrategia que engloba muchos ámbitos socioeconómicos. No hay una fórmula única, pero sí una visión común que definiría como aquel lugar en donde querrías desarrollarte como individuo en una situación ideal de contorno. No se puede alcanzar la condición de Territorio Rural Inteligente llevando acciones 'a lo tonto' o recetas comunes. Cada territorio es único, pero no el único. Alcanzada la conectividad total, de las primeras acciones obvias sería ir reduciendo el puzzle de 1.000 piezas en el que se ha convertido la segmentación municipal. Ser 600.000 habitantes en 102 municipios habla mal de la inteligencia de los territorios.
–El acceso a los servicios básicos, entre ellos la conectividad, está en el centro de las necesidades a cubrir para que cualquier entorno rural pueda ser un lugar realmente atractivo para fijar una residencia, ¿considera que esta es la clave para solucionar los problemas de población que acusan estas zonas?
–En 2015, los socios de Ibiocom nos dirigimos al Gobierno regional para informarle de que Cantabria, junto a Ceuta y Melilla, eran las comunidades con peor conectividad de banda ancha de España, sin posibilidades a corto de solución por parte de las operadoras existentes. Pero también les dijimos que teníamos una idea, para la que les pedíamos respaldo, no dinero. La aventura que hemos vivido da para hacer un libro, pero hoy Cantabria es la comunidad más avanzada en conectividad de fibra, con un 98,2% de cobertura, que será del 100% en pocos meses, gracias a la iniciativa privada llevada a cabo a lo largo de estos años entre Adamo e Ibio Infraestructuras y que en Cantabria ha supuesto una inversión que ya se acerca a los 100 Mm de euros. En aquella fecha veíamos una reivindicación constante de los municipios rurales sobre la necesidad de fibra que hoy ya no vemos, lo cual prueba que es un problema solucionado. Ahora estamos con el 5G, pero será otra temporada de nuestra serie. La conectividad de calidad era necesaria para no agudizar la despoblación, aunque no es el único factor sobre el que hay que trabajar.
–¿Qué oportunidades cree que se han abierto en estas zonas con el teletrabajo?
–Es el punto de inflexión para atraer talento e inversiones en infraestructuras, conectividad… Nosotros trabajamos con unos 490 municipios del norte de España. Cada vez que encendemos una localidad y se lo presentamos a los vecinos y alcaldes solemos decirles «os hemos traído la autopista. Ahora sois vosotros los que debéis sacarle provecho». Algunos municipios están desarrollando planes para el aprovechamiento económico de esta infraestructura en áreas como el teletrabajo, turismo, sector industrial... donde, por ejemplo, la Asociación de Consultores de Cantabria está haciendo un gran papel encauzando capacidades y proyectos. Vemos demasiados municipios subiéndose a recetas empaquetadas sin más ganancia que la subvención y demasiados pocos ejemplos de líderes locales con criterio y sensibilidad local.
–Durante estos dos años nos hemos visto obligados a digitalizar nuestras vidas, algo que ha mostrado la carencia que este sentido tienen las zonas rurales, ¿es el momento de apostar por la digitalización de procesos, especialmente en este medio rural?
–Los procesos a digitalizar en el ámbito rural que más peso tienen en la población son los relativos a la administración pública, sanidad y servicios bancarios. En ellos hay dos frentes de trabajo dispares: el dotar de utilidad al servicio digital, siendo ante todo una facilidad que ayude a hacer la vida más sencilla y el otro es el acceso a los mismos por parte de los usuarios. Sobre lo primero todavía estamos a bastante distancia de países donde la gestión digital es la base sobre la que se asienta la gestión pública, como Estonia. Aquí siguen conviviendo dos mundos, el pre y el post digital, con unos procedimientos que distan de estar pensados para la realidad actual. Hace falta invertir mucho más en reinventar el proceso de manera global antes que intentar desarrollar procesos puntuales digitales que están aislados. Un ejemplo de esto último es la obtención o renovación del certificado digital o el DNI, algo básico, que sigue requiriendo la presencia del individuo y que el mismo concilie información de dos o más entidades que deberían hablar digitalmente entre ellas. La segunda parte es el acceso de los ciudadanos al sistema digital. Hemos de concienciarnos que la población más mayor no puede seguir el ritmo de los cambios que se están produciendo y requieren ser asistidos. Deberíamos dejar de darles cursos y ofrecerles el servicio de asistencia digital para que no deban desplazarse o mendigar ayuda a familiares más adaptados.
–Hablemos de emprendimiento, ¿puede llegar a ser la herramienta clave en la lucha contra la despoblación rural?
–No hay un herramienta clave; hay un cesto de condiciones que son las que hacen tomar la decisión de emprender en el ámbito rural. A parte de la conectividad está el coste de vida, la capacidad de tener vivienda asequible, espacio de expansión, pocas complejidades administrativas, cierto ocio y algo vital en ese segmento de población, una educación bilingüe de calidad y las comunicaciones.
–Como empresario, ¿qué puntos fuertes tienen los entornos rurales que supongan una ventaja competitiva con respecto a las ciudades?
–En la sociedad súper burocratizada en la que vivimos, el contar con un corporación sensible a la generación de riqueza, que por ello facilite la implantación y desarrollo de negocios, sin complejidades, es la ventaja principal y suficiente para valorar un municipio. El resto se puede construir.
–En manos de las pymes, empresas familiares y emprendedores está el futuro de los territorios rurales, ¿de qué maneras se les puede incentivar para que arriesguen, sean creativos e innovadores para conseguir que sus entornos sean lugares atractivos para vivir?
–El interesado ha de ver realidades; un catálogo de ventajas operativas a las que se suma un tipo de vida coincidente con este ámbito. No creo en las ayudas y subvenciones, por su carácter temporal e incluso especulativo, así como tampoco veo efectivo la 'deportación' forzosa de algún tipo de infraestructuras públicas con el objetivo deseado de crear entorno donde no lo hay, pues requiere haber desarrollado previamente un tejido económico y social real. Primero tener perro y luego comprarle un collar, no al revés.
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