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El pago con tarjeta se ha popularizado hasta el punto de marcar, según el Banco de España, un gasto medio a nivel nacional de 29,10 euros, frente a los 41,40 euros de hace diez años. Esto se debe a que la gente ... cada vez hace pagos de menor valor y más rutinarios sin usar el efectivo, haciendo que la media del importe haya descendido este año por primera vez por debajo de los 30 euros. Una tendencia clara también en Cantabria, sobre todo en Santander donde cada vez es menos habitual que no te den la opción de abonar un pago con tarjeta, ya sea un simple helado, una barra de pan e incluso una consumición en un bar. Aunque, eso sí, hay quienes (sobre todo en la zonas rurales) se siguen revelando contra la moda e incluso no es raro seguir encontrándose en algún local carteles indicando que 'el pago mínimo con tarjeta son 5 euros'.
En la capital cántabra, el uso de este método ya es algo rutinario. «Hasta el café más barato o una botella de agua lo pagan así», explica Rebeca Lorenzo, encargada del cafetería y obrador Bodi, ubicado cerca del Ayuntamiento. No es un caso aislado. En casi todos los establecimientos, tanto los de grandes cadenas como los de comercios locales, que en la última década han ido adoptando y normalizando el datáfono, advierten que los pagos de pequeñas cantidades con tarjeta han pasado de ser la excepción a la norma. «Es más habitual en jóvenes, pero desde la pandemia los más mayores están pagando cada vez más con tarjeta, incluso aunque solo se lleven una barra», comenta una encargada del Peter&Pan. Algo que reafirma, desde el Bodi, Lorenzo, aunque destaca que a algunos clientes de mayor edad «les da apuro» el abonar una cantidad pequeña haciendo uso del datáfono. Cuestión generacional.
29,10 euros es la cuantía media de los pagos con tarjeta en España, el menor de la historia
2,5 millones de terminales de venta (TPV) hay en España, un 25% más desde la pandemia.
En los supermercados se repite la rutina, «aunque el cliente solo lleve un refresco» y la edad ya no parece una barrera. «Incluso los más mayores usan tarjeta, aunque los jóvenes lo hacen todavía más y en compras más pequeñas», explican los cajeros de varios locales de alimentación. Así, compras tan rutinarias como un helado en el Regma del Paseo de Pereda se realizan con 'el plástico'. Uno esos clientes incluso comenta que él paga directamente con su reloj inteligente, le parece «la forma mas cómoda».
La excepción llega al acudir a muchos de los puntos de recarga de las tarjetas de transporte público, donde se indica que sólo se admite el pago en efectivo. «Si aceptamos tarjeta perdemos dinero, ya que la comisión que nos cobra el banco es más que la parte que nos quedamos de la recarga», lamenta la responsable de uno de los estancos de la ciudad. Por ese mismo motivo, también se podía leer en su local, como ocurre en muchos otros de pequeños comerciantes, que no aceptan pagos de menos de cinco euros que no se realicen en metálico.
También en Camargo se sigue la dinámica de Santander, con una notable implantación del pago con tarjeta, con especial auge en los jóvenes. «Casi todos pagan así porque les es mas cómodo», argumenta Cristian Raposo, dueño de Raposo Barber Shop, una pequeña peluquería en la Plaza de la Constitución de Maliaño. «Yo el datáfono lo puse desde el momento en el que abrí, Mi negocio está enfocado a chavales y sabía que era imprescindible contar con él», concluye.
Por su parte, Torrelavega puede estar algo más apegada al efectivo, especialmente cuando el pago es muy pequeño, como puede ser el caso de «un blanco o un café», pero poco a poco se va imponiendo la tarjeta, una vez más.
En cambio, en las zonas mas rurales de Cantabria parece que el efectivo sigue teniendo predicamento. Un ejemplo claro es lo que sucede en Campoo, donde los comercios han decidido actualizarse, especialmente en los últimos dos o tres años, añadiendo el TPV, motivados por el turismo. Mientas, el cliente local parece que prefiere salir de casa con los billetes y monedas necesarios para hacer los gastos del día. En Reinosa, la cabecera de comarca, los jóvenes comienzan a actualizarse, pero en los pueblos más pequeños, ni siquiera ellos optan por pasarse al dinero electrónico.
Rebeca Lorenzo
Encargada del Bodi (Santander)
Cristian Raposo
Dueño de una barbería (Maliaño)
Alba Calderón
Camarera de un bar (Reinosa)
Mario Balbás trabaja en las oficinas de la Distribuidora de Bebidas Campoo y, aunque asegura que la frecuencia de pagos con tarjeta está creciendo, sobre todo en los de cantidades altas, los clientes de la comarca se mantienen fieles al metálico. «Aquí hay cultura de pago en efectivo, pero aún así tienes que actualizarte». La hostelería local sigue una tónica parecida, y es que Alba Calderón, camarera del disco bar Al Sur, asegura que el datáfono está «prácticamente de adorno» y que tan sólo le dan algo de uso durante la noche con la gente joven. «Algunos de los chavales pagan con el móvil por comodidad, pero los mayores, ya sea vino, café o copa, siempre papel en mano». En contraposición, desde la Asociación de Comerciantes de Reinosa, se asegura que en la capital se está viviendo un aumento en el pago con tarjeta, ya que hasta el 70 % de la facturación se obtiene mediante este método, aunque también declaran que ellos preferirían el pago en metálico.
Algo similar sucede en Guriezo, donde la mayoría de establecimientos cuentan con el servicio, pero los clientes no terminan de animarse. «Noto que en mi entorno se paga más en efectivo que entre los chavales de Santander», comenta el joven Luis Pérez, aunque sí que destaca que él, personalmente, «tira de plástico» de vez en cuando, sobre todo, cuando es una cantidad grande.
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