El reparto con carros eléctricos, un nuevo nicho de empleo para los cántabros con discapacidad

Tanto Ruiz como Rey no dudan en destacar lo importante que es para ellos este trabajo, que les ha dado una estabilidad con la que antes no contaban. «He sido auxiliar administrativo y también profesor particular dos años. Cuando surgió esto, llevaba un año en desempleo, preparando oposiciones para una biblioteca. Para mí, lo normal era estar así, sin trabajo», explica Miguel Ángel. Su compañera, que comparte sus largos periodos en paro, había trabajado eventualmente de teleoperadora y en una cadena de comida rápida, donde «no tenían en cuenta su discapacidad», algo que valora de su nuevo puesto de trabajo.

Actualmente son 22 los repartidores que se encargan de despachar los bultos de menos de cuatro kilos de peso; mientras que para los más grandes, en los que se utiliza una furgoneta, la organización de la empresa cuentan con otras siete personas, en este caso sin discapacidad. En total, suman unos 8.000 paquetes entregados cada semana desde que iniciaron su actividad en febrero de este año. «Es entretenido repartir, hay días que un poco menos, como en cualquier trabajo», comenta Alba. Para ella, es una labor que la mantiene «física y mentalmente distraída» y que le ayuda a superarse día a día. Por su parte, Miguel Ángel destaca lo importante que ha sido para él aprender a tratar con la gente. «Siempre he tenido un miedo atroz a trabajar de cara al público y ahora estoy encantado. Nunca he tenido problemas con ningún cliente», argumenta.

Además del trabajo, Koiki les ha dado a estos dos repartidores un grupo de amigos. «A veces, incluso quedamos fuera del trabajo. Somos un equipo muy unido. En otros lugares estás bastante solo», explican. Este buen ambiente laboral es una de las prioridades de Manuel Musedo, responsable de Koiki en Santander. «Nuestro principal tesoro es el valor humano y esa es la gestión más difícil», ratifica. Y es que, aunque a veces las diferentes discapacidades de los empleados puede dificultar dicha gestión, el propio Musedo afirma que no hay nada extraordinario en ella, ya que en todo grupo humano se deben hacer adaptaciones. Como ejemplo, destaca la de «un chico que no se siente seguro con el carro y por ello se adaptó el puesto para que trabaje con una mochila», lo que ha servido para que pueda desempeñar su labor cómodo y sin que se resienta su productividad.

Otros retos para el reparto a pie en Santander son sus múltiples cuestas y la distribución lineal de la ciudad, a los que se les une la lluvia. Por ello, el responsable de Koiki acepta que se trata de un «trabajo físico y duro» y que se dan casos en los que el candidato «no se adapta al reparto», aunque prefiere no achacarlo a la discapacidad, sino a que muchas veces cuando se llama a una persona, esta no se encuentra en un «buen momento de empleabilidad», lo que le impide rendir adecuadamente.

Para la contratación de los trabajadores con discapacidad, Koiki ha confiado en Integra, uno de los principales centros especiales de empleo (CEE) de España, desde que comenzó su actividad. «Nos une la apuesta por la inclusión sociolaboral y la sostenibilidad ambiental», comenta Víctor Manuel Baizán, jefe de servicio de Integra en Asturias y Cantabria. Actualmente, la alianza se extiende a todas las ciudades en las que la empresa de paquetería esta presente, proporcionando trabajo a través de este centro especial a 49 personas.