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Maite Rodríguez García (Bilbao. 1969) está feliz. Ayer se conocía que había sido nombrada Mujer Empresaria de 2018 por la Asociación de Mujeres Empresarias de Cantabria (Admec). Es un galardón que reconoce la trayectoria de esta mujer que estudió para peluquera, pero que entró en ... el mundo de la hostelería trabajando los veranos en el Balneario de Corconte y ya no se cambió. Fue, junto con otra compañera, la primera camarera del Real Club Marítimo de Santander. Desde 2006 regenta junto con su marido el restaurante Marucho de la calle Tetuán de Santander y el pasado año ha dado un paso más y ha adquirido La Flor de Tetuán. Mucho trabajo, pero también mucha ilusión porque son dos ofertas distintas, pero en las que prima la calidad de los productos y la atención al cliente.
-Todavía lo estoy asimilando, casi no me lo creo, pero me parece un reconocimiento a todos mis años de trabajo, casi 30, en la hostelería. Pienso que algo debo estar haciendo bien para que me lo reconozcan.
-Es cierto que es duro. En los últimos siete años, con la enfermedad de mi marido, no hemos tenido vacaciones salvo alguna escapada de fin de semana. Sin embargo, cuando te gusta lo que haces estas feliz. Para mi lo fundamental es hacerle sentir bien al cliente. Ser la mejor anfitriona. Me muero por mis clientes.
-Pero debe ser complicado renovarse y ofertar algo nuevo y, ahora, con dos restaurantes...
-La verdad es que soy muy clásica. Nos renovamos, pero realmente nos encontramos mejor con el servicio clásico y yo creo que no es aburrido porque la gente lo aprecia. Cuando compramos La Flor de Tetuán podíamos haber optado por pasar allí el Marucho, pero hicimos lo más difícil económicamente que es mantener los dos. Son dos ofertas diferentes. Estamos contentos con la adquisición, pero tienen que pasar tres o cuatro años para modelarlo, seguir en la línea para hacerlo de nuestro estilo.
-Aunque es una pregunta tópica no puedo obviarla: ¿ha sido más difícil la trayectoria profesional por el hecho de ser mujer?
-Está claro que tenemos muchas más dificultades. Cuando yo empecé era claramente un mundo de hombres. Recuerdo cuando otra compañera y yo fuimos las primeras camareras del Marítimo (del que acabó siendo la 'maitre'). Además, por ejemplo, yo no fui a la escuela de Hostelería y mi marido si. Lo que hice fue pegarme a él y a los que se habían preparado para poder aprender. Ser mujer supone tener que trabajar el doble para demostrar lo que vales.
-¿Un consejo para los jóvenes que empiezan y quieren tener su propia empresa?
-Lo primero que necesitan es después de la formación adquirir experiencia trabajando para otros y ver cómo funcionan. Tiene que gustarles lo que hacen y saber que requiere un esfuerzo ya que cuando los demás están disfrutando de su tiempo libre tendrán que trabajar. Pienso que, como mínimo, se necesitan 10 años de experiencia y aprender de los que la tienen. Cuando mi marido y yo empezamos en el Marucho aprendimos de los anteriores propietarios y ahora nos ha pasado lo mismo en La Flor de Tetuán. Yo espero que el día que me jubile pueda hacer lo mismo con los siguientes.
-Lo cierto es que en muchos establecimientos se quejan de la falta de personal implicado...
-Hay algo fundamental y es que el equipo del establecimiento, tanto el de cocina como los camareros o los que limpian, esté feliz. Que les guste lo que hacen y que sientan que su tarea, sea la que sea, es importante para el éxito final. Lucho mucho por la motivación del personal. Necesito que el que esté conmigo comparta las ganas por atender y agradar al cliente. Es importante que podamos contar con personas a las que les interese la gestión de los servicios como es el caso de la hostelería. Si te gusta de verdad, a pesar de las horas que se meten, es maravilloso.
La Asociación de Mujeres Empresarias de Cantabria (Admec) ha concedido el Premio Empresaria 2018 a la propietaria de los restaurantes Marucho y la Flor de Tetuán, de Santander, Maite Rodríguez García, en reconocimiento a «su tesón, esfuerzo y capacidad de superación». Así lo ha anunciado ayer en rueda de prensa la presidenta de la Admec, Eva Fernández Cobo, junto a la presidenta del Parlamento de Cantabria, Dolores Gorostiaga. Este galardón, que cumple su decimoctava edición se entregará el día 29 de noviembre en una cena de gala de la Admec que tendrá lugar en el Hotel Santemar de Santander. Además, se han concedido dos menciones especiales, una a la diseñadora de alta costura Laura Saínz de Aja, en reconocimiento al emprendimiento y proyección empresarial; y otra a la directora territorial del Banco Santander, Rocío Vielva Ramos, para reconocer el liderazgo y alta dirección.
La presidenta de Admec ha destacado que año tras año la asociación pone el foco de atención en mujeres que son referentes en Cantabria para visibilizar la labor de una mujer empresaria que represente valores como el emprendimiento, la valentía, la formación, la disciplina, la calidad y la entrega. Así, ha asegurado que Maite Rodríguez reúne todas esas cualidades, ya que «su tesón, su esfuerzo y su capacidad de superación» la han llevado a posicionar la marca de sus restaurantes en «lo más alto de la cocina cántabra».
Por su parte, la presidenta del Parlamento ha agradecido el trabajo de todas las mujeres empresarias que son ejemplo para que otras «emprendan, creen y le den a la sociedad todo ese talento que tienen». «Estamos demostrando que somos capaces de crear riqueza, empleo y a veces nuestro riesgo», dijo.
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