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Martes, 9 de febrero 2021, 09:21
Licenciado en Farmacia por la Universidad de Santiago de Compostela, con un máster en Salud Pública y Administración Sanitaria, José María Alonso ejerció durante quince años como farmacéutico de oficina de farmacia, en municipios rurales de Cantabria. Sin embargo, actualmente es empresario en quesería Quesoba, el albergue turístico Casón de Sangas y una explotación de cerdos celtas de montaña en extensivo. En su trayectoria profesional también destaca su paso por el mundo de la política ya que fue diputado nacional por Cantabria en la X Legislatura y concejal portavoz en el Ayuntamiento de Colindres, desde el año 2003 hasta 2017 con el PP.
Saray Ceballos.
–¿Qué es para usted un Territorio Rural Inteligente?
–Un espacio donde poder aprovechar los recursos naturales, generar productos y servicios que demanden los consumidores y, por otro lado, que tenga acceso a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Todo ello bajo un marco legislativo que permita un desarrollo económico y social sostenible, que responda a la nueva realidad.
–¿Cómo está afectando la pandemia a los entornos rurales?
–Por un lado, las consecuencias están siendo muy perjudiciales, las medidas han hecho desaparecer a turistas y visitantes. El sector agroalimentario de calidad depende mucho del canal Horeca y en estos momentos está paralizado debido a las restricciones. Pero por otro lado, ha producido un mayor interés por los entornos rurales, la naturaleza, los alimentos naturales, locales y de proximidad. Los pueblos han supuesto un escape frente a las grandes ciudades y las aglomeraciones. El verano pasado fue un éxito para el turismo rural y los pueblos de Cantabria se llenaron como no se veía hace tiempo. Pienso que la tendencia seguirá igual.
–¿Qué actuaciones considera prioritarias para impulsar el entorno rural?
–Una prioridad es el acceso a un internet de calidad, la mejora de caminos y pistas forestales para acceder a montes, cabañas e invernales y el abastecimiento de agua, especialmente en zonas de montaña. Una política fiscal de exenciones y bonificaciones que incentiven las inversiones en el medio rural. Adaptar la legislación a las nuevas necesidades, aplicando criterios de flexibilidad, que permitan los nuevos usos, actividades y tendencias que demandan los emprendedores y consumidores. Ver lo que se ha hecho en países que nos llevan la delantera en este ámbito, como Francia, adaptándolo a nuestro territorio e intentar mejorarlo, para poder ser competitivos. Se necesita atraer a profesionales usuarios del teletrabajo, del sector socio sanitario que puedan ofrecer servicios a una población envejecida y en muchos casos con problemas de dependencia y, también, del sector agroalimentario que es el pilar para mantener el paisaje, el medio ambiente, nuestra cultura rural y producir alimentos de calidad. Una actividad muy unida al sector turístico, especialmente el de experiencias y gastronómico. Todos estos perfiles son necesarios para producir sinergias y colaboraciones.
«Necesitamos subirnos al tren de las nuevas tecnologías y la innovación y aprovechar al máximo los recursos y la economía circular»
–¿Es el momento de los territorios rurales? ¿Están las administraciones públicas y las empresas privadas alineadas en esta dirección?
–Es el momento de pasar a la acción, después de años de diagnósticos ha llegado la hora del tratamiento, si no queremos que el enfermo se muera. Se necesitan medidas urgentes que detengan el abandono y produzcan la repoblación de nuestros pueblos. Hay que reforzar la comunicación y la colaboración entre administración y empresarios. Aplicar criterios basados en los principios de necesidad y proporcionalidad. Se necesita una administración pública ágil y facilitadora, eliminar burocracia innecesaria que solo crea obstáculos y nos hace ser menos competitivos. Se necesitan cursos de formación para poder desarrollar los nuevos modelos de negocio.
–¿Considera necesario un cambio de paradigma a la hora de establecer líneas de actuación que impulsen los entornos rurales?
–Necesitamos subirnos al tren de las nuevas tecnologías y de la innovación. Aprovechar al máximo los recursos, la economía circular, diversificar es fundamental para las pequeñas producciones, la venta directa y los canales cortos de comercialización, el sacrificio de animales en la propia explotación, mataderos móviles, pequeños mataderos, etc. La colaboración entre productores y otros sectores como la hostelería y restauración generará nuevas oportunidades, para crear rutas gastronómicas y clubes de calidad.
«Es el momento de pasar a la acción, se necesitan medidas urgentes que detengan el abandono y produzcan la repoblación»
–Como empresario, ¿qué puntos fuertes tienen los entornos rurales que supongan una ventaja competitiva con respecto a las ciudades?
–Los entornos rurales y en especial las zonas de montaña son los mejores lugares para producir algunos de los alimentos de calidad, por la pureza de su medioambiente, recursos naturales, forestales, agua, pastos más naturales, biodiversidad y paisaje. Se dispone de suelo, vivienda y edificaciones a precio más económico. Cantabria dispone de un 80% de su territorio de zonas de montaña, entre ellas el Parque Nacional de Picos de Europa, el más antiguo de España, y seis Parques Naturales, como el de los Collados del Asón, como espacios protegidos. Por ello existe una gran oportunidad de negocio en el desarrollo del turismo verde asociado a estos espacios y en la producción de alimentos de calidad ligados a su entorno. Un punto fuerte es la posibilidad de producir alimentos con la marca de calidad facultativa diferenciada 'Producto de Montaña', aprobada por el Parlamento Europeo en 2014 y que está todavía por explotar en nuestra región y resto de España.
–Una de las líneas a seguir de los TRI es introducir la innovación en los entornos rurales, ¿qué oportunidades de desarrollo basada en la innovación considera que tienen estas zonas?
–El comercio electrónico y la venta online se han multiplicado como consecuencia de los nuevos hábitos de consumo que ha generado la pandemia y supone una oportunidad para la venta directa, para que el productor gane protagonismo en la cadena de valor agroalimentaria. Además de los collares digitales o el uso de drones para el ganado en extensivo o la robotización de algunos procesos, el gran cambio innovador es la utilización del blockchain en la trazabilidad de alimentos, el big data para el análisis de datos e información para las estrategias de comercialización, los códigos QR y las plataformas digitales.
–En el caso de los productores, ¿cree necesario un cambio de visión por su parte para alcanzar el paradigma de los Territorios Rurales Inteligentes?
–Los productores tienen que realizar un cambio para poder hacer más rentables sus empresas, ya no solo es producir hay que saber vender, llevar el producto de la granja a la mesa, diversificar, diferenciarse, desarrollar el sector primario, secundario y terciario a la vez, utilizar las nuevas herramientas tecnológicas, evitar intermediarios, volver a recuperar el contacto entre productor y consumidor. Añadir valor a lo que produce, contando dónde y cómo se produce, una información cada vez más demandada por el consumidor. El productor tiene que recuperar su importancia dentro de la cadena agroalimentaria.
–En este sentido, ¿es necesario un nuevo modelo de apoyo a los productores?
–Los gobiernos deben aprobar leyes que permitan desarrollar los nuevos modelos de negocio en el medio rural, siempre garantizando la seguridad alimentaria. Se necesita apoyar la venta directa, los mercados de productores, los llamados 'fermier drivers' de Francia, las tiendas de productores. La administración pública es el mayor comprador de alimentos, comedores colectivos, hospitales, colegios, guarderías, residencias, centros penitenciarios, etc. y debería dar ejemplo comprando a productores locales. En Francia, la administración compra el 50% de los alimentos a productores locales y un 35% alimentos ecológicos. Son los llamados 'contratos verdes', en los que además de criterios economicistas se tienen en cuenta criterios medioambientales y sociales. Son las instituciones europeas las que instan a los estados miembros a aprobar este tipo de contratos. Se ha demostrado que invertir en alimentos sanos es ahorrar en gasto sanitario, en enfermedades como la hipercolesterolemia, hipertensión, diabetes y obesidad.
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