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Quien da primero da dos veces, reza el refranero. Bien lo sabe el Puerto de Santander, que se ha situado en una posición de franca ventaja a nivel nacional para la exportación de vehículos y maquinaria pesada con destino Australia y Nueva Zelanda. ... La clave de este filón competitivo hay que buscarla en la puesta en marcha de la primera cámara térmica en todo el país para fumigar las cargas contra la chinche maloliente marmolada (BMSB por sus siglas en inglés), una especie marcada en rojo por las autoridades de las Antípodas y que, en consecuencia, por Ley sólo aceptan productos provenientes de Europa si cumplen determinadas condiciones en la importación que mitiguen el riesgo de bioseguridad.
El proyecto lo ha llevado a cabo Montañesa de Desinfección a raíz de las necesidades de las dos principales consignatarias en el tráfico de vehículos en los muelles de la capital: Bergé y Cantabriasil. Según Jesús Verduga, responsable de Montañesa de Desinfección, las medidas estacionales para gestionar el riesgo por la chinche se centran en la temporada de alto riesgo, esto es, la época estival al otro lado del planeta, que en aquella zona comprende especialmente del 1 de septiembre al 30 de abril.
La compañía cántabra, con sede en el Polígono de Morero (Guarnizo), se ha convertido en la primera empresa de España en obtener el registro como proveedor de tratamientos contra BMSB tanto para el Gobierno de Nueva Zelanda como el de Australia, unos protocolos que aplican tanto en vehículos como en contenedores, pasando por maquinaria. La principal diferencia respecto a la cámara térmica de Montañesa de Desinfección empleada en Santander y otras técnicas, especialmente con gas, utilizadas en otros puertos españoles, es el volumen que permite una opción u otra. La de gas es prácticamente una metodología individual, mientras que la fumigación por calor permite tratar varios vehículos de una sola vez.
Tal y como recuerda Verduga, «a finales de agosto de 2018 tanto Australia como Nueva Zelanda deciden que cualquier equipamiento que se vaya a introducir en sus países debe traer un tratamiento específico contra el BMSB. Nos dieron dos posibilidades, un tratamiento con gas y otro térmico. Fue entonces cuando, a raíz del problema que se presentaba para las empresas en el Puerto, nos contactan las consignatarias para preguntarnos si somos capaces de acometer estos encargos».
Montañesa sí que había llevado a cabo este tipo de proyectos, pero a mucha menor dimensión, lo que suponía «un reto importantísimo». «Construimos unas cámaras para poder albergar en su interior hasta 40 vehículos, así como otra especial donde colocar vagones de tren, excavadoras o camiones grandes», detalla el empresario.
Así las cosas, entre finales de septiembre y abril, la organización cántabra ha estado desinfectando las cargas con sus cámaras desmontables tras contratar ingenieros y probar la forma de realizar con éxito estos protocolos térmicos sin que se dañaran los automóviles. Como referencia, en esta primera temporada se han desinfectado cerca de 3.000 coches, así como excavadoras, vagones ferroviarios y maquinaria.
En el proyecto han participado cuatro personas de forma específica, más otras seis aproximadamente para preparar el apartado logístico.
El tiempo en este programa es un factor clave. Las cámaras se construyeron en apenas dos semanas, pero el asunto fundamental es otro: «Nueva Zelanda impone 120 horas desde que se trata el vehículo y embarca. Nos supone un seguimiento exhaustivo del barco en coordinación con las consignatarias para introducir las cargas en la cámara en función de cuándo vayan a atracar los buques. ¿Qué conlleva? Que tenemos tres días para desinfectar los coches que sean necesarios, con jornadas que oscilan entre las 18 y las 24 horas», apostilla.
¿Cómo funcionan las cámaras? «Hemos desarrollado un software validado por Australia y Nueva Zelanda a través de unas sondas calibradas. Colocamos los vehículos y empezamos a introducir temperatura a través de calefactores. Vamos subiendo la temperatura de forma paulatina, datos que registran las sondas ubicadas de manera estratégica. Cuando llegamos a 60 grados y todas las sondas están en esa temperatura, contamos diez o 20 minutos. Si todo ha ido como debe, el proceso ha concluido».
Verduga dice que gracias a esta solución no se ha perdido tráfico. Al contrario, se han podido sacar más mercancías a través de Santander. «La próxima temporada vamos a hacer una cámara de casi 600 metros cuadrados, por los 250 de este año. Vamos a montar muchos más vehículos. Nos estamos moviendo en volúmenes de miles y miles de coches. Como ejemplo, tendremos que tratar 700 vehículos en cerca de cuatro días», completa.
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