«Para ser un país competitivo hay que hacer reformas, pero no percibo muchas ganas»

-¿Cómo definiría la coyuntura actual más allá de la evidente complejidad e incertidumbre?

-Ahora hay una variable como la inflación que lo marca todo. Podemos discutir el origen. La posición más liberal nos dirá que es por un exceso de liquidez, mientras que el sentido común la atribuirá a una mezcla de cosas adicionales como el final de la pandemia, las tensiones en las cadenas de producción, la guerra que no estaba prevista... Después de un tiempo en que los precios estaban contenidos se ha producido una eclosión. La inflación motivada por la oferta no es tan sencilla de gestionar. Hay una inflación propia y otra ajena. Hay que centrarse en creernos que es una cuestión transitoria. Lo importante es actuar con cosas y, si vemos que se mantiene, habrá que adoptar otras medidas. Otra realidad es que en España desde 2008 tenemos déficit. Podríamos empezar a darle vueltas con la información que tenemos y las políticas de los bancos centrales. Nuestra capacidad de maniobra se va a reducir. Volveremos a hablar de la prima de riesgo y el euríbor. Unas cuestiones son de corto y otras de medio plazo.

-¿Qué medidas adoptaría usted para controlar esta subida de precios actual?

-Parto de que controlar la inflación no es tan sencillo. Hay un ambiente alcista nacional e internacional. Las personas hemos seguido, con buen criterio, los consejos de contención de consumo, pero pierde fortaleza cuando el gasto público se va a disparar y se producirá una eclosión de demandas sociales. Sería necesario un cierto acuerdo que partiera del hecho de una inflación transitoria, aunque no lo sea, que aborde qué hacemos con las pensiones o con los funcionarios. Los empresarios van a hacer su papel con los trabajadores. Para ser un país competitivo habría que hacer reformas, que siempre son dolorosas. Con la situación nacional que veo, no percibo muchas ganas de hacer reformas.

-¿Se mantiene la estanflación como un riesgo real?

-Sigo viendo expectativas de crecimiento. Vuelvo a repetir: hemos pasado una pandemia; un rebote del virus; después nos hemos encontrado con una guerra en Europa que prácticamente nuestra generación no había visto nunca en el continente. Es verdad que las perspectivas van a la baja. Es diferente el caso español, del europeo y del estadounidense, donde hay pleno empleo y una gran demanda. Lo que veo es que el futuro va a ser crudo y nadie nos va a regalar nada. Creo que el principal problema en España es institucional más que económico. Hay que ver cómo aligeramos esto, impuestos o energía, pero también sería bueno plantearnos alguna reforma. La de las pensiones es bastante evidente, lo que pasa es que los tiempos no ayudan. Hay que darle una vuelta a cómo gastamos el dinero público, con multitud de administraciones superpuestas. No sé si tiene mucho sentido desde el prisma de la gestión.

-El empleo, de momento, parece que sigue una inercia propia...

-Sí, pero tenemos el doble de paro que en Europa. Me parece muy bien que mejore. Está creciendo mucho el empleo público y por suerte vamos a tener un buen año turístico. Pero si miramos el desempleo juvenil es escandaloso. Luego, con las prejubilaciones, está saliendo del mercado laboral gente con cotizaciones altas y se quedan otros trabajadores que las tienen más achuchadas.

-¿Cómo se puede negociar con este panorama el nuevo modelo de financiación autonómica?

-La política es muy importante. Todo lo que sea racionalizar el debate y que las reglas del juego respecto a la financiación autonómica sean claras es bueno. Creo que es un tema de prioridad absoluta.

-Habla de reformas y claridad, ¿qué hay que hacer con las pensiones?

-Con las pensiones creo que cometimos un error. No es un tema fácil pero creo que el modelo anterior era más adecuado. Tenemos que tender a alargar la vida laboral, que lo que recibes tenga la mayor relación posible con la cotización, así como separar lo social de lo asistencial. El modelo este de subir la pensión en función de la inflación tiene mucho peligro, igual que hacer subidas diferenciadas en función de niveles.

-¿Qué debe hacer un territorio como Cantabria en una coyuntura como la actual?

-Cantabria tiene buena marca. Una imagen ligada a la calidad, a la seguridad, la naturaleza, con precios asumibles... El turismo es muy importante, básico incluso, y, por tanto, estratégico. Después, facilitar cualquier actuación de inversión o de actividad empresarial por parte de las administraciones.