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El pasado miércoles en la cuarta plantade la sede de la CEOE en la santanderina calle Tres de Noviembre estaban reunidas nueve personas. Seis de ellas están detrás de cuatro nuevos proyectos fraguados en Cantabria. Cada una de las iniciativas son de su padre y ... de su madre. César de la Torre y sus socios desarrollan un sistema para el control de polizones en los puertos; Javier Torres y Rocío Díaz, una metodología para detectar y prevenir el acoso escolar; Ramón Merino y Victoria Casado, una solución para enfermedades autoinmunes;y Saúl Blas ha creado un dispositivo que actúa como un informático. Pertenecen a campos muy diferentes y tiene un recorrido que todavía difiere más entre unos y otros. En común: que todas son buenas e innovadoras ideas, pero que requieren de apoyo financiero para terminar de ser una realidad y ser rentables. En esa parte es en la que están apoyándoles las otras tres personas de la fotografía; Isabel Cuesta, Carlos Hazas y María García-Guinea, directora general de la CEOE y los responsables del área de emprendimiento y del proyecto Cantabria Futura de la entidad, respectivamente.César, Javier, Rocío, Ramón, Víctoria y Saúl son expertos en sus campos con ideas potentes, pero es complicado desarrollar un producto y al mismo tiempo no dejar de lado balances, inversiones, contactos..., para lo que han recurrido a la CEOE. «Mis compañeros y yo somos académicos y nunca nos planteamos la idea de hacer una empresa», explica al respecto el investigador Ramón Merino. Mientras Saúl Blas incide en que «el problema para los informáticos como yo es que mueres desarrollando, nunca ves el momento de comercializar y en eso me han marcado las pautas en la CEOE». Ahora, además de ese apoyo también les ayudan a buscar financiación con Cantabria Futura, a través del cual la patronal promueve contactos con inversores para que estos cuatro proyectos puedan seguir su recorrido. Ya se ha producido la primera ronda de contactos y todos los emprendedores han cosechado algún interesado en sus propuestas a falta del apretón −o los apretnones− de manos.
El proyecto Panssari hasta la pasada semana tenía cero empleados. Pero desde este lunes pasan a ser asalariados los tres socios fundadores más otros tres contratados, con una plantilla en la que esperan que se sume uno más. «En un mes seremos siete», dice uno de sus promotores, César de la Torre. Están apostando fuerte por su propuesta, que es una extensión de otro desarrollo anterior basado en un sistema para entrar a las viviendas a través del móvil, pero ahora enfocado al control de accesos, detección y seguimiento de intrusos en áreas portuarias.
Panssari se sustenta en tres subsistemas (uno que geolocaliza a los individuos que acceden a las instalaciones en tiempo real por tierra y por mar, otro que es de visión artificial que etiqueta lo que se capta y un tercero −el más innovador− con antenas que cubren los puntos ciegos de las cámaras). Han conseguido una importante subvención estatal, pero están a la caza de inversión privada para este proyecto para el que ya tienen un contrato para probar el desarrollo durante seis meses en el Puerto de Santander.
Los que observan el acoso escolar y guardan silencio se acaban convirtiendo en cómplices de la situación. En ellos, si dieran la voz de alarma, podría residir la clave para atajar el problema. Y en eso precisamente han convertido los desarrolladores del programa Valientes a la Inteligencia Artificial, en una observadora pero que no sólo alerta cuando ya hay un alumno que está sufriendo, sino que es capaz de prevenir y anteponerse antes de que se produzca el daño. Un proyecto, dicen, «que era necesario» y que nació en el 2018 en la Universidad de Cantabria como un trabajo académico del Máster de Emprendimiento de la mano de Javier Torres, Enrique Hierro y Rocío Díaz.
Esas «predicciones a futuro de la evolución de una clase» se desarrollan a través, principalmente, de un test que los alumnos hacen mediante dispositivos digitales y que analiza qué individuos pueden ser potencialmente acosados, acosadores y cuáles observadores. Los perfiles de convivencia se ha estado testeando ya en una docena de colegios de Cantabria y están lanzando el proyecto piloto.
«El cáncer en ratones ya está curado, el problema es trasladar eso a humano». Lo dice Ramón Merino, socio fundador de Inhibitec Anticuerpos SL, que precisamente tiene que lidiar con ese mismo problema para llevar al mercado el nuevo agente terapéutico que ha desarrollado desde cero para el tratamiento de enfermedades autoinmunes, y cuya primera indicación será para psoriasis, artritis psoriásica y artritis reumatoide. Eso si todo sale bien, porque la suya es una carrera de mucho fondo que comenzó en 2003. Actualmente ya cuentan con un equipo de cinco personas, entre los que se encuentra Victoria Casado, directora científica, que incide en que «ahora estamos en el punto de que hay que testar el anticuerpo en primates no humanos y el que se les administre debe ser el que luego sea para los humanos». Todo ello implica «una inversión muy grande» que no todos quieren asumir porque «hay mucho riesgo», pero si hay éxito «también la ganancia será grande porque se trata de un mercado que al año mueve 250 millones de dólares anuales».
Un dispositivo de monitorización, mantenimiento y prevención de fallos de infraestructuras informáticas es lo que ha desarrollado Saúl Blas. «Para hacerse una idea es como tener el informático dentro de la propia empresa, aunque no hace el 100% de sus labores sí un porcentaje muy alto», resume. Por ejemplo, su sistema desarrolla tareas como actualización de sistema, controla los dispositivos, temperaturas, cargas de procesos...». Ante la pregunta de si su solución implica la destrucción de puestos de trabajo, lo tiene claro: «Todo depende de cómo lo quieras enfocar, está la opción de quitarse a un empleado porque un robot hace su labor u optimizar a ese informático para que desarrolle proyectos que antes no eran abarcables y que ahora sí porque se le quita carga de tareas rudimentarias». Además, dice, es un complemento a los profesionales porque «es un dispositivo preventivo que avisa cuando va a fallar algo antes de que ocurra». La ronda de contactos de la CEOE ha surtido efecto porque está ya «en contacto con una multinacional» interesada.
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