El paro desigual

En Cantabria en términos interanuales la ocupación bajó en 900 personas y a su vez tasas de paro y actividad se situaron en el 8,6% y 55,6%, respectivamente. No debería sorprendernos esta evolución de las cifras pues la propia afiliación a la Seguridad Social, que se publica mensualmente, ya nos avisaba de «señales claras» de ralentización durante este verano. Ese es el «termómetro» económico del «veroño» que vivimos con un paro cada vez más desigual. Es decir, nuestra sociedad de bienestar avanza hacia una sociedad de malestar.

No es un juego semántico sino un anclaje a la realidad pues un paro desigual nos devuelve al pasado: alta temporalidad o más paro femenino y en jóvenes versus más creación de empleos en lo público que en lo privado. La «policrisis» (acuñada por Adam Tooze para ilustrar cócteles de alta inflación y tipos de interés así como problemas energéticos, naturales y alimentarios) ya no es ciencia ficción. Pero tranquilos que, más que un Armageddon económico ante tanta incertidumbre lo que es más que esperable es un frenazo de actividad económica e inversión hasta como mínimo gran parte de 2023. Recuperar pues empleo en Cantabria se basa en repensar los costes financieros, laborales e impositivos y que los fondos europeos y el nuevo presupuesto de Cantabria de 3.504 millones hagan de palanca. Aumentar la productividad aditiva (con tecnología a manta) nos volverá a situar en un difícil dilema: recuperar así empleo a costa de empeorar la precariedad y desigualdad del mercado laboral cántabro en esta nueva normalidad.