Pastoral juvenil y educativa
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De su profunda implantación dan prueba los 131 años cumplidos desde su llegada a Cantabria, así como los 115 que ostenta de su actual colegio situado en SantanderSecciones
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De su profunda implantación dan prueba los 131 años cumplidos desde su llegada a Cantabria, así como los 115 que ostenta de su actual colegio situado en SantanderHoy martes 31 de enero se celebra San Juan Bosco (1815-1888), patrón de los Salesianos, que han tenido en Santander una destacadísima presencia desde 1892. Su primer colegio fue en la humilde y obrera calle Prado de Viñas, 7, no lejos de donde se ... emplazan desde hace años en el paseo de General Dávila. El de Viñas estuvo activo medio siglo, hasta 1942. También abrieron breve casa en Villaverde de Pontones (1900-1905) como aspirantado. El 2 de febrero de 1908 abrió el actual colegio María Auxiliadora, que fue ampliándose con los años hasta llegar a su soberbio complejo actual, y en 1962 el colegio y parroquia de Nueva Montaña, cuyos edificios desaparecieron hace unos años por las obras que modificaron parte de la antigua isla del Óleo. Los lectores interesados tienen una excelente monografía cuajada de datos e imágenes, 'Los Salesianos en Santander', del P. José Luis Bastarrica, que apareció en 1981; que yo sepa, no hay mucho más publicado sobre el tema y quizá fuese oportuno que otro/a afanoso/a cronista actualizara este libro, sobre todo porque muchas cosas han pasado desde entonces y porque son miles los alumnos (y, desde principios de los años noventa, alumnas) que han pasado por los salesianos, cuya congregación fue aprobada por Pío IX en 1874.
Su llegada a Santander se debió al impulso del obispo Santiago Sánchez de Castro, que en 1887 había conocido en Sarriá y Turín la obra de pastoral juvenil salesiana y su atención por el fomento de la educación. En aquellos años la mitad de la población española era analfabeta, con tasas mayoritarias de dependiendo de zonas, género y extracción social. En mayo de 1892 llegaron a la ciudad los primeros salesianos para el inmueble de Viñas: el P. Ángel Tabarini y el P. Epifanio Fumagalli, ambos italianos aunque procedentes en su caso del colegio de Sarriá.
Enseguida los salesianos tuvieron que hacer frente a la explosión del Cabo Machichaco, acogiendo a numerosos huérfanos; la necesidad de espacio y la penuria del inmueble hicieron rápidamente pensar en la ampliación del colegio o su emplazamiento en otro espacio más amplio. Fue por entonces, en 1894, cuando comenzaron las obras del colegio actual del Alta. Importa destacar la excelente acogida que tuvo la primera comunidad salesiana, a la que no faltaron importantes apoyos, como muestra una carta de 1900 en que varios prohombres locales hacían campaña para recabar fondos; entre ellos se encontraban José María de Pereda, José María Quijano, Ángel F. Pérez, José María Quintanilla, María Redonet y Cayo Pombo. El primer director, con evidente don de gentes, tuvo un gran protagonismo en la consolidación santanderina de la comunidad. En la crónica del colegio se lee: «Obra de tan enorme envergadura la comenzó don Ángel Tabarini disponiendo de muy pocos fondos; pero siendo él la bondad personificada, su simpatía admirable, su don de gentes maravilloso y la continua protección de María Auxiliadora, le conquistaron los corazones de las gentes adineradas y, en poco tiempo, logró una lista de suscriptores y bienhechores, que le ayudaron a realizar su sueño dorado.
La lista de los bienhechores la encabezó don José María de Pereda con una considerable suma de dinero. Los terrenos fueron adquiridos por don Juan Mazarrasa, albacea de doña María Ajete, rica dama montañesa, que había dejado una cuantiosa suma para que fuese empleada en obras de beneficencia». Desde sus primeros años funcionaron en el colegio de Viñas, y luego en el del Alta, aparte de las clases de primera enseñanza, dos elementos clave en la pastoral salesiana, el oratorio festivo y los talleres para el aprendizaje de oficios.
Al P. Tabarini le sucedió en la dirección de Viñas el famoso P. Jesús Carballo (1874-1961), fundamental no sólo en la génesis salesiana, ya que entre otras cosas terminó de acometer las penosas y costosas obras del colegio del Alta, sino en el desarrollo de la investigación prehistórica cantábrica: una vez abandonada la Congregación (debido a que estaba «demasiado engolfado en el estudio de las cosas profanas»), fue el primer director del Museo de Prehistoria de Santander. Entre las entidades que el P. Bastarrica recoge en su detallada crónica estaba el batallón infantil 'Auxilium', que hacía excursiones y desfiles, en el contexto de pugna social con la escuela laica, y la asociación de antiguos alumnos, que comenzó nada menos que en 1912.
El P. José Luis Carreño describió así el colegio del Alta en sus tiempos de niño: «Señero sobre la ciudad y puerto, hundidos allá abajo, era entonces unos espaciosos edificios en L, unos anchos pórticos para correr, patinar y jugar a las canicas, un vasto patio para cuando, por casualidad, no lloviera, y unos cimientos ciclópeos que para nosotros eran un enigma entonces» y que eran los de la iglesia de María Auxiliadora, que no se terminó hasta 1960. Entre otras efemérides, en 1925 empezaron en el Alta los estudios de bachillerato, en la guerra civil fue cárcel, en 1956 se inauguraron las Escuelas Profesionales «Trueba-Barquín», y en 1966 el teatro-cine, que por número de butacas era sin duda el mayor de Cantabria.
Una actividad muy destacada ha sido el teatro, al calor de aquella 'Galería Salesiana' que adaptó multitud de textos dramáticos y alentó la afición por las tablas de numerosos jóvenes y contribuyó a su más completa formación. Quienes fueron alumnos del centro recordarán la cantidad de actividades recreativas y convivenciales que se organizaban en las tres fiestas mayores, Inmaculada, Don Bosco y María Auxiliadora, el cine, los concursos de tortillas, los campeonatos deportivos, la soga tira… Y aquellos 'juegos del Antiguo Testamento' (¿) en los que se repartía 'agüisqui'. No puedo olvidar la prestigiosa escolanía 'Santo Domingo Savio', dirigida por Carlos María Labarta.
Los salesianos, fieles a su vocación de juego y patio, han sido fundamentales en el desarrollo en nuestra tierra de algunos deportes. En el que más han destacado ha sido sin duda es el balonmano, como cantera del Teka, de donde han salido jugadores internacionales que estarán en la mente de cualquier aficionado que se precie; para quienes acudimos a los salesianos en los años ochenta y noventa, queda el recuerdo vívido de aquellos entrenamientos en los patios de losetas, donde veías a Olsson, Julián Ruiz o Dujshevaev. Sé que algún lector no me creerá, pero así era.
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