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Tiempos convulsos en los que hay que ser valientes. Enrique Conde (Santander, 1971) tiene clara la hoja de ruta para el corto y medio plazo. Un mensaje que podrá aplicar desde CEOE-Cepyme Cantabria tras haber sido reelegido como presidente de la patronal al ser ... el único aspirante al cargo.
–¿Le ha sorprendido la escasa movilización en el proceso electoral y la presentación de una única candidatura?
–Francamente, no. Previamente a adelantar las elecciones consulté con mucha gente tanto del Comité como de la Junta Directiva si les parecía una buena idea para evitar precisamente que se mezclaran con los comicios políticos y que, además, fuera o no yo el presidente, pudiésemos trabajar a fondo a partir de enero. En esas charlas todos me dijeron que lo lógico sería seguir la línea que estábamos llevando. Por tanto, no parecía lógico que hubiera otra candidatura. La CEOE ahora está muy unida y esa es la base para poder hacer cosas.
–¿Qué tareas se han quedado pendientes durante su primer mandato?
–Yo hablaría más bien de tareas que toca hacer ahora. Por ejemplo, en la exposición que hice el viernes como precandidato comenté al final de la misma que habría que intentar que la gente joven se animara a estar en las instituciones, pues es clave que la decisión de los temas de futuro también la tomen ellos. Sí que hemos encontrado más participación en determinados sectores, pero sí que hay que exagerarlo más. Se tiene que animar la gente joven a marcar las líneas del futuro de Cantabria. Tienen una visión mucho más 'suya' y como todo cambia tan rápido la separación entre generaciones es mayor. Por otro lado, creo que es importante trabajar con los diferentes partidos políticos que pudieran estar en el Gobierno de Cantabria para que plasmen determinadas ideas en sus programas políticos. La dinámica previa es que queden con nosotros un mes antes de las elecciones y nos cuenten 'lo que van a hacer'. Creemos que nos deben escuchar a nosotros. De aquí a final de año consultaremos a cada sector para recopilar sus sugerencias. Hay cuestiones claras: una Ley específica de reducción de cargas administrativas.
–Pero, por ejemplo, esa Ley que menciona ha sido una reivindicación clara de la patronal y no se ha conseguido...
–Pero porque el Gobierno lo ha enfocado para determinadas consejerías, cuando creemos que tendría que ser una ley específica para todo el Ejecutivo. Cuando hablas a nivel privado con políticos y funcionarios coinciden en esta realidad, que eso hay que solucionarlo. Creemos que es un aspecto ganador para cualquier partido político que lo lleve en su programa.
–¿Habrá avances reales en este campo antes de que lleguen las elecciones?
–Va a haberlos, en Industria fundamentalmente, también en Medio Ambiente y a la Ley del Suelo hemos incorporado alguna enmienda. Pero creemos que se ha hecho de forma muy lenta. Se nos queda muy corto. Una licencia de un ayuntamiento como Santander, para una construcción, sigue tardando 15 o 20 meses. No puede ser que una industria tarde tres meses en instalarse en otra comunidad y aquí tres años. Eso es una espada de Damocles para esta región.
–¿Qué más objetivos tiene para este segundo mandato?
–Por ejemplo, hay que exagerar más el espíritu colaborativo que se ha desarrollado en CEOE. Creo que en los últimos cuatro años han crecido proyectos como el C-Meet, que fue un exitazo; la 'caña digital'; los desayunos para el sector innovación; o el IBE (Innovation Business Ecosystem) que va a empezar ahora... De alguna forma, pensamos que hay que dar una vuelta al trabajo que se puede hacer con la Administración en el sector turístico. Se habla de la desestacionalización, llevarlo a las zonas del interior, pero creemos que hay que reflexionar sobre cómo poder vivir fuera de la temporada alta. Para ello hay que dotar de facilidad a la hostelería e infraestructuras. Otro aspecto importante es la Oficina Agroalimentaria. La empezamos hace ocho meses pero lo vamos a seguir potenciando. Tenemos grandes productores y estamos intentando que puedan mejorar en ámbitos como el marketing. Todas estas iniciativas que juntan a unas u otras empresas es lo que la gente está agradeciendo mucho.
–Habló el viernes en su discurso de que están sentando las bases para hacer en la Comunidad un «hub tecnológico y digital». ¿Cómo se pretende conseguir?
–La clave seguramente esté en la alianza empresarial. Hace poco, quitando la asociación de Ascentic, había muchas compañías que se veían como competencia. En los dos últimos años se han producido reuniones y acercamientos, con los eventos previamente mencionados. Ahora se ha montado mucha alianza corporativa que opta a contratos tanto fuera de Cantabria como fuera de España. Siempre decimos que queremos ser la 'Málaga del norte'. Además, se dan las condiciones para captar empresas y personal en el ámbito tecnológico.
–El impulso tecnológico de Málaga sí que se entiende en parte por el afán de sus dirigentes políticos de acercarse a las empresas del sector. ¿Están haciendo algo similar los representantes cántabros?
–Creo que este tema no está en la retina de estos cuatro años, aunque sí que en casos como la Dirección General de Industria o de Innovación se está haciendo un trabajo bastante bueno.
–¿Se nota la llegada de fondos europeos?
–Diría que no, salvo el famoso kit digital, que produce una lluvia fina. Tenemos una empresa como Solvay, con su compañía gemela que ha recibido 65 millones en Francia y aquí no tiene ni consolidado el proyecto.
–¿Qué está fallando?
–Creo que es una cuestión de país, aunque el Gobierno de Cantabria debería ser insistente. El tiempo que dedicas a algo, repercute o no repercute. Lo que no puede ser es que los proyectos de la Comunidad sean dos o tres, el Mupac o La Pasiega, y que ambos fallen. Hay que atinar. Ahí sí que hubo una cierta decepción empresarial.
–¿Qué resultados está arrojando el Plan Estratégico Cantabria 2030?
–Desde hace dos meses estamos haciendo una reflexión interna. Queremos proyectarlo a partir de enero de una manera más atinada. Si tenemos una red de cántabros en el exterior, pues pondremos más esfuerzo en las iniciativas que vemos que tienen éxito. Estamos valorando cómo enfocar la Palanca de Emprendimiento o la de Innovación. Por ejemplo, la formación es fundamental, ya que faltan perfiles especializados en todos los sectores, y no se tocaba tanto en el planteamiento inicial. Siempre es trabajo que pondremos al servicio del Ejecutivo regional.
–Con la inflación disparada, ¿será difícil llegar a acuerdos en el Diálogo Social?
–Creo que en Cantabria ha habido buena disposición en estos cuatro años, pero con resultados muy pobres. Demasiadas reuniones para el poco resultado. Tras la pandemia, creo que los sindicatos se ven influenciados de manera ideológica y política. En ese momento los empresarios no nos sentimos cómodos. Esta región adolece de iniciativas y ahí no cabe ideología que valga.
–¿Se ha aprendido algo de la huelga del metal?
–Más que si hemos aprendido, diría que fue lamentable. No debió existir. No debió durar lo que duró. En CEOE-Cepyme existe Cantabria Metal, que no pudo estar en la negociación. Creo que fue un gran error todo el proceso. Los sindicatos, en mi opinión, se comportaron de forma bastante irresponsable, pues al acuerdo al que se llega tras 20 días prácticamente estaba encima de la mesa al segundo día.
–Es evidente que Cantabria tiene un problema con la industria y la energía. ¿Qué se puede hacer o el conflicto se escapa de la capacidad local?
–Es un tema a nivel nacional. Hemos dado alguna pequeña idea para ahorros muy puntuales. La política a veces está más pendiente a nivel interno de lo que va a pasar en seis meses o un año. Este país tiene un problema. Hay empresas cántabras con sedes en Francia donde la energía cuesta la mitad. En Francia se sorprenden. Es un problemón, especialmente para competir en la industria, pues exporta y compite con otras empresas del continente. Que nadie se engañe, como esto no cambie vamos a tener un problema muy grande en Cantabria, pues el PIB industrial supone el 20% de la Comunidad. Aparte de nuevos nichos, hay que mantener las compañías que tenemos siempre que sean sostenibles. Para eso hay que ayudarlas, no de forma económica, sino con legislación. El otro día hablábamos de la nueva Ley de Control Ambiental, que el Gobierno regional quiere sacar adelante. Hay leyes en Cantabria que parecen hechas para que determinadas empresas cierren. Nos hemos dado cuenta de ello y estamos hablando con el Ejecutivo regional. Pero hay que ser muy vehementes, porque realmente no tienen ningún sentido práctico. Luego, lógicamente, cuando salimos fuera a competir tenemos que exigir a todos lo mismo. No podemos ser más papistas que el Papa.
–Además de mantener lo que hay, ¿por qué sectores tiene que apostar Cantabria para apuntalar su futuro?
–La Comunidad tiene mucha capacidad para atraer y crear sector tecnológico. La industria, que suele ser tractora, cuenta con empresas que si son capaces de dar el giro a los criterios sostenibles que se marcan ahora son de futuro. El turístico y agroalimentario tienen unas posibilidades bárbaras, no sólo haciendo lo de siempre, sino cosas nuevas y, en el caso del 'agro', con una mayor profesionalización y especialización sostenible.
–¿Cuál es el sentir de los empresarios para 2023?
–Es incertidumbre y expectativa. Para enero, el sector bancario avisa de que el año puede empezar un poco duro. La realidad es que las empresas de Cantabria tienen trabajo y están trabajando. Seguramente no lo hagan más porque no hay personal especializado para acometer esos trabajos. Sí es cierto que todas las circunstancias mencionadas pueden afectar. Este ejercicio 2022 ha sido bueno en términos de trabajo. En cuestión de resultados, pues dependen del sector. La palabra para el futuro es incertidumbre.
–¿Qué hay que exigir a la Administración para estos cuatro años?
–Empatía total con los empresarios. Saber qué sucede en la calle. Que nos pregunten. Hay que decirle a la clase política que tiene que atreverse a hacer cambios y ser disruptivos. No puede ser estar en política y no hacer nada para no fallar.
–¿Teme una parálisis pública en 2023 por las elecciones y las renovaciones de gobierno posteriores?
–(Piensa). Por desgracia, sí. Hay consejerías que empiezan a escucharnos, pero vemos que la dinámica cuando llegan las elecciones es estar pendiente de ellas.
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