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El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla (PRC), dudaba «mucho» el lunes a primera hora de la tarde de que la intervención del Gobierno nacional a través del Ministerio de Trabajo fuera a desencallar el conflicto del metal, tras 19 días de huelga. Más si ... cabe, infirió, cuando su Ejecutivo había estado trabajando durante semanas en pos de un acuerdo de manera estéril mientras la economía regional se desangraba por el bloqueo a la producción industrial por el «gran enconamiento» entre las partes. Poco antes de esas declaraciones, a mediodía, el vicepresidente de la Comunidad, Pablo Zuloaga (PSOE), lanzaba un 'dardo' a la ministra Yolanda Díaz por no actuar directa y personalmente en la mediación, algo que le resultaba «curioso», sobre todo tras reiterar que su homóloga de Industria, Reyes Maroto (PSOE), llevaba encima del asunto prácticamente desde el comienzo, incluso llamando a los actores que se sentaban en la mesa por teléfono para insistir en la necesidad de negociar un acuerdo.
Eso fue la previa. La realidad: unas horas después de esas declaraciones, al filo de la medianoche, la directora de Trabajo de España, Verónica Martínez, mediadora profesional y que había pasado en Cantabria el fin de semana por motivos personales, lograba en apenas un día con sindicatos y patronal lo que no había obtenido ningún otro político, pese a todos los esfuerzos de Peña Herbosa. En definitiva, un preacuerdo que se votó ayer en asamblea por parte de los trabajadores. Martínez, de morado como los colores de Unidas Podemos, ya tiene una foto que brindar a su líder, Yolanda Díaz, más después del pinchazo del proyecto de izquierdas en las elecciones andaluzas.
En este asunto son importantes las siglas, tanto políticas como sindicales. La presión cada vez mayor era evidente, tanto desde el punto de vista de los empresarios como desde el desgaste de los trabajadores que estaban renunciando a trabajar y cobrar. En las zonas periféricas, llamadas de todo tipo, desde Cantabria y desde Madrid para allanar un acuerdo que a priori permanecía bloqueado.
Si la directora de Trabajo de España pasó las primeras horas de la reunión del lunes en Delegación del Gobierno escuchando las posturas de las partes, ¿tan sencillo era pactar en apenas tres horas lo que no se había conseguido en semanas? Sí y no. Aparte de la mencionada presión a los negociadores, sí que ha habido algunas diferencias.
La primera, fundamental. La representante del Ministerio puso encima de la mesa una propuesta de Trabajo. A partir de ahí, y ante las réplicas de las partes, fue afinando las sugerencias, en especial en lo relativo al cobro de algunos atrasos en 2022 y revisiones del IPC, una de las claves para que finalmente la representación social aceptara. En la óptica de Pymetal, algunas ligeras mejoras, pero también una mayor presión y un interlocutor de peso mediando en la mesa y advirtiendo de las consecuencias que se estaban generando.
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Nada de esto ocurrió el domingo, cuando el Gobierno de Revilla se encerró de urgencia por la mañana en Peña Herbosa tras conocer el sábado que CC OO, UGT y USO pedían la intervención de Yolanda Díaz. USO ya había reclamado el martes a través de la Federación estatal de Industria que participaran Industria o Trabajo al entender que el Ejecutivo autonómico no iba a poder favorecer la firma. De esa reunión del domingo la Administración cántabra no llevó ningún planteamiento a la mesa del Organismo de Resolución Extrajudicial de Conflictos Laborales (Orecla), sino que solicitó a los mediadores que formularan ellos una propuesta, a la baja y con el consiguiente cabreo sindical.
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Esa tarde el Ministerio de Trabajo ya comenzó a preavisar a las partes de que el lunes habría una reunión con un alto cargo del departamento de Díaz. Maroto, que había salido reforzada al solucionar el conflicto de la galletera castellana SIRO, tenía que aguardar en un segundo plano por los equilibrios de la coalición que mantiene a Sánchez en Moncloa y, frente al apoyo de UGT, el respaldo firme que CC OO brinda a nivel nacional a Yolanda Díaz, en este caso sindicato mayoritario en la negociación del convenio del metal cántabro.
Maroto se había brindado una semana antes para reunirse con las federaciones estatales en Madrid, con la negociación ya totalmente enquistada. Aquello fue el lunes anterior, aunque en apenas unas horas entró Díaz en escena como protagonista del encuentro. Finalmente no hubo cónclave, al menos oficial, y los acontecimientos siguieron demorándose hasta la jornada de hoy.
¿Podía haberse acortado la crisis? Las partes coinciden en que sí. Ha habido también su parte política en el asunto, algunos protagonistas directos y cercanos lo afirman sin duda, más después de comprobar cómo en apenas unas horas se cerró un preacuerdo similar al del domingo. Por otro lado, voces sindicales aseguran que «es el mejor acuerdo posible», mientras en otros rincones de los trabajadores no se oculta sorpresa por el repentino giro de guion entrada la noche.
Lo cierto es que los acontecimientos han sobrepasado al Gobierno regional, que se ha visto superado por el conflicto incapaz de atajar la situación. En la 'partida de ajedrez' política que se juega en Madrid de cara a las elecciones generales de 2023 Cantabria ha sido un pequeño campo de batalla, y de ensayo.
Como última prueba, la propia Maroto felicitaba ayer por la mañana a través de su cuenta de twitter a la recién llegada consejera de Empleo, Eugenia Gómez de Diego (PSOE), «y a todo el equipo mediador por el gran trabajo que habéis hecho para alcanzar un acuerdo necesario para garantizar los derechos laborales y recuperar la actividad en las fábricas. Gracias a los sindicatos y a pymetal por vuestro compromiso con Cantabria».
Ni una mención a su colega del otro Ministerio. Díaz celebró el resultado de la asamblea. Está por ver si viene a Santander para escenificar el tanto que se ha anotado en esta mediación.
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