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Grifols es incapaz de despertar de su pesadilla bursátil. A pesar de que la compañía ha llevado a cabo notables esfuerzos en las últimas semanas para recuperar el favor de los inversores, su cotización sigue siendo presa de la volatilidad, con un desplome este jueves ... del 8% que deja sus títulos en 8,3 euros.
Detrás del ajuste se encuentra un nuevo toque de atención por parte de la agencia de calificación crediticia Moody's, que ha recortado la nota de su deuda de B3 a B2 -un escalón menos- ante una posición de caja de la compañía que denomina «débil», junto a un elevado apalancamiento de 6,8 veces ebitda incluso tras la reciente venta del 20% de Shanghai RAAS, cuyos ingresos se destinarán, precisamente, a reducir deuda.
Del mismo modo, Moody's insiste en que la empresa cuenta con una gobernanza corporativa con una «una estructura organizativa compleja y opaca», destacando de nuevo la relación y las operaciones vinculadas entre la compañía y las sociedades Scranton, Haema y BPC, también señaladas en el informe de Gotham City Research que puso en la diana a la empresa al acusarla de maquillar cuentas para ocultar deuda.
Moody's también advierte de una generación de flujo de caja libre «más lenta de lo esperado». Y aunque otra de las agencias líderes, en este caso Fitch, también ha emitido su valoración manteniendo la nota de Grifols en B+ mejorando la perspectiva de negativa a estable, los inversores prefieren no asumir riesgos.
«Esta es una noticia de impacto negativo, aunque no revela nada nuevo, pero debería influir negativamente en la cotización de las emisiones de bonos en circulación», indican desde el departamento de análisis de Bankinter.
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