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Cerca de 6.000 kilómetros y casi ocho horas de avión separan a Pascual -grupo familiar nacido en 1969 en Aranda de Duero (Burgos) pero con una amplia y dilatada relación con Cantabria; incluso el actual presidente, Tomás Pascual Gómez- Cuétara, es natural de ... Santander- de Luanda, la capital de Angola en la que la empresa ha puesto el foco para dar un revulsivo a su negocio internacional. Hace más de 25 años que la compañía exporta, con presencia en 60 países. Pero los 50 millones de dólares (unos 46 millones de euros) que actualmente genera la actividad exterior se han quedado cortos para impulsar la facturación total de la empresa, que en los últimos años se mantiene congelada por debajo de los 700 millones.
La nueva hoja de ruta pasa ahora por dar el salto definitivo de la exportación a la producción en el lugar de destino, mediante 'joint ventures' con socios locales de primer orden. Y los países emergentes serán el pilar de esta fórmula de crecimiento.
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Jesús Lastra
Pascual ya cuenta con producción local en Marruecos, Filipinas o Guatemala. Pero Angola será la columna vertebral de la estrategia para, si todo va según lo previsto, cumplir el objetivo de que el negocio internacional alcance los 132 millones de dólares (unos 125 millones de euros) en 2025. Supone casi triplicar la cifra actual.
Pascual ya genera ocho millones de dólares (7,5 millones de euros) solo en Angola, siendo líder en el segmento de yogures de larga vida. Su cuota es del 50% en estos productos, básicos en una región en la que tener un refrigerador no es lo habitual.
La primera pregunta respecto a su nueva estrategia de producción es básica, pero lógica: ¿cómo es posible desarrollar el proyecto en un país en el que apenas hay vacas? La respuesta: Pascual fabricará y comercializará leche UHT y leche en polvo -donde estará el gran campo de batalla con otras marcas presentes como Nestlé- en el complejo industrial más puntero del país de la mano de Refriango, empresa líder del sector de bebidas en la región.
Con esta estrategia, la compañía calcula que podrá ahorrar un 50% en costes, algo fundamental para que sus productos sean asequibles a una población que subsiste con dos dólares al día.
ECONOMÍA
Crecimiento 2023: +3,4%
Desempleo: 8,5%
Deuda pública: 60%
PIB (2021): 67.400 mill.
Dependencia del petróleo:
Exportaciones -95%
Ingresos públicos: -80%
PIB: -50%
DEMOGRAFÍA
Habitantes: 35,5 millones
Fertilidad: 6,2 hijos por mujer
Esperanza de vida: 60 años
Menores de 14 años: 46%
La meta es que Angola facture 24 millones de dólares este mismo ejercicio y entre 55 y 60 el próximo, fecha en la que ya sería su principal mercado exterior. El objetivo a medio plazo es alcanzar los 100 millones en 2028. Para ello, ha desplegado sus mejores perfiles en la zona, tanto en gestión como en I+D y marketing, con una notable inversión en la nueva campaña para promocionar sus nuevos productos. «La población confía en nuestra marca. Como con los yogures, sabe que en ella encuentra calidad, sabor y nutrientes», explica Tomás Meléndez, director de internacional de Pascual. «El objetivo es que el país sea capaz de autoabastecerse, sin depender tanto de las importaciones», añade.
Una visita a la fábrica situada al sur de la capital permite hacerse una idea del potencial del socio para lograrlo. Refriango -también empresa familiar- es líder en el sector de la distribución de bebidas no alcohólicas. Recientemente entraron en el mercado cervecero y ahora desarrollarán los lácteos con Pascual. Cuenta con tres fábricas de producción en el país y más de 3.200 empleados. En total, trabajan con 50 marcas y asociaciones con firmas como la portuguesa SuperBock o el gigante Diageo. «Nosotros aportamos el conocimiento del país, la red comercial, la estructura... y Pascual la marca, la I+D, etc», explica Diogo Caldas, CEO de la compañía.
La capacidad de generar calidad en la producción es evidente en el proceso. Pero desde la décima planta del Hotel Alvalade de Luanda, cabe preguntarse si la región cumplirá las exigentes expectativas. Incluso en esta zona más moderna de la ciudad se puede observar la fuerte desigualdad de una población que se divide entre lujosos restaurantes, hoteles y supermercados en los que los expatriados compran a precios europeos y zonas sin infraestructuras en las que la venta ambulante es la forma de vida de aquellos a los que no llegan los ingresos petroleros (Angola ya mira de tú a tú a Nigeria como principal exportador de crudo de África).
La violenta guerra civil que finalizó en 2002 -y que llegó tras la independencia de las colonias portuguesas- convirtió a Luanda en la ciudad más cara del mundo. «Comer una porción de pizza o beber una Coca Cola era prácticamente prohibitivo». Y la corrupción sigue siendo uno de los grandes males del país.
Pese a todo, los empresarios extranjeros parecen confiar en la agenda reformista del Gobierno de João Lourenço para diversificar una economía que todavía depende en más de un 90% del petróleo. Entre los españoles destacan la propia Pascual y otros como Indra, Elecnor o Porcelanosa. En total, 40 empresas nacionales fijas y otras 40 que hacen negocios aunque no estén afincadas allí, según datos de la embajada española en Angola. «Contamos con un ordenamiento jurídico para proteger a los inversores. Cuando las empresas entran en un mercado, asumen que los riesgos son menores que la rentabilidad que obtendrán», defiende el ministro de Comercio e Industria del país, Víctor Fernandes, durante un encuentro con medios españoles.
El cambio no llegará de un día para otro. Pero Pascual confía en el potencial de un país con «una población muy joven, donde se necesitan estos productos de proteína que los consumidores se puedan permitir».
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