Miguel López-Quesada | Presidente de la Asociación Dircom y de Alcoa España
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Miguel López-Quesada | Presidente de la Asociación Dircom y de Alcoa España
«Los políticos no ven con la misma urgencia al votante y a la empresa contribuyente»Miguel López-Quesada es una de las voces de referencia en España para hablar de comunicación corporativa, estrategia empresarial o relaciones institucionales. Presidente de la Asociación de Directivos de Comunicación (Dircom), desde enero es igualmente el presidente de Alcoa en España y director de Asuntos ... Corporativos de Europa. El viernes estuvo en Santander, donde participó en la Asamblea de CEOE-Cepyme Cantabria.
–En Alcoa amplía su campo tradicional de actividad, desde la comunicación y la estrategia hasta una perspectiva ejecutiva más global. ¿Cómo afronta este reto?
–Es un reto nuevo. Implica un cambio de función. Ocupar una Presidencia es un reto muy interesante. Siempre he defendido mucho que el directivo que viene de comunicación tiene una visión muy transversal que encaja mucho en una presidencia no ejecutiva de una compañía. Otros directivos tienen en ocasiones una visión más vertical. El directivo de comunicación viene por defecto pensando en horizontal. Soy un convencido de que la industria es esencial para Europa. Llevo diez años defendiendo al sector del automóvil y ahora me he venido a la producción primaria. Creo que a veces no defendemos al sector con la suficiente fuerza. Ahí la comunicación y las relaciones institucionales tienen mucho que aportar.
–La industria continental, sobremanera en el norte de España, tiene un problema estructural con los costes energéticos. ¿Por qué no calan las reivindicaciones del sector?
–En general en Europa tenemos un problema con el coste de la energía. Por supuesto, en las plantas electrointensivas. Por ejemplo, en el sector del aluminio, el 50% de la producción europea está parado ahora por los costes energéticos. ¿Qué necesita esta industria? Un coste competitivo y estable. Lo que nos ocurre con los políticos es que a veces estamos en mentalidad de gestión de crisis, ponemos un inicio y un final. Pero eso no nos da estabilidad. Necesitamos un coste que no esté penalizado con todo lo que tiene que ver más allá del coste de la electricidad –peajes y distribución– que añaden sobrecoste. Luego, Europa tiene un reto. No generamos energía al no estar las renovables suficientemente desplegadas. El sector hace un esfuerzo muy grande por ser capaz de garantizar suministro estable a través de PPA (contratos fijos). El coste entregado, no obstante, no depende solamente de ese contrato. Europa debe hacer un esfuerzo para que la industria electrointensiva tenga horizontes de estabilidad a medio y largo plazo.
–Buena parte de los sectores industriales o empresariales lanzan reivindicaciones a la Administración y, desde fuera, parece que en ocasiones caen en saco roto. ¿Por qué no llegan esos mensajes a los gestores políticos de una manera eficaz?
–A las administraciones en general se les supone la buena voluntad de escuchar. Tenemos dos factores que condicionan mucho: uno es el marco europeo, donde hay países que consiguen llevar más el agua a su molino, como Francia o Alemania en materia energética. España ha hecho esfuerzos con la 'excepción ibérica', pero se sigue prestando poca atención a la industria en sentido amplio. Nosotros no votamos. Lo hacen nuestros empleados. Lo que pase en su factura de luz o gas les preocupa mucho en su voto. Los políticos no ven con la misma urgencia la preocupación del ciudadano votante y la empresa contribuyente.
–¿Se ha impuesto ya el marco comunicativo de la sostenibilidad frente al desarrollo económico?
–Vivimos en un mundo de dos velocidades. Hay gente como ocurre en Europa y EE UU que pensamos que la única manera de hacer industria es de manera sostenible y compatible con un desarrollo económico y climático. Hay otras partes del mundo donde esos factores no pesan igual. Eso hace que el mundo de dos velocidades tenga unos ganadores y unos perdedores. Lo que no puede ser es que los que intentamos hacer las cosas bien salgamos perjudicados en esa batalla de competencia global.
–¿Son los empresarios los derrotados a nivel de imagen en las negociaciones entre Gobierno nacional y agentes sociales?
–El ejemplo de Diálogo Social que ha dado España durante años es innegable. En realidad, ese Diálogo Social, que no ha empezado en esta legislatura, es permanente. Los sindicatos y la patronal han tenido un papel clave. Normalmente ese Diálogo Social no ha necesitado la participación de los gobiernos, en tanto que se le ha llevado ya acuerdos hechos. No se puede poner un cordón sanitario a los empresarios ni pretender que el Diálogo Social no se realice entre las partes: patronal y centrales sindicales. El Gobierno debe poner marcos de referencia, pero el empleo se genera en las empresas.
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