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El pasado año ha sido sin duda una prueba de fuego para el sector fabril. No sólo de Cantabria, sino también de España y ... de Europa. Cuando las grandes plantas habían retomado la producción tras los palos en la rueda fruto de la pandemia, pese a amenazas latentes como el incremento progresivo de los costes energéticos, las consecuencias de la guerra en Ucrania escalaron las dificultades a un nuevo nivel. Energía disparada, problemas con las materias primas, encarecimiento de materiales, mercados que se cierran al estar vinculados directa o indirectamente con zonas de conflicto...
Cantabria ha notado especialmente esta coyuntura, con referentes del sector secundario como Global Steel Wire o Reinosa Forgings & Castings trabajando varios meses al ralentí para acompasar su actividad a las fluctuaciones de los precios de la luz y el gas. Ferroatlántica, directamente, parada entre agosto y diciembre.
-7,1% cayó el índice de producción industrial en diciembre en relación al mismo mes de 2021.
-16,1% descendió la producción el último mes de 2022 respecto a noviembre.
Una coyuntura que se ha trasladado claramente a las estadísticas. La producción industrial descendió una media del 1,3% en la Comunidad en 2022, frente al incremento medio nacional del 2,4%, según informó ayer el Instituto Nacional de Estadística (INE).
De este modo, Cantabria fue la tercera comunidad en que más se contrajo la producción industrial de las cuatro en negativo, tras Castilla y León (-3%) y Galicia (-1,5%), y solo por debajo de Asturias (-0,5%).
En diciembre de 2022, el Índice de Producción Industrial (IPI) cayó un 7,1% en Cantabria en comparación con el mismo mes de 2021, el quinto mayor descenso de las regiones y superior al del conjunto nacional (-3,4%).
En la variación anual de diciembre, solo los bienes de equipo registraron crecimiento, de un 23,2%, mientras que la producción industrial se redujo en el resto de sectores, según datos del Instituto Cántabro de Estadística (Icane).
Así, la energía disminuyó un 28,8%; los bienes de consumo duradero un 21,1%; los bienes de consumo no duradero un 12,2%; y los bienes intermedios, un 8,6%. También según el Icane el IPI cayó un 16,1% en términos mensuales, diciembre sobre noviembre de 2022.
En el conjunto nacional, el IPI subió una media del 2,4% en 2022, por debajo de lo que lo hizo en 2021, año atípico tras la vuelta a la normalidad por el fin de las restricciones frente a la pandemia.
Así, con el avance de 2022, la producción industrial encadena dos años consecutivos de crecimientos tras el repunte del 7,1% registrado en 2021 y frente al desplome del 9,2% que sufrió en 2020 por la irrupción del Covid.
Exceptuando 2021, el incremento del 2,4% en la producción del sector industrial que se registró en 2022 es el más elevado desde el ejercicio 2017, cuando subió una media del 2,9%.
En 2022 todos los sectores elevaron su producción, menos los bienes intermedios, que la recortaron un 1,9%. Los ascensos más significativos se dieron en los bienes de equipo (+5,8%) y en la energía (+4,1%), seguidos de los bienes de consumo no duradero (+3,5%) y de los bienes de consumo duradero (+2,7%).
Corregida de efectos estacionales y de calendario, la producción industrial aumentó un 2,9% en 2022, con repuntes en todos los sectores, menos en los bienes intermedios (-1,6%). El mayor aumento se lo anotaron los bienes de equipo, donde la producción subió una media del 6,5% en 2022.
En el último mes de 2022, la producción se desplomó un 3,4% respecto a diciembre del año anterior, registrando así su segundo retroceso interanual consecutivo y el más pronunciado desde febrero de 2021, cuando bajó un 3,6%.
Como complemento, en términos mensuales (diciembre de 2022 sobre noviembre del mismo año) y dentro de la serie corregida, la producción industrial aumentó un 0,8% tras tres meses consecutivos de caídas. El de diciembre de 2022 es su mayor repunte mensual desde junio de 2022, cuando la producción del sector industrial creció un 1,1%.
Unas proyecciones que invitan a seguir de cerca el comportamiento de los primeros meses de 2023. En especial con el efecto que puedan tener las subidas de tipos en las inversiones, así como la evolución de los costes energéticos en Europa.
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